He visitado el Colegio Jesuita San Francisco Javier ubicado en la ciudad de Pasto, Colombia, Departamento de Nariño. Tuve la fortuna de conocer muchos jóvenes de allí con muchas ganas de expresarse, de compartir lo que hacen, de demostrar sus distintas habilidades, inteligencias múltiples, llaman los expertos. Y me surgió la pregunta ¿será que los jóvenes son iguales en todas partes del mundo?
La respuesta no es clara, si somos sinceros. Obvio que todos somos distintos por psicología, tipología y neurología; el funcionamiento de mi neurona cerebral es distinta en mi caso, pues depende de mi capacidad y contexto de hacerla funcionar. Un refrán popular dice que “cuando nos creó Dios, rompió el molde”. Somos únicos e irrepetibles, la individualidad es la característica de nuestra esencia, nos ha dicho la filosofía por muchos años, lo que ha hecho que la cultura occidental tenga al individuo como centro, en donde se reclame o se privilegie solo sus derechos y no los deberes; en donde la libertad, mi libertad entendida cómo hacer lo que yo deseo o necesite, ha hecho que esos seres humanos que hoy conocemos como narcisistas, enamorados de sí mismo, egocentristas donde el otro, el distinto, no existe, por ello la insensibilidad y la falta de solidaridad es uno de los males de nuestras sociedades.
Conversando con los chicos de Pasto, del colegio Javeriano, me muestran que es necesario ahorrar para ayudar a sus padres a pagar la chompa que quieren para la promoción este año, para pagar conferencistas que los ayuden en su orientación en el mundo, para hacer algún proyecto social y embellecer su ciudad o aliviar el sufrimiento de un indigente. ¡Me ha impactado! Estos jóvenes son distintos de la media, son distintos del cliché que tenemos de la juventud narcisista. Entonces son ¿iguales o distintos?
La respuesta lo aclara la vida. En mi colegio los chicos del Consejo Estudiantil son muy parecidos, pero se reducen a 20 de 850, los que inspiran y practican esa característica. Los chicos de los grupos apostólicos, que libremente se reúnen todos los sábados y visitan sitios muy pobres y hacen actividades por ellos, se parecen mucho o son igualitos a los chicos de Pasto. Pero son 20, la gran diferencia es que no son actividades aisladas las que proponen los chicos de Pasto, son parte de su proyecto de vida que van elaborando desde octavo año y como parte integral de sus proyectos interdisciplinarios.
¿Dónde está la diferencia? Nosotros en mi comunidad educativa tenemos una propuesta integral de formación pero la llevamos aisladamente por disciplinas, asignaturas, creemos que lo espiritual y lo social lo llevan los docentes que llamamos pastoralistas, donde lo académico no tiene nada que ver. El Colegio Javier de Pasto, su comunidad educativa lo ha integrado en su quehacer diario y es la vida la que se trata en las clases a través de proyectos interdisciplinarios que van desglosando el modelo de persona que se quiere formar en el día a día con la creatividad de los chicos e integrándola en la estructura de su colegio.
Los chicos son distintos por sus características personales y eso es bueno. Pero son iguales es sus posibilidades de hacer el bien, de ser creativos, de amar. El cómo hacerlo es personal, el qué hacer es el sueño de mejorar el mundo, cuidar la casa común y embellecer su país y ciudad y eso es un proyecto común. Gracias a sus docentes y directivos que van escuchando a los jóvenes, acompañando sus procesos y liderando una propuesta formativa interdisciplinaria, interactiva e integral. ¡Lo que serás es lo que ya eres mejorado por la educación!
Por
Fabricio Alaña, S.J.
Reflexionemos:
¿Los jóvenes en el mundo son iguales o distintos? Iguales en sus posibilidades y distintos en su condiciones y contextos. ¿Cómo los jóvenes pueden desarrollar sus posibilidades? A través de un plan de vida integrado por el colegio y la familia. ¿Qué pueden demostrar como propuesta de su plan de vida ?
Ayudar a sus padres a pagar su ropa, embellecer su ciudad, buscar reflexionar sobre los problemas juveniles.