CONSTRUIR UN FUTURO SIN VIOLENCIA
- fabroparatijoven
- Sep 7
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Dice la canción mexicana: AQUÍ TAMBIEN SE LLORA: “Mi tierra tiene color, pero ya no brilla, cada calle lleva sangre, cada esquina una pesadilla. Mi tío no volvió se lo tragó la balacera. Aquí no hay futuro, solo se espera. La escuela queda lejos cuando hay miedo en cada paso. El gobierno me sonríe, pero no me abraza, dice que soy niño, que no debo opinar. Pero, si no hablo yo, quién va a gritar… Aquí también se llora. AQUÍ TAMBIEN SE SUEÑA. Quiero que nadie más muera, quiero que me miren y me escuchen de verdad”.
El vídeo que anda circulando con esta canción es una proclama por la paz. Todos los que miran y escuchan al niño cantor, lloran y aplauden. Son adultos.
Estamos en la era de las grandes revoluciones informáticas, robóticas y de los grandes proyectos espaciales. Jamás se ha acumulado tanto conocimiento científico, tanta riqueza en manos de unos pocos. Tenemos las condiciones para producir la paz, para tomar las riendas de un mundo en que todos entren, todos vivan con dignidad. Sin embargo, es el siglo de mayor criminalidad, brutalidad en las relaciones humanas, de pareja, de género, de pueblos. El GENOCIDIO EN GAZA ES SIN NOMBRE. Los países con más sensibilidad reclaman, alzan su voz, como los líderes de los organismos mundiales, ONU, Comunidad Europea, Iglesia. NO HACEN CASO LOS RESPONSABLES DE LAS GUERRAS Y DE TANTA MUERTE. NO ESCUCHAN ¿cómo construir un futuro sin violencia?
No hablemos del caso ecuatoriano, falta más datos, mejores estadísticas. Los hechos son tan brutales como los mundiales que nos narran los noticieros internacionales. En Ecuador será difícil olvidar los adolescentes de Guayaquil, los jóvenes de Playas, Manta, El Empalme entre otros. Las razones desde los organismos responsables de políticas públicas y de la seguridad del Estado dicen: la delincuencia organizada, el narcotráfico, la corrupción, el pacto entre jueces y grupos delincuenciales.
No dicen nada y no hay soluciones para tomar las riendas del asunto con profesionalismo, en especial con verdadero amor por los niños, los jóvenes. No se habla de inversión real, se bajan los presupuestos en educación y salud. Se aumenta para conflictos armados, pero no se cierran las puertas de entrada ni de salida al tráfico de drogas, al lavado de dinero, solo se nos promete más armas, más control, más impuestos, más leyes. ¿En qué estamos apostando para un cambio del modelo de desarrollo humano? ¿para saber vivir y convivir?
¿Qué actitud tomar ante la dura realidad? Si no hay salida, todo es escepticismo, pesimismo ¿para qué estudiamos? ¿qué futuro de país tenemos? Si lo mejor es desviar la mirada hacia el placer, el sálvese quien pueda, solo importa sobrevivir ¿qué modelo de humanidad estamos testimoniando educadores, profesionales y en especial padres y madres de familia?
Hay una constante en la historia: los mejores hombres y mujeres han surgido en tiempos de crisis, nos dan un respiro que la humanidad puede cambiar. Este oasis de humanidad es posible por entender la vida como una pasión, como un fuego que arde y no te deja en paz ante lo que sucede. Es el gran desafío de salir de nuestro propio amor querer e interés nos decía Ignacio de Loyola en el siglo XVI para crecer como personas.
El amor, nos dice el Papa Francisco en su carta social Fratelli Tutti: crea vínculos y amplía la existencia, cuando saca a la persona de sí misma hacia el otro. Y citando a santo Tomás de Aquino, nos dice, hechos para el amor, hay en cada uno de nosotros una ley del éxtasis, salir de sí mismo para hallar un crecimiento de su ser (FT 88).
Este dinamismo de salida nos lleva a una real apertura y unión con otros. La sola virtud no basta y hasta puede ser un engaño. “La altura espiritual de la vida humana está marcada por el amor, que es el criterio definitivo para la valoración definitiva de una vida positiva o negativa de la vida humana. La grandeza de un ser humano no está en la imposición de ideologías, o en la defensa violenta de la verdad o en grandes demostraciones de fortaleza. Lo primero es el amor y el gran peligro es no amar” (FT. 92).
Si un padre o madre ama, hace todo lo posible por cuidar y educar a su familia para sacarla adelante. Si un atleta ama alcanza la meta. ¿Qué más necesitamos para cambiar esta sociedad violenta? Redescubrir el amor como capacidad creativa de pensar y gestar un mundo nuevo, la paz será posible si soñamos y somos creativos en buscar alternativas a nuestros problemas a reconocer nuestra mutua necesidad de vivir con dignidad. El futuro nos dice Papa Francisco, “no es monocromático, es posible si nos animamos a mirarlo en la variedad y diversidad de lo que cada uno puede aportar”. (FT 100).
Una poesía de uno de los chicos del colegio María Auxiliadora de Manta, escribió: “En mi ciudad que es Manta, el sol siempre viene a jugar, el mar me canta con su brisa y me invita a soñar/ Pero a veces, todo cambia, y ya no es tan fácil caminar. Ya no salimos sin pensar ¿estará seguro este lugar?/ Soy pequeño, tengo cinco años, pero quiero que se escuche mi voz. Los buenos somos más. Ya la maldad debe parar/… Una Manta libre con más amor. Juagando en paz se vive mejor”.
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿POR QUÉ TANTA VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD?
Por no abrir el corazón y cerrarse en la soledad de un solo interés.
¿PODREMOS CAMBIAR ESTA SITUACIÓN?
Siempre se puede si pensamos y gestamos un mundo abierto.
¿QUÉ ME AYUDA A PENSAR ALGO DIFERENTE?
La creatividad poética y el reconocer el colorido de la vida.
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