Un padre tenía dos hijos, a uno le pide ir a la viña a que lo ayude a trabajar, este, le dice:
- No quiero.
Luego reflexiona, se arrepiente y va.
Al otro le dice anda:
- El responde: SI VOY
Pero luego no va.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad del Padre?
No es una simple parábola para decirnos cómo son los chicos, incluso los adultos. En la respuesta que se vea, se está jugando la autenticidad de un modo de estar en el mundo, de una forma de ser auténtica, sin doblez, que supera el mero sentimentalismo, del quiero y deseo, en donde los seres humanos nos encerramos en caprichos como si fuera lo esencial de nuestras vidas.
Esta parábola dicha el lunes santo de la pasión del Señor Jesús y dicha contra las autoridades religiosas del tiempo de Jesús, es un examen claro de la realidad de la vida de los adultos, decimos una cosa y hacemos otra.
Representamos unos valores y vivimos otros, imponemos unas leyes para que la cumplan otros. No somos auténticos y las personas religiosas y sus líderes tienen el peligro de caer en este estilo de vida, que por no incomodar a la gente de bien se endulza el evangelio, que le hace perder toda su fuerza de cambio; por aceptar unas limosnas o unas caridades se priva de la libertad de aprender de la enseñanza final de la parábola en donde los “publicanos (cobradores de impuestos, que roban) y las prostitutas nos precederán en el Reino de los cielos”.
¿Qué nos quiere decir la palabra de Dios Hoy a esta sociedad dormida y embobada por la moda, la tecnología y el consumo desmedido en que se vive? Lo importante, lo que realmente decide el tipo de persona o creyentes que somos es nuestra cotidiana ACTITUD y actuación de valoración, servicio y solidaridad con las personas.
El tipo de persona y el modo de vivir que deseo ser y hacer no está dicho ni encerrado en reglas, ritos o modas. La esencia de lo humano es estar abiertos a la novedad de la vida y de Dios que hasta el último momento espera que yo actúe libremente para ser auténtico, sepa apreciar lo bueno, captar de verdad dónde está lo que vale. Pero el que se cree bueno, poseedor de la verdad, será el arrogante que cierra su corazón y se olvida que “los últimos serán los primeros”, pierde la sintonía con Dios y con las personas.
Dios no se cansa nunca de brindarnos su amor y darnos oportunidad de crecer, de ser mejores. El cambio depende de nosotros, seres libres e inteligentes, pero seres que dependemos del amor, del bien mayor. Querido Padre, madre de familia, querido educador, querido joven no te canses de abrir tu corazón a la novedad de la vida. No te rindas al sin número de derrotas que el manojo de contradicciones y las innumerables incoherencias de la vulnerabilidad de nuestro corazón, de la miopía de nuestra inteligencia nos hace cometer. El cambio es posible, el amor es real.
“NO TE RINDAS: Aún estás a tiempo de levantar el alma y comenzar de nuevo, liberar el lastre y entender tus miedos, aceptar tus sombras y desbaratar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
Tuya es la vida, tuyo también el deseo, aunque el frío queme, la tristeza muerda, el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños’’
Aún estás a tiempo de emprender el vuelo, continuar el viaje y perseguir tus sueños, porque existe el perdón y el amor es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Alza la mirada y acepta tu miedo, recupera la risa, extiende las manos y libera el deseo, despliega tus alas e intenta de nuevo, y sin perder más tiempo, retoma los cielos”.
(M. Benedetti).
Por
Fabro, SJ
Reflexionemos,
¿Qué hago cuando mis hijos o alumnos no responden?
El padre o madre, educador auténtico sigue señalando el horizonte, busca causas.
¿Qué es lo que se juega en las falsas respuestas?
La libertad del ser más que la captación de la verdad.
¿Cómo ser un buen hijo, creyente y persona?
Buscando la AUTENTICIDAD, cambiando de ACTITUD y ABRIÉNDOSE A LA VIDA.