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Esperar: esperanza


La vida es un continuo esperar. La joven pareja que une sus vidas espera ser feliz, construir un hogar y tener los hijos que pueda cuidar y mantener. Los Padres ponen a sus hijos en los mejores colegios o en los colegios que consideran puedan darle lo mejor, porque esperan que lleguen a ser personas de bien. Sin embargo, desde la esperanza de los padres este bien no es concebido en el hecho de tener una profesión, títulos, empleos o que logren acumular bienes materiales. Su esperanza es que estudien para desarrollar el ser, para dar lo mejor de sí al mundo y a la sociedad, por eso los padres en el transcurso de la vida de sus hijos realizan planes y proyectos para cuidarlo, embellecerlo, guiarlos a solucionar sus problemas, desarrollar sus talentos, a vivir mejor. Podemos decir con Ernest Bloch, ¨el hombre es un ser inacabado que se dirige hacia donde nadie ha estado todavía¨.

¿QUÉ ESPERA UN JOVEN QUE POR SU PROPIA VOLUNTAD DECIDE DEJAR ESTE MUNDO? La pregunta cristiana se complementa, a quien lloramos fallecido en temprana edad, a quien llamaste en la flor de la vida (Liturgia de difuntos, misa por un joven). Los compañeros lo lloran, sus profesores sus amigos, no solo la familia. Los compañeros no entienden su decisión. Un gran amigo, un líder, fue el estratega para que la lista del consejo estudiantil gane las elecciones, fue el jefe de campaña, sus notas eran buenas y muy buenas, como su conducta. En los seis años que pasó por el colegio donde soy rector, nunca hubo un informe negativo sobre él.

El padre, con quien vivía y compartía todo, ya que había perdido a su madre de pequeño, era muy responsable, no solo pagaba a tiempo la pensión, sino que se acercaba al colegio sin que lo llamen para ver cómo va su hijo, su Ángelo. (Estas reflexiones son en honor de Ángelo Carmigniani, alumno del último año de secundaria, tercero de bachillerato). Días antes hablaba de su futuro, la carrera que quería seguir, tuvo el acompañamiento espiritual con su pastoralista de turno. Se tomó la foto con su promoción la última de solo varones de uno de los colegios más tradicionales de Guayaquil, que en pocos días les realizará un agasajo por ser la última promoción masculina.

¡Sus compañeros, sus panas, sus amigos no entienden, el más chistoso de la clase, el que ponía apodos a todos, el que iba al gimnasio con frecuencia, se les fue! Adiós Ángelo la promoción 56, te recordará toda la vida. Nos graduaremos todos, los 97. No es más que un hasta luego, muy pronto junto al fuego nos reunirá el Señor.

Esto no quita nuestras preguntas ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué no nos dimos cuenta? Lo único claro es que no podemos sentirnos culpables de las decisiones trascendentales que cada cual toma para solucionar sus tensiones, sus conflictos que no siempre están a la vista de los demás. La normalidad era lo común en la inestabilidad de las emociones. La vida es un misterio y en la decisión que tomes se juega el todo por el todo. La madre Dolorosa a quien te consagraste de pequeño, a quien la rezabas y cantabas el Himno, te acoge con su manto, tu nunca podrás negar, eso nunca lo quieres, ni lo querrás, ¨eso nunca lo haré madre querida, eso nunca, nunca lo haré¨.

A nosotros nos toca esperar aquello que los latidos de nuestro corazón anhelan, la esperanza confiada de un futuro pleno, que solo será realidad en la vida plena que hemos comenzado a trabajar día a día en medio de nuestras luchas y esperas. Esperar es recibir lo que el esfuerzo humano ha trabajado. Esperanza es recibir lo que se adviene (adviento) y sobrepasa todo el esfuerzo humano, el amor infinito de un Creador y Padre cuyo nombre concreto es misericordia. La esperanza cristiana solo es posible en medio de las esperas humanas y es estar convencidos de que va a llegar algo que supera nuestras fuerzas, que es el Reinado de Dios en su plenitud.

De nuestra parte pide la alegría de lo que esperamos y la vigilancia respecto a nosotros mismos a la hora de esperar. Si algo nos puede decir la historia de Jesús de Nazaret, a quien proclamamos como Hijo de Dios es que ¨La muerte no tiene la última palabra. Hay un Dios empeñado en que sus hijos e hijas conozcan la felicidad total por encima de todo, incluso por encima de la muerte. Podemos confiar en él¨.

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