El misterio del ser humano no se resuelve de la noche a la mañana, tampoco en una eternidad. Es una búsqueda con sentido. La pauta está en saber dónde ponemos nuestro centro, aquella esencia que nos hace ser y nos hace capaces de dar como de recibir. Para ello, hay que saber ver. Y ese es nuestro problema, vemos lo superficial y no lo profundo, nos enredan las apariencias, las luces artificiales no valoramos lo natural, lo confundimos con naturalismo o ecologismo, y no con lo que nos sostiene y devela lo que somos o podemos ser. Así no hay nada que agradecer ni acoger, sino exigir e imponer.
El misterio del ser humano, tiene su punto crítico en la juventud. Allí vemos todas las posibilidades. En la juventud apostamos por cómo queremos ser en adelante, hombres y mujeres que ponen su centro en el yo, el cuerpo, su mente, en sí. U hombres y mujeres que en la relación con los otros, con la naturaleza y con lo trascendente, llámalo Dios, Padre, Abba, Señor, Creador, Energía pura para que veas que el misterio no se encierra en sí mismo, sino que se desvela, saben que el centro está en la relación con otros, con el Otro. Entonces la vida y nuestras búsquedas tienen sentido, no estamos solos, somos capaces de crecer, porque podemos dar y recibir, abrirnos y desarrollar lo mejor de nosotros. Descubrir el centro, es tarea de toda una vida o es un saber abrir los ojos y mirar tu historia, la vida desde otra perspectiva.
Cada fin de año, nos invita a un balance. Termino tomado de las ciencias contables para tener objetividad de las pérdidas y ganancias, del debe y del haber, de lo que tengo y de lo que adeudo, de lo que puede ser mío y de lo que no será mío. En el crecimiento humano, hay que saber ver qué es realmente lo mío, que no haya recibido. El balance humano no está en éxitos contables o cuantitativos, aunque los necesitemos. Está, pensando en el año contable que viene, para seguir con esta comparación, en las posibilidades y los escenarios que pueda armar gracias a la valentía, creatividad y alianzas que pueda forjar. Humanamente hablando, siempre podré levantarme y recuperarme si aprendo de los errores, si aprovecho oportunidades y si me atrevo a dar el primer paso.
Querido joven, querido lector de la edad que tengas ¿qué paso tenemos que dar para comenzar un mejor año en humanidad? ¿en crecimiento cualitativo? ¿en saber desplegar lo mejor de nuestro centro que es el equilibrio de las relaciones? O dicho en términos creyentes, en saber descentrarme para encontrarme en el amor. Solo las personas que aman sabrán crecer cualitativamente, tendrán balance positivo, a pesar de los problemas, las envidias, las incomprensiones, porque el centro de su vida no está en el ego sino en el eros y ágape, en el amor sano al otro, desde la carne, aquella carne que Dios asumió en Jesús, y así nos asume y acoge a todos; como en el amor solidario, aquel que da sin esperar nada a cambio.
Dos palabras resumen la noche del fin de año en mi corazón: AGREDECER Y ACOGER. Agradezco, por todo lo bueno y malo, por los fracasos y problemas, me hacen más humano, pero gradezco en especial porque he palpado ese amor solidario en jóvenes que se han unido en muchas campañas de navidad, de solidaridad, de dar esperanza al que sufre, de compartir lo que son, de saber que el otro no es un enemigo, sino un hermano, un amigo, una pareja, un compañero. El sentir cariño y consuelo, sin yo merecerlo es lo que más me ha dado este año. GRACIAS, a todos y todas.
ACOJO con temor, porque así me siento ante lo incierto y ambiguo, ante lo que no conozco aún, pero con esperanza, vendrán nuevos desafíos y oportunidades, y como en este año que termina podré y podremos salir adelante, si tenemos claro que el centro del misterio está en la relación y mantener relaciones abiertas, trasparentes e incondicionales es la clave del crecimiento en lo humano. Todos los otros objetivos, cursos, diplomas, trabajos, son necesario, pero no son el centro de nuestras vidas ni de nuestra felicidad. No se trata de manos que dan, recibirán, no es una mercancía, sino de mente, corazones y manos abiertas para saber apretar otra mano amiga o una herramienta que nos permita crecer y salir adelante.
En Palestina existen dos mares. Un mar en donde bullen los peces, las aguas fluyen, entran y salen, da vida. Se llama Mar de Galilea. Y otro mar, en donde solo recibe agua, nada fluye, no hay vida. Se llama Mar Muerto. ¿En qué tipo de mar navega nuestra vida? Estamos a tiempo de crecer humanamente. Cada año lo es. “Trata de ser siempre la mejor versión de ti mismo, y no una versión de segunda clase por imitar a otras personas”. Acoge tu esencia en las relaciones con los demás. Feliz año.
POR
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR
¿QUÉ BALANCES HACES AL TERMINAR EL AÑO?
Positivo o negativo, probable o estancando.
¿CÓMO DESARROLLAR BALANCES HUMANOS POSITIVOS?
AGRADECIENDO Y ACOJIENDO lo que viene.
¿CÓMO VIVIR EL MISTERIO DE LA VIDA?
Descentrándose para encontrar.
Comentários