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ENCONTRANDO MIS POR QUÉ


En la vida es necesario poner metas y objetivos para vivir por una causa, un proyecto. Pero no es la razón última de mi existencia. Una cosa es el para qué vivir, y es mi lucha de todos los días. Pero otra es el por qué; aquí surge el manantial de conflictos. ¿Dónde encontrar la fuente de la vida que me dio el ser y el existir? Teorías no servirán, cosas se desvanecerán, apegos se esfumarán y no darán consistencia. Solo un corazón inquieto encontrará la paz si sabe tener la actitud correcta ante la vida.

Muchos sienten la vida como un deber, tanto en lo personal como en lo social. El joven para quien escribo estas líneas exige que le den todo, pues por algo lo trajeron al mundo, y su tiempo de maduración demorará, por ello, pide todo lo que quiere. Pero eso no es lo malo, lo malo está en que muchos padres así lo creen y lo hacen; hacen de todo por contentar a sus chicos, hacen infinidad de sacrificios para darles lo mejor, entre ellos el de tenerlos en colegios que se les dificulta pagar, universidades que no pueden alcanzar. Papá o mamá lo conseguirán. Entonces las tensiones, arrugas y estrés es el pan de cada día en la familia y así es en lo pequeño y cotidiano, ¨me deben dar no solo ropa y comida, sino todo aquello que necesito para divertirme¨.

Pocos, sienten la vida como un don. La vida es un regalo y hay que cuidarla. No puedo exigir aquello que me dan por gratuidad, ya que el amor ante todo no es una exigencia sino una entrega libre y gratuita de una relación que solo se sostiene en la reciprocidad. Entonces la alegría de saber vivir con lo que necesito me lleva a vivir ligero de equipaje y sin tanto estrés ni amargura. “Dios me lo dio, Dios me lo quitó”, suele decir la gente sencilla, en una frase que puede sonar a fatalismo o resignación; pero no lo es, cuando se vive en libertad y alegría las exigencias del amor no pasan por el tener cosas o me deben dar, sino por el reconocer lo que el otro necesita y aprender a dar el primer paso y yo estar allí, cerca, dispuesto.

Hoy en día en la sociedad que vivimos se nos quitan muchas veces los espacios para la gratuidad, todo se compra, todo se vende. No hay tiempo, debo hacer esto debo hacer lo otro. Ojalá aprendamos que solo un corazón agradecido sabrá encontrar el tiempo y el espacio para lo que vale, la amistad, la familia, la oración, la compañía al que sufre, al que está solo, al amigo desorientado, al viejito abandonado. Entonces mi corazón ponderará aquello que me ayudará a crecer, desarrollar mis talentos, encontrar mi lugar en el mundo, la compañía correcta, la actitud adecuada para enfrentar tanta maldad y mediocridad por entender la vida desde el deber ser y la exigencia, y no desde la gratuidad y el don que es el saber dar, despojarse, “salir de tu propio amor, querer o interés”. Es lo que dicen los expertos de la sique, cuando comprendo que la vida es UNA, me libero del pensamiento dual, soy libre de mente, capaz de ver la realidad. La espiritualidad habla del olvido del yo, para el encuentro del TU, eso es un corazón agraciado.

“Un joven compositor acudió en cierta ocasión a Mozart para que le dijera cómo desarrollar su Talento. –le aconsejaría a usted que empezara por cosas sencillas, le dijo Mozart. –Canciones por ejemplo-. Pero usted componía sinfonías cuando todavía era un niño-. Protestó el joven. ¡Es muy cierto, dijo Mozart- pero yo no tuve que acudir a nadie a que me dijera cómo desarrollar mi talento”.

Un corazón agradecido, que vive la vida como un don encontrará las respuestas a sus por qué.

Por

Fabro S.J

Reflexionemos:

¿Cómo entender la vida?

Como DON o como Exigencia

¿A qué me lleva cada postura?

Al Capricho o a la Libertad

¿Cómo encontrar la respuesta?

Sigue el consejo de Mozart.


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