Una de las dinámicas tradicionales que usan los centros educativos para integrar a los estudiantes es agruparlos arbitrariamente por apellidos, por notas, por conductas, mas no por afinidad, sueños e ideales. Se lo hace siempre desde la visión de adultos, para mantener orden y disciplina y no por criterio psicopedagógico o neurocientífico; aún nos queda mucho que aprender en educación. Pero sea el criterio que sea, los chicos sobreviven y buscan lo mejor para ellos, saber vivir, saber crecer, buscar sus amistades que los marcarán como los “panas” de toda la vida.
Integrar un grupo es uno de los desafíos más importantes que tiene un centro educativo. La tarea no es fácil ya que vienen de familias muy distintas, de lugares no siempre cercanos. En colegios de tradición tienen un número que superan los 30 integrantes por aula. Sin embargo, cuando se los viene trabajando desde lo académico, lo espiritual y lo psicológico, con un equipo de profesionales que trabaja interdisciplinariamente, que se reúne semanalmente, que lleva una ficha técnica, que sabe compartir información respetuosa y relevante con los directivos del centro, la mirada del educador, entonces está atenta a ver qué pasa en esos grupos que deben integrarse cada semana y marcar el ritmo de la cultura inspiracional en donde los valores humanos y espirituales son la clave. Se mide esa dinámica con la asistencia de los chicos a los campamentos, convivencias, los problemas que hay cada semana.
Cierto día, un grupo de estudiantes se dispuso a reflexionar por qué la gran mayoría de su curso no quería asistir a los campamentos, que para muchos otros, es la experiencia más formativa que se tiene en el año y los chicos la esperan con ansia. Algo había pasado con esta promoción, se quejaban que los campamentos son aburridos, que el bello sitio para muchos ya no lo era para ellos. Había que escucharlos y se les pidió reflexionar sobre qué desean y en dónde, para así conocer qué estaba pasando con ellos. Eligieron un día entero de convivencia en un lugar hermoso cerca del río. Vieron una película, oraron, tuvieron misa, jugaron, comieron, pero sobre todo reflexionaron en una Rutina de Pensamiento de los Cuatro Puntos Cardinales:
- Qué me Emociona
- Qué me preocupa
Para luego continuar al día siguiente con:
- Cuáles son mis Sueños
- Con los compromisos, qué marcarán el Norte del grupo.
He aquí un resumen maravilloso que sus acompañantes dejaron expresar a los chicos, quienes escribieron:
Me Emociona: Graduarme en el colegio, aprender algo nuevo cada día, ver a mis amigos, el deporte.
Me Preocupa: No pasar el año, aulas más cómodas y aclimatadas, mejorar el deporte, que haya nuevos deportes.
Mis Sueños son: Unirnos entre promociones, no solo la nuestra. Que tengamos nuevos espacios recreativos, clases nuevas, queremos aprovechar las nuevas metodologías que nos están brindando en el colegio, que haya más deporte. Que en el colegio haya más intercambio con otros países, que toda la promoción se conozca de verdad y seamos más unidos. Graduarme con todos mis amigos. Deseo estudiar fuera del país. Sueño con cumplir mis metas. Debemos en el colegio mejorar el nivel de enseñanza. Nuevos métodos de aprendizaje. Soñamos con ser buenos profesionales, formar una familia.
Para cumplir estos sueños, fomentar buenas emociones, superar mis preocupaciones
Nos Comprometemos a: Saber utilizar los materiales que el colegio nos brinda, aprovechar los espacios de reflexión que el colegio nos brinda, entender y aplicar los métodos que el colegio nos da. Por ello, me comprometo a superarme a mí mismo, prestar más atención, a ayudar cuando alguien me necesite, me comprometo a hacer deporte y llegar a dar lo mejor de mí al equipo. A ser buena persona.
Terminaron aclarando todo esto en un mapa de pensamiento para ponerlo en sus aulas y hacer memoria de sus sueños y compromisos y reformulando el sentido de sus estudios como el de su promoción.
Cualquier comentario es hacer juicio con prejuicio de adulto, hagamos un acto de fe y confiemos en lo que nuestros chicos son capaces, y seguro son capaces de mucho.
Por
Fabro, S.J.
Reflexionemos:
¿Cómo integrar un grupo de chicos?
Acompañándolos desde un equipo interdisciplinario que este cerca cada semana de ellos.
¿Qué hacer cuando hay problemas de integración?
Parar lo que se hace, escucharlos e interpelarlos.
¿Cómo no perder el horizonte en la formación de los chicos?
Confiando en ellos y siendo flexibles en lo accidental.