¿Qué es lo que hace grande a un ser humano: sus actos o sus decisiones? Las respuestas no pueden ser dogmáticas, sino desde los relatos de la vida que dan sentido y manifiestan a qué le dedica más tiempo cada persona.
Hoy por los 100 años de la presencia estable de los jesuitas en Manta y Manabí nor-oeste, gracias a que la parroquia de la Merced fue confiada a la Compañía de Jesús. Sin parroquia de Manta no hay jesuitas en esta parte del Ecuador y sin ciudadanos y feligreses no hay parroquia que se defina como comunidad de fe, compartimos el relato del P. Luis Casañas Sj.
Son 100 años de ejemplos de muchos hombres y mujeres que hacen las piedras vivas de la Iglesia, donde destacamos a los sacerdotes como animadores de la comunidad de fe, cuidando que ese territorio crezca en el ámbito del espacio y tiempo de quienes lo componen y se sientan felices de vivir allí en esas coordenadas donde se desarrolla la vida. Eso es ciudadanía y para eso la iglesia siempre ha entendido que su misión es hacer y ser buenos cristianos y buenos ciudadanos.
El Papa Francisco desafía a los creyentes a pensar cuál será el futuro de la Comunidad de fe, la Iglesia, y la única respuesta que da en sus escritos, es que la Iglesia solo tendrá sentido si se compromete con la Humanidad, como Jesús, que pasó por el mundo haciendo el bien en la definición de Pedro en los Hechos de los Apóstoles, o como nos hace pensar en la parábola del Buen Samaritano, cómo servir realmente a Dios en el culto o en las trincheras de los caídos de la Historia (Lucas 10)
Los jesuitas que han servido en la Parroquia la Merced de Manta, como algunos de la ciudad de Portoviejo y otras ciudades de Manabí, han sido de esa calidad humana, su vocación sacerdotal se definió como una diakonía, servicio a la humanidad para construir la koinonía, la comunidad que verdaderamente realiza la liturgía, la alabanza y glorificación al Señor de la Historia, al Padre de Nuestro Señor Jesucristo.
Hoy comparto unas breves líneas, para que los historiadores de Manabí, como de la Iglesia y del país hagan justicia por algunos prohombres, líderes de la comunidad de fe y vida, que construyendo ciudadanía, haciendo que la gente tenga conciencia de su ser y valía, construyan la ciudad donde quieren vivir y esto no se puede realizar sin las necesidades básicas satisfechas.
Uno de esos hombres que construyeron ciudad desde la ciudadanía local, fue el PADRE LUIS CASAÑAS, SJ. Nació en Jaén (España) el 30 de mayo de 1926. Ingresó en el noviciado del puerto de Santa María (Cádiz) el 10 febrero de 1944, en noviembre 1947 es destinado y viaja al Ecuador siendo escolar, como junior en Quito (Cotocollao) 1947-1950.Fue destinado a la Casa de Formación Noviciado Juniorado San Ignacio, en donde ejerció el cargo de Ministro de la Casa y Director de la Escuela Apostólica San Alonso.
Recorrió el país de frontera a frontera por los diferentes pueblos del Ecuador buscando candidatos para Hermanos; construyó varios galpones adyacentes a la casa existente para el funcionamiento de los talleres: de carpintería, cerrajería y electricidad. Buscó profesores en la Politécnica Nacional. Después fue destinado a Colombia, para inaugurar el Juniorado de Hermanos. En Medellín tuvo un accidente al caerse en un corredor recién encerado y fue intervenido en su cabeza; la operación resultó con éxito, porque Dios quiso tenerle muchos años más en esta tierra.
En abril de 1973 llegó a Manta en compañía del P. Antonio Montijano SJ. Empieza a desarrollar sus cualidades sacerdotales, evangelizadoras con las que Dios le había adornado. En compañía del P. Hermida SJ, párroco de La Merced en aquel tiempo, fortalecieron la parroquia, fundaron la escuela Julio Pierregrosse SJ, la cual inicialmente estuvo a cargo de los padres jesuitas y funcionaba frente a la actual casa parroquial. La educación es la primera gran preocupación para construir ciudadanía. La convivencia diaria con la gente sencilla del cantón y sus largas caminatas, hacía que poco a poco se fuera apropiando de la problemática que afectaba a varios sectores en donde las condiciones de vida eran infrahumanas.
En las riberas del río Manta el panorama era desolador, por el mismo tiempo los desafíos se hacían presentes y es así como funda el dispensario de Río Manta, y tenía como apoyo un grupo de religiosas quienes, entre enfermeras y unas pocas doctoras, empezaban a cambiar esos rostros de angustia y enfermedad por alegría y esperanza, tenía gran habilidad para conseguir fondos y todavía más para administrarlos. Su estilo, una intensa vida espiritual, y siempre humilde, sencillo, cordial con abundantes amigos en todas las clases de la sociedad. La denominación de Barrios Unidos a más de 10 barrios en las riveras del Río Manta fue concebida por el P. Luis Casañas. Actualmente la obra de P. Luis Casañas junto a P. Antonio Montijano con 46 años de servicio es la Fundación Río Manta que promueve, exige y restituye DDHH a las familias mantenses.
En sus sueños y anhelos buscaba un mundo más justo y más equitativo. La pobreza que él veía le perturbaba, le impedía cerrar los ojos y dejar pasar, durante el fenómeno del niño en 82-83 innumerables familias de Manta quedaron sin viviendas, su profunda fe y su conciencia solidaria lo llevaron a crear el barrio Las Cumbres, iniciaron la construcción de 60 casas inicialmente, luego 20 y 30 más, espacio al que se integró también el P. Patricio Salazar SJ, párroco en esa época. Consciente de la necesidad de crecer espiritualmente, junto al P: Antonio Montijano sj y al P. Salazar sj, inician la construcción del centro de espiritualidad San Pedro Claver.
Esta personalidad sencilla pero deslumbrante, su especial carisma y claridad en la misión, le permitieron avanzar tocando puertas, buscando y encontrando apoyo, voluntarios y voluntarias, quienes, junto a él, pusieron en funcionamiento el proyecto Cáritas. La educación era el mejor legado que pudieron dejar en Manta y así con sus compañeros jesuitas inician las gestiones para buscar terrenos, gestionar tres escuelas que se las dieron a Fe y Alegría, luego mediante un convenio con el Banco central, pone a funcionar la biblioteca pública que estuvo a cargo de la Merced.
La vida de Luis Casañas será un testimonio cabal de su perfecta obediencia y disponibilidad ante todo cargo de los superiores, se ponía enteramente en manos de Dios a través de la obediencia. Jamás se quejó de nadie ni le gustaba criticar, era extremadamente delicado al hablar con los demás, en todas las casas era recibido con gozo, pese a su valía nunca busca elevarse y ser considerado. Su voto de obediencia lo llevó a pasar sus últimos días en Quito, al servicio de la Parroquia La Dolorosa. Su destino estaba marcado, pues su misión había terminado en la tierra, fallece el 28 de agosto de 2005, víctima de un infarto.
Por:
Fabricio Alaña, SJ
(En colaboración con la Ing. Yenny Delgado y el Hno. Carlos Torres Sj.)
PARA PENSAR:
¿QUÉ HACE CRECER A UNA CIUDAD?
La conciencia de sus ciudadanos.
¿QUÉ PODEMOS DECIR DE LA MISIÓN DE LA IGLESIA?
Comprometerse con las necesidades de los hombres y mujeres.
¿CUÁL ES LA IDENTIDAD DE UN SACERDOTE JESUITA?
El servicio de la fe y promoción de la justicia.
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