Nos dice el diccionario de la Real Academia en su tercera acepción de la palabra involucrarse que significa “complicar a alguien en un asunto, comprometiéndolo en él”.
¿Para ser feliz hay que complicarse la vida? Claro que no, hay que comprometerse en el asunto, la causa, la misión, el deseo, y al sentir la complicación como que está calibrando la calidad del amor. El resultado, ayudará a medir la calidad de la entrega, la sinceridad de los deseos. Eso es lo que nos hace feliz el saber que nos entregamos sin medida, que somos auténticos. Esto mismo es lo que hace Dios con nosotros.
Si algo se puede decir con certeza de Dios, para quienes no lo hemos visto, ni podemos deducir lo que es con experimentos, sino intuir por la experiencia audaz del sentir su amor y su poder, es que Dios es simple, lo que menos quiere es complicarnos la vida, pero la mejor manera de expresar su ser, su Amor, Verdad y Vida es a través de la entrega, del darse, al ser simple se da del todo, por ser simple no lo reconocemos y somos nosotros quienes nos complicamos la vida.
En este tiempo de adviento:
¿Cómo descomplicarnos la vida y aprender a involucrarnos en lo que hacemos, aceptando los riesgos y las dificultades como una forma de amor, de búsqueda de la verdad, la bondad, la belleza y de autenticidad en las relaciones y el trabajo?
La labor de un docente, su entrega en el día a día, su actualización e innovación permanente es la mejor manera de estar involucrado con la causa del ser persona, de formar a personas. Y esto hace que los chicos lo reconozcan, tarde o temprano, alguien marca la vida de quien supo enseñarles el camino de la felicidad, saber involucrarse en su misión. Por eso, Simón Bolívar escribió una carta el 19 de enero de 1824, estando en la cumbre de su gloria reconociendo a Simón Rodríguez su maestro de juventud como quien sembró en él esos anhelos de libertad, justicia y lo sacó de una vida frívola y sin sentido:
“Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted fue mi piloto. No puede usted figurarse cuán hondamente se ha grabado en mi corazón las lecciones que usted me ha dado, no he podido borrar siquiera una coma de las grandes sentencias que usted me ha regalado” (Simón Bolívar).
Por
Fabro, SJ
Reflexionemos:
¿Por qué tenemos miedo a involucrarnos?
Una razón, por no encontrar un sentido a lo que hago.
¿Cómo se involucra Dios en mi vida?
Haciéndose uno con nosotros –Enmanuel-
¿Cómo enseñar la felicidad a otros en este adviento?
Involucrándome en sus vidas desde mi autenticidad y fidelidad a la misión.