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La Conversación: ¿un arte en extinción?


Para el creyente cuando Dios habla el hombre escucha o ve su mensaje es una realidad desde inicios de la creación. Dios habló y se hizo, y vio que era bueno (Gn 1). El hombre con su pecado no escuchó el mensaje y no quiso reconocerlo, comienza la historia de cercanía y lejanía, de presencia y ausencia, de desvelamiento y ocultamiento con lo sagrado. Surge Jesucristo como LA PALABRA que existía desde los inicios y acampó entre nosotros (Jn1). La historia se repite. El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, y los suyos no lo vieron, prefirieron la oscuridad a la luz.

La comunicación en nuestras relaciones humanas y divinas, como solo humanos tienen un claro oscuro que no siempre lo reconocemos y no nos impiden hablar, decir, expresar lo que sentimos. Por ello, siempre será necesario reflexionar desde varios puntos de vista sobre este arte de comunicarnos que en la ERA DE LA COMUNICACIÓN, satelital digital, espacial, mundial, tecnológica, globalizada está a punto de desaparecer o ser reemplazada, antes por un televisor en el centro de una casa, hoy por un celular en el centro de una mesa, en las que aún se sientan como familia a conversar, compartir no solo el pan sino la palabra, como en una eucaristía la familia creyente.

Nos dicen los psicólogos Jaime Lupera y Marta Inés Bernal (en la Culpa es de la Vaca, Intermedio, Bogotá, 2012, pgs 90ss): ¨Que en un restaurante europeo decomisan los celulares de sus clientes. Se trata de recobrar el placer de comer, beber y conversar sin que los ringtones interrumpan.

Esto nos debe llevar a reflexionar sobre cómo estamos usando los avances tecnológicos. Hace poco en una reunión de cinco personas se disolvió, porque tres de ellas contestaron los celulares. Era un caos espantoso las conversaciones al mismo tiempo. Gracias al celular, la conversación se está convirtiendo en un esbozo telegráfico que no llega a ningún lado. El teléfono se ha convertido en un verdadero intruso. Cada vez es peor. Antes, la gente solía buscar un rincón para hablar. Ahora se ha perdido el pudor. Todo el mundo grita por su móvil, desde el mismo lugar en que se encuentra.

La batalla contra los conductores que manejan con una mano en el celular parece perdida. Aunque la gente piensa que puede hablar y escribir al mismo tiempo que conduce, hay que estar en un accidente causado por un adicto al teléfono para darse cuenta que no es así. No se niega las ventajas enormes con la comunicación por celular. La velocidad, el don de la ubicuidad que produce y la integración que ha propiciado en muchos. Pero, preocupa, QUE MIENTRAS MÁS NOS COMUNICAMOS EN LA DISTANCIA, MENOS NOS HABLAMOS CUANDO ESTAMOS CERCA.

Antes en la mañana, para muchos, el primer instinto era levantarse y disfrutar de un buen café. Ahora su primer acto cotidiano es tomar su aparato y responder todos los mensajes. Estresarse. Es la tiranía de lo instantáneo, de lo simultáneo, de lo disperso, de la sobredosis de información y de la conexión con un mundo virtual que terminará acabando con el otrora delicioso placer de conversar con el otro, frente a frente¨.

Urge reflexionar sobre nuestras maneras de comunicarnos con el otro, de conversar. Para san Ignacio de Loyola, el amor ante todo es comunicación. El amante da al amado lo mejor que tiene y puede (Ejercicios Espirituales, 234).

PARA PENSAR:

  • ¿A QUÉ NIVEL PODEMOS LAS HUMANOS CONVERSAR?

Superficial o profundo. Humano o divino

  • ¿POR QUÉ EL CELULAR SE PUEDE CONVERTIR EN UN PROBLEMA?

Si conduces te puede provocar la muerte. Si estás en familia, la desunión. Y porque revela la incapacidad de dominar la tecnología.

  • ¿QUÉ ES LA COMUNICACIÓN?

El arte de dar lo mejor que tenemos y somos.

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