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María: Mensajera de la Esperanza


El papel de María como mujer en la sociedad y del creyente en la historia.

Creer, ¿para qué?

Es la pregunta de quien intenta comprender el mundo y el papel de las religiones en la historia. Está a un paso de la fe, tiene dudas y se queda en la otra orilla por la pésima calidad de los testigos que decimos tener fe.

Creer, ¿para qué?

También se pregunta quien se esfuerza en encontrar sentido a su vida, sin embargo, el poco diálogo que hay desde la coherencia de los valores y la subjetividad razonada de los que buscan salir del agnosticismo o indiferentismo de muchos para encontrar una evidencia más plausible a las convicciones de los que creen, hace que permanezcan sin cruzar la frontera del misterio.

Creer, ¿para qué?

No es solo la pregunta del ateo, del filósofo, ni del pragmático hedonista, pues muchos adinerados con fe creen por la dicha de tener cosas y no de ser personas creyentes.

Creer, ¿para qué?

También es la pregunta del que batalla en la vida, cruzando fronteras para encontrar salidas.

Cruzar la frontera es una aventura, un riesgo o una sorpresa. Muchos lo hacen y ciertamente no es ninguna aventura agradable, hay muchos riesgos. Así es la vida, lo cierto es que los migrantes, especialistas en cruzar las fronteras no tanto geográficas, cuanto existenciales, en este tiempo de adviento nos enseñan con su testimonio de lucha, con su esperanza por construir nuevos días, que la vida está llena de sorpresas y en esa sorpresa muchos lo han experimentado por esa fe que provoca sus convicciones. Vale la pena esperar, pero solo se espera cuando se lucha por la meta y esa meta solo se la consigue confiando en sus fuerzas naturales y sobrenaturales, enseñándonos que lo divino solo se lo percibe en lo humano y lo humano nos llena de sorpresas, no solo de maldades o atrocidades como lo hacen ver los medios de comunicación.

Déjate sorprender es nuestro lema de adviento, Dios es el Dios de la vida y la vida vale la pena vivirla; por algo, cruzamos la frontera y nos arriesgamos no solo por tener cosas, sino por ser útil a la sociedad y a la historia. Fue el ejemplo de María, solo pudo ser madre por ser mujer y es mujer que da vida en el servicio de las cosas que valen, como cuidar al niño desde el vientre y servir a su prima Isabel en su gestación (Lc 3). Esos ejemplos sencillos son los que revelan el valor de la fe y del para qué creer, para servir; eso es misionar y testimoniar una buena noticia.

Un ejemplo sorprendente en nuestros días, me lo dio un chico migrante de mediana edad, menos de treinta años, quien tenía su vida arreglada en un trabajo que le daba todas las garantías legales. Le ofrecieron un trabajo en un albergue de la ciudad, donde debía trabajar 24/7 todos los días, la emergencia se lo pedía, su corazón que latía por servir no dejó pasar esa oportunidad. Al presentar a su jefe la renuncia, este no lo podía creer; pero “Chamo” qué haces, tienes todo, tienes futuro en esta institución, te has ganado el corazón de los chicos, tienes carrera por un buen tiempo, no seas tonto, piénsalo bien, discierne bien la cosa. Ya lo hice Padre, solo sigo mi corazón y este me dice que ahora que ya he cruzado varias fronteras hasta llegar acá, a este país maravilloso y que me he instalado, me pide cruzar una nueva frontera: la de mayor riesgo laboral, pero mayor servicio; esta vez serviré a mis hermanos venezolanos y a todo aquel que cruce las fronteras territoriales, encontrará pan, techo para el camino y una mano amiga.

La vida nos da sorpresas y el corazón del ser humano cuando ama, nos da mucho más de lo que podemos imaginar. El amor cruza fronteras y la fe mueve montañas de manos y esfuerzo para atender la nueva ola de migrantes que se nos viene. Los políticos no entienden; los adinerados del poder no arriesgan su capital. La fuerza de los pobres y de los empobrecidos nos señalan el camino de humanidad que debemos repensar.

Creer, ¿para qué?

Para dar el primer paso y cruzar las fronteras geográficas y existenciales y no solo llegar a la otra orilla, sino que abrazaré a un hermano o hermana y podré construir la historia haciendo nuevos caminos, repensando proyectos, recreando mi vida.

Fabro S.J.

Reflexionemos:

Creer, ¿para qué?

Para dar el primer paso y cruzar las fronteras de la vida.

¿Qué es una frontera?

No solo la superación de un límite, sino el entrecruzamiento de la vida y de la historia.

¿Cuál es la gran frontera de la humanidad hoy?

Abrir las puertas a los migrantes, abrir el corazón para los migrantes.


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