El sentido de los estudios de un joven o de cualquier persona es cuando tiene claro el para qué quiere estudiar. Cuando se es joven y se tiene sueños es para vivir en su país, su tierra con plenitud, ser feliz llaman a eso algunos, pues aquí construyen su vida, su familia. Para un adulto que saca una maestría o un posgrado, no sé si tenga claro el para qué, pues, muchos dirán, como me ha tocado oír: para el escalafón salarial, para el prestigio, entre otras respuestas que van lejos del bien común y se encierra en un bien particular o aparente.
Hoy el país se encuentra de nuevo en una encrucijada: elegir al candidato de turno para que nos gobierne y no querer elegir por la pésima historia política y democrática que vivimos. Hablamos de lo que vemos, sabemos por experiencia, pero no podemos contentarnos con reflexiones fácticas. Sin sueños, sin ideales no se mueve nadie a construir un proyecto que inserte el bien particular en el horizonte de un bien común. Y esa es la gestión de la política, gestionar lo común porque se desea mejorar lo que hay. El político es el gestor de los sueños de los jóvenes y de los ciudadanos para que no migren, no sufran injusticias e inseguridades. Sin educación es imposible apostar por un buen representante que gestione nuestros sueños. Ecuador, eligió ya a alguien que no pasó por la universidad ni posgrado. La universidad de la vida es muy necesaria para aterrizar ideales, pero no es razón suficiente para gerenciar un país. Hay que pensar, hay que “DI-SOÑAR”, diseñar integral e inteligentemente y conectar con los sueños y esperanzas de todos los que vivimos en ese territorio que llamamos país.
Por otro lado, el tener títulos, grados y posgrados no garantizan el éxito de una educación integral y buena. Un amigo decía mientras más títulos tienen los académicos, más torpes son para relacionarse con los otros. El político, ante todo, debe ser un experto en la relación de todos los que conforman la nación. He allí nuestra tragedia, no tenemos un proyecto nación, desde la construcción primera de la República del Ecuador. El legado de nuestros próceres de la independencia lo hemos “vendido por un plato de lenteja”. Construir un proyecto nación será la clave para el discernimiento de la elección a la que estamos llamados en las próximas elecciones. He ahí nuestro gran desafío discernir lo mejor en pro del bien común y no de los intereses particulares de cada candidato.
Construir un Estado, como un proyecto nación, solo será posible desde la identidad cultural y desde la comprensión de su desarrollo histórico. Ya aquí hay elementos para discernir el lenguaje y la propuesta de nuestros candidatos: UN PRIMER CRITERIO: ¿quién valora más nuestra identidad? Para ello, debe tener claro ¿quién la conoce más? Y nuestra identidad es pluriétnica, pluricultural y plurireligiosa. No será la ideología, ni la del capitalismo, ni la del socialismo la que nos una. Sino el valorar y cuidar lo propio. Al mismo tiempo, no habrá desarrollo histórico sin apertura a lo universal y al conocimiento de la ciencia y de la técnica. La historia es un proyecto que mira más al futuro, pero aprendiendo y valorando el pasado. Aquí tenemos un SEGUNDO CRITERIO DE DISCERNIMIENTO: ¿las propuestas de los candidatos no solo deben ser técnicas, sino culturales? ¿son factibles desde nuestro modo de ser? ¿en qué sentido mejoran lo humano?
El construir un proyecto nación no es solo para cohabitar y convivir en un territorio, sino es para desarrollarnos como pueblo. Y aquí caemos en discusiones ideológicas: ¿Qué es pueblo? ¿por qué hay populismo? Y todo lo que termina en “ismo”, es exageración o es patología manipuladora, hace daño. La esencia de un pueblo está en su cultura y no en una ideología y el núcleo de una cultura es la energía espiritual que lo une a los demás y lo trasciende, va más allá de la búsqueda de un bienestar material, invita a vivir como humanos, como hermanos que queremos cuidar este lugar que nos habla del pueblo ecuatoriano y no de un territorio material. No se educa a una masa, sino a una persona. La masa es arrastrada por las fuerzas dominantes (EG 220). La persona transforma la masa en pueblo que camina con dignidad y que deja la huella de su humanidad en el proyecto país que ha forjado.
UN TERCER CRITERIO DE DISCENIRMIENTO, consecuencia de lo anterior, es quién potencia más la educación de calidad para todos y no para unos cuantos y peor solo para quienes lo puedan pagar. Unido con la gestión de lo político, es preguntarse ¿qué propuesta tienen nuestros candidatos para forjar en ciudadanía que potencie el sujeto social del verdadero desarrollo humano integral, donde el cuidado de la naturaleza es esencial?
No permitamos que nos dividan más de lo que ya estamos. No elegimos a personas, CUARTO CRITERIO DE DISCERNIMIENTO, sino modelos ¿qué modelos están en juego? ¿será verdad lo que dicen que estamos ante dos modelos: el gerencial de la derecha o el populista de la izquierda? ¿Cómo construir un proyecto país para todos, todas los que vivimos en este territorio Ecuador? ¿dónde está el pueblo ecuatoriano? ¿solo en el fútbol o en los post terremotos?
El Papa Francisco nos ruega en nombre de Dios: “forjemos una Política que sea servicio y se muestre como guía para que el pueblo se organice y se exprese, que se base en el diálogo y jamás pierda el objetivo del bien común”.
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
ACTIVIDADES:
1.- ¿ESCRIBE DOS RAZONES POR LAS CUALES NO TENEMOS UN PROYECTO NACIÓN?
Puede ser por la pésima gestión de la política y falta de educación.
2.- ¿QUÉ VAMOS A ELEGIR EN ESTAS PRÓXIMAS ELECCIONES?
Uno de los dos modelos de gestión de lo público. ¿Lo tenemos claro?
3.- ¿A QUÉ NOS INVITA EL PAPA FRANCISCO?
A hacer política con Mayúscula (P) pensar en el bien común.
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