Una cosa es que los tontos asciendan y otra muy distinta es que conforme asciendes pierdas inteligencia. Lo que este año han descubierto unos científicos es precisamente lo primero, y es que, según el estudio que han llevado a cabo, los tontos ascienden a los primeros puestos de las organizaciones. Un estudio premiado en los IgNobel, la versión gamberra del Nobel.
Más allá de la broma y las inevitables críticas sobre jefes, jefas y por qué no me ascienden, creo que podemos reflexionar un poco. Seguro que has pensado en alguna esfera de tu vida en la que alguien que se encuentra por encima de ti te parece mucho menos talentoso que tú, o que tú podrías hacer mejor su trabajo. Da igual el trabajo, en clase, los amigos, la universidad… incluso la familia. Tendemos a pensar que quienes alcanzan ciertos logros lo han hecho por azar, por peloteo, por quitarlos de en medio (la teoría de la patada hacia arriba). Quizás lo que nos pasa es que cuando vemos a alguien ascender lo que nos repiquetea por dentro es la pregunta: ¿y a mí cuándo me toca?
Tenemos, en general, una concepción de la vida vertical, de camino de subida. No terminamos de entender, ni vivir, la horizontalidad del seguimiento cristiano, de servir y no ser servidos, de no ambicionar los mejores puestos… ¿Te suena? Esto no es nada nuevo. Pero sigue funcionándonos.
Nuestro orgullo, nuestra soberbia se sustentan en el desprecio a los que nos adelantan. Nos falta una mirada de honestidad que nos recuerde que quizás, puede ser que sea posible que haya alguien en el Universo que sea mejor que nosotros en algo.
Es humano, pero no es más humano que la alegría por el amigo. La alegría por lo que no me toca. Por el simple hecho de ver cómo otro da un paso más en su vida. Incluso sin merecerlo. Incluso cuando nosotros podamos merecerlo más. Centrémonos en lo que hemos recibido, en poner en juego nuestros talentos para el bien y el servicio. Más que mirar hacia arriba, toca mirar alrededor y descubrir dónde podemos dar lo mejor de nosotros. No tan preocupados de ascender como de servir. (Tomado de: https://pastoralsj.org/vivir/3469-el-ascenso-de-los-tontos).
¿Tenemos claro lo que es ser tonto? El diccionario nos dice: “adj. Dicho de una persona: Falta o escasa de entendimiento o de razón”. ¿Quién mismo es falto de entendimiento o razón? En mi vida docente y sacerdotal me he encontrado con chicos demasiados listos para catalogarlos de tontos. De padres o madres de familia que subestimaban a sus propios hijos e hijas. Y estos daban la sorpresa en la vida, más listos e inteligentes que sus padres.
¿Pero qué nos pasa en el mundo universitario y en el mundo laboral? La gente no quiere ser creativa, por más que se dice emprendedora, somos repetidores. Hoy en día la misión real de una universidad sería formar intelectuales. Pero todo lo entendemos mal, pues esto es en desmedro de lo popular o de lo cotidiano. No, no es así. El intelectual auténtico es el que se esfuerza por comprender y buscar superar los problemas de la vida, de la gente, de la democracia, de la cultura, de la existencia. Por ello, al llenarnos de tantos formatos y reglamentaciones tanto empresas como universidades ¿estamos cumpliendo con nuestra esencia de pensar crítica y creativamente nuestra sociedad para que nuestros chicos desarrollen su ser y su humanidad a cabalidad?
Por ello, un artículo de sobre la intelectualidad nos dice: “la Universidad masificada ha dejado de ser sementera de formación intelectual y de cultura humanística y ha devenido en puramente tecnocrática, es decir: proporcionadora de un entrenamiento técnico -siempre fatalmente insuficiente- en las diversas materias disciplinares, para “ir aprendiendo después con la práctica”. La conclusión a la que llego es que la Universidad tecnocrática hace de la mediocridad un ideal social. Por eso echo de menos una universidad de “elites” intelectuales (no, por supuesto, de clases sociales o poder económico), entendiendo por elite el grupo, más o menos extenso, de personas vocacionadas y movilizadas por ideas superiores”.
Querido joven, la neurociencia nos dice claramente que nuestro cerebro tiene una enorme plasticidad, es impresionante todo lo que podemos pensar, aprender y a desarrollar si lo sabemos estimular con desafíos, emociones y retos. Tú eres la esperanza real de nuestro pueblo, si la universidad ecuatoriana solo se preocupa del marketing, de tener alumnos y no de realizar patentes, que es más que meros emprendimientos que no se hacen empresas, tú puedes cambiar tu destino si usas tu cerebro, estimulas tus neuronas y te apasionas por un mundo mejor. El ser tonto no es una opción, es un pecado de omisión. Nuestra única opción es crecer usando la inteligencia, como capacidad de ver la realidad, conocerla, comprenderla y construir una mejor.
Por:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿ POR QUÉ LOS TONTOS OCUPAN PUESTOS IMPORTANTES?
Porque los que no lo son, no han desarrollado sus talentos.
¿CUÁL ES EL ANTÍDOTO PARA NO SER TONTO?
No es simplemente ser inteligente, sino ser despierto, mirar, pensar y actuar
¿CUÁL SERÍA LA LABOR MÁS IMPORTANTE DE LOS CENTROS EDUCATIVOS?
Desarrollar la inteligencia y la creatividad fomentando la libertad.
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