"Estando allí le llegó la hora del parto” (Lc.2:6). Así de simple, así de sencillo nos narra Lucas cuándo y dónde nació Jesús de Nazaret, el hijo de María y de José. Nosotros podemos preguntar cuándo y dónde nació el hijo de Dios. Y la respuesta nos la da Mateo, buscando lo grande lo describe de forma sencilla: “¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Vimos su estrella en el oriente y venimos a rendirle homenaje”. (Mateo 2: 2-3) Aquí el tiempo lo señala una estrella, que al verla y reconocerla saben leer el tiempo de la historia en unión con el cosmos, y esa estrella los lleva al lugar sencillo de Belén: Entraron en la casa, vieron al niño con su madre, María, y echándose por tierra le rindieron homenaje; (Mt 2: 11).
El manejo del tiempo es el mayor problema para muchos o casi todos los seremos humanos. Nos pasamos la vida buscando cuándo será el gran día. Y el gran día solo será posible en el cotidiano día, en el mismo día de siempre en donde yo puedo descubrir lo grande si sé admirarme de lo pequeño. Interpretar lo maravilloso si sé contemplar lo ordinario. Solo así podré captar a dónde nos lleva la manifestación maravillosa del manejo de los tiempos que hacen los autores de los relatos evangélicos para señalarnos el ahora y lo eterno, el aquí y lo de más allá. Entonces el entender que Jesús es de Nazaret como su madre y su padre María y José es entender que es humano, que lo puedo conocer, que puedo entender sus gestos, su historia. La clave está en saber admirarme de lo cotidiano, de lo sencillo, de lo humano.
Navidad nos habla de Dios, pero ese Dios que me dice que se hace hombre, en la biblia se dice PALBARA, la Palabra se hizo carne (Jn 1:14). Entonces quiere decir que Dios se puede y quiere comunicarse con el hombre y mujer de todos los tiempos ¿cuándo?
Cuando sepamos leer los tiempos y sus signos como los niños, como los sabios con admiración, con deseos de aprender, de crecer y de cambiar. O sea, siempre. Siempre será navidad cuando en el corazón del ser humano se abre a lo profundo, al más allá de la materialidad de las cosas y experiencias y profundiza en el sentido de la vida y los valores que hacen crecer.
Navidad, si no la hubiera inventado san Francisco de Asís al saber leer los evangelios como relatos de esperanza y por eso desarrolló creativamente la devoción al pesebre, hubiéramos tenido que inventarla nosotros. Pues, navidad nos invita a superar el mal manejo del tiempo entre el aquí y la eternidad. No creando separación entre el amor de un niño y el amor de un hombre-mujer. La forma puede cambiar, el fondo es el mismo, amor. Es tan real aquello de “otro año viene y va, otro año es navidad”, pero no es lo mismo.
Cada navidad me puede dar una oportunidad al amor, a la bondad, a la belleza, a la verdad. Para ello, solo debo cambiar la mirada de lo superficial a lo profundo, de las apariencias a la realidad, de lo extraordinario a lo cotidiano. Del rostro de cualquier hombre o mujer al reflejo del rostro de Dios, de lo útil que me pide la productividad y eficiencia a lo inútil que me exige el amor para estar con mis seres queridos, con los niños, con lo pobres, con los que no pueden pagarme ningún favor, E. Galeano llamaba los ninguneados de la historia, pero me llenan de valor y coraje para creer en el más allá cuidando y valorando el más acá. Entonces es navidad. Y no es un simple otro año que viene y va, sino la oportunidad de creer, crecer, amar, de vivir con sentido, de ver una luz en la oscuridad en este mundo de tanta maldad, hay esperanza, una sonrisa, un abrazo me lo dicen. FELIZ NADAVIDAD.
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿POR QUÉ NOS CUESTA ENTENDER EL MISTERIO DE LA NAVIDAD?
Porque nos cuesta entender y ser sencillos.
¿QUÉ ME PUEDE BRINDAR LA NAVIDAD?
La oportunidad de manejar la eternidad con la cotidianidad. Lo útil con lo inútil.
¿CUÁNDO ES NAVIDAD?
Cuando abro el corazón, mis brazos. al que sufre, al que necesita ternura, al indefenso.
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