Dos jóvenes en los patios del recreo de su colegio, cuentan lo que hicieron el fin de semana:
Susy le decía a Rosy: créeme por primera vez sentí lo que es el amor. Cómo así, le preguntaba su amiga, Jorge me dio el primer beso y fue tierno, me sentí querida, respetada y en confianza. Y lo más lindo, me regaló el protector de su celular, así lo recordaré todos los días. ¡El protector del celular de Jorge es símbolo del amor! Pregunta Rosy admirada de tan trivial comparación. Susy le respondió, todo depende del valor que le demos al detalle y de la fuerza que eso nos impulsa para hacer memoria de algo que nos empuja a vivir con sentido.
Juan, en cambio, en los mismos patios del colegio, comentaba a Luis, la aventura del fin de semana, logré hacer diez vuelta en el mini car y quedé octavo en la competencia entre cincuenta corredores. La gorra que me regaló mi papá es el símbolo de la fuerza para correr, pues no tengo la misma edad que los otros, pero tuve la audacia de hacerlo y quedé dentro de los diez mejores. Pregunta Luis, ¿Y una gorra es el símbolo de la fuerza para correr? No, claro que no, le responde Juan, es la memoria de quien me bendice y acompaña en los momentos duros de mi vida, me hace recordar las carreras que él hacía y me transmite su bendición, que me acompaña en mi misión.
¿Qué de común tienen estas historias de la vida cotidiana?
Tienen en común el símbolo que les ayuda a pensar en alguien, en algo que les da sentido a su vida.
En la vida de fe, estamos llenos de símbolos que los consideramos religiosos, separados de la vida, para prepararnos a otra vida, eso nos han enseñado. Sin embargo, no es así, los símbolos religiosos son símbolos de vida, como decían los chicos en su conversación, me dan fuerza para vivir con sentido, para vivir con ilusión la misma que pone en práctica la imaginación, que nos hace pensar que hay otra forma de vivir, de relacionarse, que la que puede encontrarse en la materialidad de la historia.
Los gestos más importantes de nuestras vidas son libres, los hacemos porque deseamos sin opresión, son gratuitos, a lo mejor no valen nada y solo impactan en quien les da su valor. Así es el amor, libre y gratuito, no es pura química, es una atracción involuntaria que provoca una decisión voluntaria, deseo caminar contigo para vivir bien y feliz. Ese es el significado de un sacramento, un “símbolo del amor”.
Para quienes van a hacer su primera comunión y la confirmación es necesario que entiendan esa decisión no por un mandato, o porque me lo piden mis padres o es una obligación, sino por un sentido. El grado de conciencia obvio que es distinto.
El pequeño de diez años que hace la primera comunión tiene las inteligencias suficientes para percibir algo bello que no se puede expresar con meras palabras sino que necesita gestos, símbolos, el pan y el vino alrededor de una mesa, de un altar. El joven que hace la confirmación con un grado de mayor conciencia y con una preparación más exigente, comprende que en la vida hay que jugárselas por algo mayor a los propios intereses y que vivir en una sociedad plural y compleja requiere un grupo de amigos y amigas con los mismos ideales que nos dan alegría para caminar con sentido.
Los símbolos de la confirmación por excelencia son el aceite y la imposición de las manos. Nos recuerdan la unción de los reyes para una misión “practicar el derecho y la justicia” (1R1:39), esa misión individual es para comprometerse con un proyecto social que da dignidad y esperanza a una comunidad. Por ello, la fe no se separa de la vida ni de las cosas pequeñas del día a día que forjan el futuro.
Hacer la confirmación significa hacer memoria de Jesús que nos enseñó el camino del amor y por ello continuamos su misión, transmitido por la imposición de las manos y profundizado en el fuego del Espíritu, cuya luz me da calor y me guía en el caminar para cumplir mi misión y vivir con sentido. Como decía Víctor Frankl: “Cada cual tiene su propia vocación específica o misión en la vida. Cada cual ha de realizar una tarea concreta hasta su cumplimiento. En ella no puede ser reemplazado y su vida no puede vivirse una segunda vez. Por lo que la tarea de cada cual es única, como lo es su específica oportunidad de llevarla a cabo”.
Por
Fabro SJ
Reflexionemos:
¿Qué es un símbolo?
Es profundizar en los pequeños detalles que me hacen recordar de grandes sentidos
¿Cuándo hay un símbolo de Amor?
Cuando es libre, gratuito y lo acepto con ilusión
¿En qué se parecen los símbolos religiosos a los símbolos de Amor?
Hacen memoria de un amor mayor para una misión en la vida.