Cada vez escuchamos con más frecuencia esa frase "El Amor es Libre" sin entender su significado. He participado recientemente en dos conferencias de grandes autores ,que entre ellas, con diferentes enfoques, hablan de Amor y llegan al mismo punto. "Dios es Amor y nos Amó tanto que dio su vida por nosotros" decÃa uno de ellos; el otro en cambio decÃa "Dios nos Amó tanto que siempre buscó nuestro bien". En común tenÃan un gran significado del Amor; quien Ama busca el bien de la otra persona, está siempre dispuesto a hacerla feliz y no causarle sufrimiento; es por eso que nos entregamos sin restricciones ante esa persona que dice amarnos porque el Amor es buscar el bien del otro y quien busca el bien de la otra persona no podrá causar nunca daño alguno. Partiendo de ese significado debemos entender la libertad del Amor, que no tiene nada que ver con: "yo soy libre y hago lo que sea", dañando y pasando por encima de la otra persona. La libertad del Amor siempre va determinada por mi sentimiento profundo y la decisión de buscar el bien de a quién decidà Amar y si es asà nunca será una camisa de fuerza que me trae amargura y desgaste, pues en ese sentimiento sólo podrá existir felicidad de hacer el bien. Sin embargo, no seamos ingenuos, esto suena muy bonito en las conferencias y en los libros, pero en la práctica se va poniendo muy difÃcil de cumplir. Nuestra condición humana, la misma que vivió Jesús, nos hace ver que podemos llegar a ser débiles y experimentar el sufrimiento. Eso no quiere decir que sea malo, debemos afrontar el sufrimiento como parte de crecer y no de estancarnos, de volver los ojos a Dios y alimentar nuestro espÃritu y Amarnos. El Amor hace parte de un proceso del dÃa a dÃa que me lleva a ir madurando en el Amor, me lleva a reconocerme y a reconocer la persona con la que he decido vivir, compartir ... caminar juntos en la búsqueda del bien común, del servicio y de la libertad. He leÃdo una fábula de Jorge Bucay que sin duda nos hará reflexionar sobre algunos puntos claves: - La decisión y entrega - La constancia - La aceptación de la realidad. - El Amor propio. Al final la invitación es a reflexionar.
La Princesa busca Marido.
HabÃa una vez una princesa, que querÃa encontrar un esposo digno de ella, que la amase verdaderamente. Para lo cual puso una condición: elegirÃa marido entre todos los que fueran capaces de estar 365 dÃas al lado del muro del palacio donde ella vivÃa, sin separarse ni un solo dÃa. Se presentaron centenares, miles de pretendientes a la corona real. Pero claro al primer frÃo la mitad se fue, cuando empezaron los calores se fue la mitad de la otra mitad, cuando empezaron a gastarse los cojines y se terminó la comida, la mitad de la mitad de la mitad, también se fue. HabÃan empezado el primero de enero, cuando entró diciembre, empezaron de nuevo los frÃos, y solamente quedó un joven. Todos los demás se habÃan ido, cansados, aburridos, pensando que ningún amor valÃa la pena. Solamente éste joven que habÃa adorado a la princesa desde siempre, estaba allÃ, anclado en esa pared y ese muro, esperando pacientemente que pasaran los 365 dÃas. La princesa que habÃa despreciado a todos, cuando vio que este muchacho se quedaba empezó a mirarlo, pensando, que quizás ese hombre la quisiera de verdad. Lo habÃa espiado en Octubre, habÃa pasado frente a él en Noviembre, y en Diciembre, disfrazada de campesina le habÃa dejado un poco de agua y un poco de comida, le habÃa visto los ojos y se habÃa dado cuenta de su mirada sincera. Entonces le habÃa dicho al rey:
- Padre creo que finalmente vas a tener un casamiento, y que por fin vas a tener nietos, este es el hombre que de verdad me quiere.
El rey se habÃa puesto contento y comenzó a prepararlo todo. La ceremonia, el banquete e incluso, le hizo saber al joven, a través de la guardia, que el primero de Enero, cuando se cumplieran los 365 dÃas, lo esperaba en el palacio porque querÃa hablar con él. Todo estaba preparado, el pueblo estaba contento, todo el mundo esperaba ansiosamente el primero de Enero. El 31 de Diciembre, el dÃa después de haber pasado las 364 noches y los 365 dÃas allÃ, el joven se levantó del muro y se marchó. Fue hasta su casa y fue a ver a su madre, y ésta le dijo:
- Hijo querÃas tanto a la princesa, estuviste allà 364 noches, 365 dÃas y el último dÃa te fuiste. ¿Qué pasó?, ¿No pudiste aguantar un dÃa más?Y el hijo contestó:
- ¿Sabes madre? Me enteré que me habÃa visto, me enteré que me habÃa elegido, me enteré que le habÃa dicho a su padre que se iba a casar conmigo y, a pesar de eso, no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor, pudiendo hacerlo, no me evitó una sola noche de sufrimiento. Alguien que no es capaz de evitarte una noche de sufrimiento no merece de mi Amor, ¿verdad madre?
-Cuento de Jorge Bucay-
Por:
Letras al Alma