De un poema de Victor Hugo (1802-1885):
“Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa/ y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer/ y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor/ y es necesario dejar que fluyan entre nosotros”.
Así que mi querido Joven, por quien escribo desde hace algunos años, no sé quién mismo me lee, a veces, siento que son tus padres, alguno de tus docentes o el señor o señora de tu barrio que suele comprar el Diario o conectarse con mis redes, blog. Lo cierto es, que este espacio es para ti. Eres lo más sagrado que tenemos en el país, junto con la niñez y adolescencia. Tu eres joven, próximo a ser adulto. Se acabó la secundaria. ¿listo para la siguiente etapa?
Ese es un punto problemático para muchos de ustedes, tus padres, la sociedad. Las universidades hoy te ven como una mercancía. Te necesitan, para tener alumnos. Lo debo decir con seriedad. Lo ideal sería para formarte. Y si una propuesta formativa es buena, tú mismo y tus padres estarían buscando esa universidad que no necesita de marketing ni publicidad para tener alumnos.
Hoy en día, todos usan la publicidad como técnica de consumo, atraer alumnos, no como una socialización de las propuestas de desarrollo, de innovación que necesita el país y del encuentro con la VERDAD, con mayúscula. Aquella que nos muestra la calidad del ser humano que debe salir de un centro educativo, sea secundario o universitario. Ojalá me equivoque, y las universidades sean centros no solo de producción de conocimiento, sino de construcción de proyectos sociales en donde los profesionales desarrollen no meramente sus competencias académicas o técnicas, sino las humanas.
La verdadera virtud, arete en griego, es la excelencia. Una universidad es buena no por producir buenos profesionales sino por ayudar al desarrollo de la persona a vivir en plenitud y saber vivir con otros para encontrar y gozar de la libertad, verdad, justicia y unidad que provoca el encuentro con otros. Si esto es cierto, nuestra sociedad sería otra y no hubiera corrupción, pobreza, violencia o maltrato. Lo real no puede aplastar lo ideal. Luchamos para que seas libre y mejor, más persona, más humano y competente, capaz de amar, valorar lo bueno, bello y justo. Eso es educar. Y allí están los indicadores para salir de un centro educativo bien formado.
“No madures muy deprisa”, nos decía Victor Hugo ¿qué mismo quiso decir? Lo cierto es que el siguiente verso completa su pensamiento, “cuando madures no insistas en rejuvenecer”. ¿Qué te puedo decir? encontrar alguna pista para saber si ya estás bien formado o listo para la siguiente etapa es signo de tu maduración y de salir de un buen centro educativo. Eso significa: 1) que ya tienes un proyecto de vida bien elaborado. Tu centro educativo, entero, no solo los famosos DECES (Departamento de Consejería) te inspiraron y ayudaron a armarlo. 2) eso significa que sabes la profesión que te ayudará a desarrollar tus talentos, 3) a ponerlos en práctica sirviendo a la comunidad y país. Y no solo a ganar dinero o incrementar el patrimonio familiar. El Ecuador y América Latina no pueden ser los lugares de mayor inequidad social. Teniendo las riquezas naturales no las sabemos aprovechar, peor repartir para que no haya miseria ni niños sin hogar, falta de pan y rosas.
A lo mejor mis palabras suenan muy técnicas o abstractas, por ello acudo a la poesía o metáforas. Si sabes la necesidad del pan, comprenderás que se estudia no solo para alimentarte, sino para tener para qué vivir: llevar el pan a tus seres queridos, buscar la justicia y la dignidad de las personas, todos tenemos derechos a ellos y en especial los que no tienen trabajo, tierra ni techo. El saber buscar el pan te ayudará a encontrarlo para ti y para otros. Y si sabes ver, oler y admirar las rosas tendrás razones por qué luchar. Hay cosas que solo se pueden percibir, experimentar, gozar y agradecer como la amistad, la belleza las relaciones humanas, la fe, la libertad.
Si sabes valorar el pan y las rosas en su justa dimensión has encontrado para qué vivir y por qué luchar. Estás preparado para desarrollar tu excelencia humana. No solo para entrar a una universidad. ¡Animo Bachiller! Te queda poco. Y si no sabes valorar el pan ni las rosas, porfa no trates de rejuvenecer, sigue caminando. Libera-agradece, pero camina.
“Te deseo también que ninguno de tus afectos muera/ pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte/ y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer/ y que, siendo mujer, tengas un buen hombre/ mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos/ y sonrientes, aún sobre amor para empezar de nuevo”.
Por:
P. Fabricio Alaña S.J
PARA PENSAR
¿CUÁNDO SABEMOS QUE UN CENTRO EDUCATIVO ES BUENO?
Cuando prepara personas que arman un proyecto de vida.
¿QUÉ ES LO ESENCIAL EN UN PROYECTO DE VIDA?
Elegir para qué vivir y por qué vivir. Saber valorar el pan y las rosas.
¿QUÉ SE LE PUEDE DECIR A UN JOVEN QUE NO ESTÉ LISTO?
Que libere, agradezca y camine.
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