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El MISTERIO DE LA ACEPTACIÓN


Este cuarto domingo de adviento nos presenta el dolor profundo de José, ante el proyecto de Dios de hacerse humano en María, su prometida: “El nacimiento de Jesucristo sucedió así: su madre, María, estaba prometida a José, y antes del matrimonio, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. [19] José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, decidió repudiarla en secreto. [20] Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no tengas reparo en acoger a María como esposa tuya, pues lo que ha concebido es obra del Espíritu Santo”. (Mt 1: 18-21).


La pareja de Nazaret María y José, tenían sus planes y proyectos, ser los dos una sola carne, una sola familia y apostar por el desarrollo de su cultura y encontrar su felicidad personal y social. Un intervención divina, todopoderosa, incomprensible para la razón humana transforma sus vidas: Dios decide hacerse humano en María. Esto es incomprensible, la reacción de José es humana, muy humana y de lo más noble. En vez de aplicar la ley a raja tabla, solo la repudia en su corazón. ¿Esto es humano? Y muy humano, en su corazón hay dolor, llanto, pero no decide decir ninguna palabra en contra de María y espera que nadie le haga daño. Su amor a María es muy tierno, muy noble. No entiende a Dios por qué acontece esto en sus vidas, por qué destruye su proyecto de pareja. Repudiar, no olvidemos, es un rechazo tajante ante lo que se considera una inmoralidad, es un rompimiento de un pacto legal que no se vuelve a realizar.


¿Cómo sanar tanto dolor humano? ¿cómo sanar una herida profunda? Aprendiendo a leer la historia y símbolos de su pueblo. En la primera lectura de este domingo Isaías 7, 10-14, nos dice, que para el Rey Ajaz logre salvar a su pueblo debe confiar en Dios: Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» Ajaz no entendió, no confió y su pueblo fue invadido. En el caso de José tampoco entendió, pero confió y su pueblo fue salvado de su inequidad.


¿Qué representan los sueños? La sicología nos dice que interpretan nuestros deseos y anhelos profundos, si los sabemos leer y escuchar. La literatura que son mitos que tratan de comprender el origen arquetipo de una cultura. La historia, que son capaces de mover montañas y concretar grandes ilusiones cuando se combinan con nuestras capacidades reales y se conectan con los demás. En el caso de José, esposo de María, ¿qué representan?: el reconocer los anhelos de su pueblo que espera un Mesías, un salvador, el Dios de la promesa no puede fallar, debemos abrirnos a su misterio, y ese misterio es la novedad de cómo nos acompaña en nuestra historia. Los nombres que José debe poner a Jesús, simbolizan ese acompañamiento divino a la historia humana, conflictiva y contradictoria, pero capaz de acoger la belleza de lo trascendente y de sanar sus heridas si se abre al misterio, si sabe ACEPTAR su realidad, reconocer lo que somos.


Esta fiesta del cuarto domingo de adviento debe llamarse MISTERIO DE LA ACPETACIÓN. Cosa que no hay en el rosario, solo el de la anunciación y el de la visitación. José acepta la sorpresa de Dios de revelar su amor y asume la realidad de María, como la mujer creyente que supo aceptar la misión divina de ser corredentora de esta humanidad herida, pero que sin la aceptación de José ni Dios ni María podrían desarrollar su misión, su deseo de sanar heridas profundas de los hombres y mujeres, de pueblos y culturas. Por eso, navidad es el misterio de la ACEPTACIÓN, aceptar el regalo de Dios que se manifiesta como un niño, que para crecer y vivir requiere la aceptación de sus padres y la sociedad, si no, no podrá desarrollarse ni vivir.


ACEPTARSE ES SANADOR, según Enrique Martínez, es una de las claves para una vida feliz: “Aceptarse es una profunda alineación con lo real. El camino de sabiduría es un camino de aceptación. Es el camino que nos permite ver con claridad y al mismo tiempo, nos libera del sufrimiento. Aceptar no significa justificarse, ni aprobar sin más y peor resignarse. Aceptar significa sencillamente, RECONOCER LO QUE HAY. Sin más. Es otro nivel de comprensión, más allá de las apariencias. Significa hacer las paces con la realidad. Se trata de no vivir en guerra con la realidad, sino en unidad con todo. Y al aceptar la realidad nos mueve a hacer todo lo que podamos para seguir viviendo sin sufrimiento y liberados para ser libres para amar. La aceptación por ello, es la virtud media entre la resistencia y la resignación. La aceptación se plasma diciendo sí a la vida y nos enseña a dar gracias por lo que viene”.


“Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y acogió a María como esposa”. Este es el misterio de la ACEPTACION de la realidad de la pareja de Nazaret que celebramos en la navidad, para vivir diciendo sí a la vida y agradecido por las sorpresas que Dios me revela en historia. Gracias José.



POR:


P. Fabricio Alaña E, SJ


PARA PENSAR:


¿QUÉ ES LO QUE MÁS NOS HACE SUFRIR?

No aceptar la realidad.


¿QUÉ ES LA ACEPTACIÓN?

DECIRLE SÍ A LA VIDA Y VIVIR AGRADECIDO.


¿QUÉ CELEBRAMOS EL IV DOMINGO DE ADVIENTO?

EL MISTERIO DE LA ACEPTACIÓN DE LA PAREJA DE NAZARET.


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