El primer día del año el editorialista de Diario El Universo, Iván Sandoval Carrión, hacía un fuerte llamado de atención sobre los efectos que está teniendo el uso de las nuevas tecnologías – en especial las de comunicación, y en concreto WhatsApp – sobre las personas y la sociedad en la configuración del mundo de las relaciones humanas y de las posibles leyes que se puedan dar. Transcribo unos párrafos de su artículo. No discrepo ni juzgo, no me adhiero. Lo veo importante y bien escrito, para ayudar a pensar, un punto de vista orientado más a educadores y padres de familia; una buena herramienta para acompañar a los jóvenes en el uso de las tecnologías, en el verdadero sentido de la vida.
‘‘Tuiteando’’ la opinión, ‘‘laikeando’’ los amores, ‘‘posteando’’ los odios, ‘‘googleando’’ el saber y ‘‘navegado’’ en la ignorancia. El internet y las redes sociales proponen una nueva relación de los seres hablantes con el lenguaje, con su propia palabra y su responsabilidad subjetiva. No se trata de neologismos ni de anglicismos. Simplemente ellos dan cuenta de un estar en el mundo y en relación con los demás, evitando el real de la voz y de la piel, atrayendo la mirada sin ver, animando la protesta social sin salir de la casa, conociendo gente interesante en una pantalla, decidiendo el destino de un país y la libertad de su gente desde un teléfono celular, e iniciando, manteniendo y terminando relaciones amorosas desde la cama sin otro cuerpo que el de las sábanas. Se va configurando una nueva política de las relaciones humanas y de la amorosa.
Estamos ante la nueva política de la política, donde es posible creerse un militante o un activista sin exponerse a los gases lacrimógenos, afirmando que la verdadera opinión pública reside en las redes, e ignorando lo que piensan quienes no están en Facebook o en Twitter.
Construimos la nueva relación de los sujetos con el Estado y con las instituciones privadas, donde todo se hace por internet… Asistimos a la agonía del lenguaje, de la lengua y de la relación de cada sujeto con su propia palabra, donde quienes trabajamos en la clínica ‘‘psi’’ recibimos pedidos de cita (que no son necesariamente demandas de tratamiento) por WhatsApp porque es gratuito, casi anónimo y ahorra la angustia de agarrar el teléfono y pedir ayuda con voz trémula y propia.
Inauguramos el siglo donde suponemos que la ciencia y la tecnología descubrirán la causa y el remedio para todo, incluyendo el envejecimiento y la estupidez. ‘‘Whatsappear’’ la vida en lugar de guapear la vida, ‘’webeando’’ a la muerte y eludiendo la asunción de la falta-de-ser, para prolongar la fugacidad del autoerotismo informático. (Por Iván Sandoval Carrión)
Sólo quiero expresar lo que la filosofía me ha enseñado en la vida: si no sabemos encontrar un para qué de las cosas, jamás encontraremos el por qué. Eso hace que el ser humano naufrague en la vida sobre un abismo. Hoy, para llenar ese vacío, surgen la ciencia y la técnica que sólo nos dan respuestas necesarias a las preguntas instrumentales qué hacer y cómo hacer, más no a las esenciales de la vida. Éstas dependerán de una razón simbólica más integral, que hable de la totalidad y no del fragmento; de una fuerza vital que llamamos Dios, en donde el ser humano es lo esencial por excelencia para conseguir trascendencia.
‘‘Oh Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Cuando contemplo tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que en él fijaste. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te ocupes de él?’’ (Sal 8).
PARA PENSAR:
¿QUÉ ENTIENDE EL AUTOR POR WHATSAPEAR LA VIDA?
Nueva forma de relación humana y amorosa: virtual, distante y sin compromiso.
¿QUÉ ORIGINA ÉSTA NUEVA FORMA DE SER Y ESTAR EN EL MUNDO?
El mal uso de las tecnologías y el no saber plantearse las preguntas de fondo.
¿QUÉ ALTERNATIVAS SE PUEDEN DAR?
Guapear la vida, embellecer el mundo de las relaciones el ir al fondo de las cosas.