Dos profesores sumamente preocupados por la confusión intelectual de hoy, los chicos de la universalidad no profundizan el pensamiento, salen muy superficiales en sus juicios y análisis. Por ello, Adolfo Nicolás y Arturo Sosa evalúan su quehacer universitario en tiempos de la informática, de la inteligencia artificial en el poco espacio que se da para pensar la sociedad, reinventar la política. Por ello, Arturo le pregunta a Adolfo ¿cuál es hoy la misión más importante del quehacer universitario?
Arturo le devuelve la pregunta a Adolfo, tú hace tiempo diste una conferencia en México a los rectores de las universidades jesuitas de todo el mundo, ¿te acuerdas? Puedes señalar los puntos principales, eso fue en el 2010 han pasado ya más de 10 años algo teníamos que haber avanzado. –Claro Arturo: simplemente recordé el diseño de una institución superior debe ser desde el concebir la Universidad como un proyecto social, como nos decía el P. Ignacio Ellacuría sj, asesinado en el Salvador, cuando fue rector de la Universidad Simón Cañas.
El diseñar una universidad como proyecto social nos invita a no renunciar a la esencia de una educación superior: el pensar en profundidad. Lo que hoy es más complicado, ante la superficialidad del pensamiento no solo de los jóvenes sino de muchos profesionales, pues el entrar a la universidad para sacar un título, para tener destrezas y habilidades técnicas es la ambición de muchos, como necesidad de cubrir sus necesidades básicas. Muchos viven para sobrevivir. Otro de los puntos que recalcaba en esa charla, era que lo propio de la Universidad –Universas, es la universalidad su característica principal, su misión y su composición debe ser multicultural, diversa y creativa ¿Puedes concretar cómo nuestras universidades pueden ser universales desde lo local?- Claro Arturo.
La Asamblea 35 de los jesuitas de todo el mundo ya lo decía: “El nuevo contexto de la globalización requiere de nosotros actuar como un cuerpo universal con una misión universal, constatando, al mismo tiempo, la radical diversidad de nuestras situaciones. Buscamos servir a los demás en todo el mundo, como una comunidad de dimensiones mundiales y, simultáneamente, como una red de comunidades locales.”
Por todo lo anterior, profundidad, universalidad sin entender que nuestro trabajo académico es un ministerio intelectual no tiene sentido. No solo somos pensadores, que ya sería un éxito el pensar la realidad y proponer alternativas de desarrollo y organización social. Sino el sentirnos enviados y servidores de un mundo que no puede perder horizontes ni el sentido de su historia. Se requieren todas las virtudes del ejercicio riguroso del entendimiento: “el aprendizaje y la inteligencia, imaginación e ingenuidad, estudios sólidos y análisis riguroso”. Y sin embargo es siempre “ministerio” o “apostolado”: al servicio de la fe, de la Iglesia, de la familia humana, y del mundo creado, que Dios quiere llevar más y más a su Reino de vida y de amor. Es siempre investigación que tiene por objeto marcar una diferencia en la vida de la gente, en lugar de ser simplemente una conversación recóndita entre miembros de un cerrado grupo elitista.
Excelente Adolfo, siempre admiré tu profundidad desde la sencillez de la vida y tu apertura a todas las culturas. Gracias Arturo, pero dime hoy 13 años después cómo estamos en ese ministerio intelectual y en ese mundo multicultural
Hoy tenemos tres grandes desafíos que enfrentar: “estamos más fragmentados que antes, el pensamiento es más superficial, no hay esa profundidad ni en los chicos, ni en la sociedad ni en la Academia. Y estamos más instrumentalizados la tecnología nos hace utilizar y relacionarnos más como medios que como fines. Y la gran tarea de una universidad de repensar la sociedad en donde la democracia es el gran legado de los griegos y de la modernidad ilustrada, hoy es amenazada por las autocracias, los nuevos dictadores, que se perpetúan en el poder como lo ha señalado Naín Moisés en su libro “La Revancha de los poderosos”. Los populismos, la polarización de la sociedad y la era de la post verdad es lo que prima hoy
¿Qué les espera a nuestros jóvenes? Y ¿cuál sería la misión de la Universidad hoy Arturo? Nos queda entender la labor intelectual y de una universidad como un espacio de discernimiento en búsqueda de la novedad de la vida para encontrar sentido y no perder el horizonte de crecimiento en medio de los avatares de la historia y de nuestras contradicciones.
La novedad a la que buscamos abrirnos a través del discernimiento se distingue radicalmente de la innovación fruto de la investigación científica o el progreso tecnológico. Es una novedad que nos viene dada, que no surge de premisas que nosotros hemos puesto ni de los pasos que hemos dado por el camino que nosotros mismos hemos decidido, diseñado y construido.
Discernir, por tanto, es disponerse a ser guiados hacia la novedad. Supone “soltar las riendas” para ser llevado hacia donde no sabemos, sin contar con una hoja de ruta que guie nuestros pasos. Las características de las instituciones universitarias hacen especialmente difícil “soltar las riendas”. Están concebidas para tener firmemente las riendas en las propias manos y controlar el camino que se toma y la velocidad con la que se avanza… Es hora de reimaginar la educación superior.
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR
¿QUÉ ENFRENTA HOY LA MISION UNIVERSITARIA?
Un mundo fragmentado, superficial e instrumentalizado.
¿CÓMO SE CONFIGURAN HOY LAS SOCIEDADES?
Polarizada, con alto populismo y en la posverdad, no interesa la verdad.
¿CÓMO CONCEBIR LA UNIVERSIDAD?
Como un espacio de discernimiento para descubrir la novedad de la vida.
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