Tratar de entender la vida es complicado, pues se necesitan razones para entender muchas veces el absurdo de la guerra, de gente insolidaria e insensible ante el sufrimiento del otro.
Duele ver cómo tratamos a los migrantes Venezolanos en mi país, si bien hay gente maravillosa que intenta ser diferente, hacer algo y lo hace, muchos despotrican contra los migrantes, imágenes crueles de cerrar fronteras, separar familias, hacen invivible lo más bello que tenemos: la ¡vida! Mucho más difícil es tratar de entender la enfermedad, la muerte y el mal.
¿Cómo caminar sin comprender?
Eso es imposible en nuestra naturaleza está la pregunta como la capacidad innata del ser humano para construir su historia, realizar proyectos, buscar respuestas, construir paradigmas que le permitan leer la vida desde una óptica que no es la de la mera rutina o inmediatismo, sino de despertar sueños, abrir horizontes.
El punto está en comprender lo que debo comprender y solo lo haré si percibo el valor de lo provisorio, de las acciones libres, del error como estructura de nuestro límite, no sabemos todo, necesitamos tantear, sumergirnos en las aguas del misterio que me llevará a bordear una respuesta a la otra orilla. Por ello, la vida es un regalo, no me la doy a mí mismo, su fundamento no está en mí, esa es la primera comprensión que debo tener. Lo verdaderamente absoluto que me encuentro es la relatividad de mis teorías, paradigmas o razones.
Caminar sin absolutizar es la clave del esfuerzo mental, intelectual y sobre todo espiritual, siempre debo hacerlo para no dejarme impactar ante tanta maldad y mediocridad, celos, envidias con que nos encontramos. Esto da esperanza, puedo a través de mis errores y equívocos tantear otras alternativas, gustar de buenas compañías, despedir malos momentos y profundizar en los buenos. Este es el mayor regalo que puedo comprender. Todos los días son una oportunidad para mostrar la actitud que tengo antes mis sueños, ideales, estos se manifestarán en mi trabajo.
Caminar con alegría es la mejor respuesta que le puedo compartir a un joven cuando me pregunta por el sentido de mi vida. Esto solo se visualiza en la sonrisa, la caricia sincera de una mano amiga, el plato típico de lo nuestro que no tiene precio ni comparación, más cuando se ha hecho con tanto amor, hace que la alegría se exprese en un baile, un abrazo, un tortazo que dicen que el misterio de la vida es “danzar sobre un abismo”, que para quienes tenemos fe, ese abismo es el fundamento de nuestra existencia, que dio origen a esta aventura del vivir, razonando, luchando, amando, esperando, creyendo, pero sobre todo caminando como eje de no estancarnos en la mediocridad del montón, a pesar de estar en el ecuador de la vida. Gracias amigos, gracias papá/mamá Dios.
Por
Fabro, S.J.
Reflexionemos:
¿Qué es la vida?
Un don que debo valorar
¿Se puede caminar sin comprender?
NO, nuestra naturaleza es saber preguntar
¿Cómo caminar correctamente?
Relativizando muchas cosas y contagiando la alegría de existir.