En el evangelio de Marcos, (9:30-37), mientras iban caminando por las rutas del campo de Galilea, Jesús les preguntó a sus discípulos: ¿de qué discutían por el camino? Estos se quedaron callados, les daba vergüenza compartir sus valores y criterios de éxito, de vida. Mientras Jesús les enseñaba que lo esencial de la vida es ir hasta el final, ser auténticos y no esquivar ni el dolor ni la pasión; estos, sus discípulos discutían sobre ¿Quién es el más importante? ¿Cómo tener poder en la vida? Jesús, acerca a un niño, lo abrazó y les dice quien ACOGE A UN NIÑO, acoge lo más importante en la vida del Reino de Dios. Recordando que en el siglo I y en la cultura judía, un niño era sinónimo de vulnerabilidad, dependencia, insignificancia no son productivos, no tienen poder ninguno.
¿EN QUÉ NOS QUIERE FORMAR JESÚS no solo a los hombres y mujeres que lo sigan, que lo leen o que se dejan interpelar por su mensaje del Reino de Dios? ¿en dónde está la grandeza del proyecto educativo de Jesús, que lo reconocemos como proyecto divino? La historia de Jesús de Nazaret debe superar fases mitológicas o ilustradas de comprensión, utilización o manipulación ideológica. Las lecturas actuales o son muy fundamentalistas, se entiende todo al pie de la letra como historia positiva y no nos esforzamos por encontrar el significado profundo. O se espiritualiza buscando soluciones mágicas o irreales a los problemas del hombre y mujer de hoy, de la dura realidad.
El acercamiento que hacemos es el simbólico, entendiendo por “sym – ballo” lo que une dos realidades. El nexo es la fe que busca comprender y las energías de la vida que buscan superar dicotomías. JESUS NOS ESTÁ INVITANDO A PENSAR ¿qué es lo que nos hace realmente grande? ¿qué es ser humano de verdad? Y señala acogiendo a un niño. ACOGER A UN NIÑO ES EDUCARLO, hacer realidad su proyecto humano, de desarrollar sus dimensiones y potencialidades. De respetarlo y saberlo acompañar.
No olvidemos que pedagogía –paido-ago, es coger de la mano a un niño.
EN EL PROYECTO EDUCATIVO DE JESUS no es clave dirigirlo, sino direccionarlo, enseñar la real dirección de la verdad, de la bondad y de la belleza de la vida. El caminar ya es del niño en esa dirección gracias a su comprensión, sueños y esperanzas, gracias a si hemos desarrollados sus competencias y las competencias necesarias no son las duras, que son instrumentos, el conocimiento, la tecnología, sino las blandas, el desarrollo de sus cualidades que lo hacen humano, sus emociones, la colaboración con otros, lo que hace crecer, lo que da sentido, la humanidad. Ser humano es ser como los niños, confiar, abandonarnos, admirarnos, alegrarnos, relacionarnos con todos.
Nuestra sociedad entiende ser educado como ser ilustrado, tener el conocimiento y habilidades y destrezas que permitan crecer en lo económico, productivo en el bienestar material, alejarse de la barbarie y lo inculto. Por eso, es que no nos dijo mayor cosa la muerte de un niño en la playa de Turquía migrando hacia Europa, o la cantidad de niños que mueren atravesando el mar mediterráneo de África a Europa o de Latinoamérica al Norte por la selva del Darien o en la frontera de México a EEUU. ¿somos más humanos los seres que nos decimos que hemos recibido una buena educación? ¿en qué consiste esa buena educación?
Ojalá, tengamos claro que el bienestar material maquilla a veces, la situación ocultando de manera sutil la “soledad” del niño de hoy. Ahí están esos hijos hartos de cosas, que reciben de sus padres todo lo que les apetece, pero que no encuentran en ello atención, el cariño y la acogida que necesitan para abrirse con gozo.
La crisis de la familia y la inestabilidad de la pareja están provocando en algunos hijos efectos difíciles de medir. Niños pocos queridos, con baja autoestima, con ánimo crispado, que se defienden como pueden ante las durezas de la vida o que pueden convertirse en los dictadores de hoy que no desean dejar el poder porque gozan con él y por ello no hay democracia real en nuestra sociedad ni educación en libertad y solidaridad, sino el sálvese quien pueda o compita para ser el mejor. O lo que es peor hoy los “niños sicarios” como medio de subsistencia.
¿DÓNDE ESTÁN LOS EDUCADORES HOY? ¿A QUIÉN EDUCAMOS EN LA IGLESIA? ¿DÓNDE PONEMOS LAS FUERZAS DE LA VIDA? Hay quienes afirman que la crisis más grave que vivimos es la crisis educativa. Cuando el Papa Francisco lanzó el Nuevo Pacto Educativo Global pidió desarrollar los tres corajes para buscar soluciones: 1- atender las nuevas emergencias educativas, poner al niño/joven en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje, asumir las pedagogías innovadoras, pero sobre todo cambiar de paradigma, pasar de lo tecnológico a lo humano. 2- INVERTIR en educación NO ES CONTRUIR AULAS Y EDIFICIOS NI COMPRAR TECNOLOGIAS es formar personas y capacitar en desarrollo humano a los docentes siendo humanos con ellos. 3.- En especial discernir los fines y los medios que hoy utilizamos ¿nos hacen más humanos?
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿Cuál es la peor crisis que hoy vivimos?
Perder el espíritu por educar.
¿QUÉ DESAFIOS SUPERAR?
Poner en el centro a los chicos, invertir en la gente, en la formación y discernir fines y medios que usamos.
¿QUÉ ES EDUCAR?
Acoger a un niño para acompañarlo a crecer, a ser humano.
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