La parábola de los viñadores asesinos que nos narra el evangelio de san Mateo en el capítulo 21, 33-43 pensar Jesús hace pensar a sus discípulos, a sus contrincantes las autoridades religiosas y a sus lectores, una vez que el dueño de la viña sufrió el rechazo de quienes había confiado su viña para compartir las ganancias, mataron a sus enviados e incluso su hijo ¿qué debe hacer el dueño de la vida ante tales actos y actitudes?
No hay duda que la maldad humana, la del pasado como la del presente depende de la calidad de un corazón sincero y una mente abierta que reconoce y practica la justicia y el derecho. El problema social de la época de Jesús como la de ahora es el mismo en su esencia: no practicamos ni el derecho ni la justicia. Mucho menos el mensaje profundo que lo que hace grande y bella a una persona son actos de bondad y sus actitudes de acogida al otro como hermano, hermana, como persona digna de esperanza.
Nos dice JA Pagola, no es una visión simplista la de aquellos que consideran la propiedad privada, el lucro y el poder, como los pilares en los que se basa la sociedad industrial actual. El deseo de muchos o el modo de configurar sus vidas es el adquirir, lucrar y dominar. Los frutos amargos de esta conducta son evidentes en nuestros días.
El afán de poseer va configurando poco a poco un estilo de ser humano insolidario, preocupado casi exclusivamente de sus bienes, indiferente al bien común de la sociedad. Muchas personas en sus trabajos solo hacen lo que les toca, como dicen los expertos de talento humano, el rol asignado. No dan más porque no les compete, no tienen como dicen el rol asumido. Viven para contentar al jefe y acumular sus bienes, como objetivo de sus vidas. Lo privado es aquello que no es público ni de uso o disfrute común. Lo mío es mío y de nadie más. El resultado es una sociedad estructurada en función de los intereses de los poderosos y no al servicio de los más necesitados privados de su bienestar.
El deseo ilimitado de adquirir, conservar y aumentar los propios bienes va creando un ser humano que lucha egoístamente por lo suyo y se organiza para defenderse de los demás. Surge, así como motor de desarrollo la rivalidad, la competencia, lo que se conoce como el darwinismo social, sobrevive la especie que aplasta a otro. Y el deseo de poder propicia una sociedad asentada en la agresividad y la violencia. Incluso se habla aberrantemente de violencia sagrada. Algunos expertos hablan del “chivo expiatorio”, son necesarias las víctimas para el crecimiento de la sociedad. Así se desarrolla el modelo de convivencia por socios, nos une los que nos interesa y beneficia. Eso de fraternidad, es para trasnochados socialistas de la revolución francesa o soñadores creyentes al estilo de Jesús que pensamos que “todos somos hermanos y hermanas” (Mt 23:9) (Lc 11).
No olvidemos que en la sociedad se recogen los frutos que se van sembrando en nuestras familias, centros docentes, instituciones políticas, estructuras sociales y comunidades religiosas. Erich Fromn se preguntaba: “¿es cristiano el mundo accidental?”. Nuestra sociedad actual apenas produce los frutos del “Reino de Dios”, solidaridad, fraternidad, mutuo servicio, justicia para los desfavorecidos, perdón. Eso sí lo rezamos en el culto, las novenas o en los peligros como un deseo, a lo mejor sincero y espiritual, pero no como un amor eficaz.
El verdadero desarrollo humano solo será posible si logramos sobrellevar la tensión entre el yo y los otros para formar un nosotros donde entren todos. Solo un corazón agradecido por tanto bien recibido de muchas personas que permiten mi alimentación, salud, estudios, trabajo se abrirá a la vida en solidaridad y fraternidad como indicador que fluye el eros-amor como vida plena, eudaimonía decían los griegos. Caso contrario responderemos solo a los estímulos de lucro, poder y dominio señales inequívocas del ego que produce muerte, thanatos.
El mensaje de Jesús que colegios, universidades, parroquias, comunidades de base, fundaciones cristianas debemos hacer memoria es el deseo que nuestro Padre Dios quiere que nuestra vida sea productiva, “para que tengan vida y vida en abundancia he venido” (Jn 10:10), para que su vida dé fruto (Jn 15:16). No importa el porcentaje cada uno dará fruto según la calidad de su semilla (Mt 13:22).
Las revoluciones socialistas no han podido lograr la libertad a la que el hombre aspira desde el fondo de su ser. La libre expansión de los impulsos proclamada por la sicología freudiana tampoco, lejos de producir un hombre maduro y sano, origina nuevas neurosis, frustraciones e incapacidad para el amor y la comunión. El hombre científico priva del sentido de la vida al dedicar a producir como una máquina, la tecnología va produciendo más máquinas que se parecen a hombres, trasladándose cada vez más a hombres que se parecen a máquinas (Ignazio Silone) ¿Podremos cambiar el rumbo de nuestra historia? ¿No dependerá de nosotros mismos y de un sentido de la vida más trascendente?
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
ACTIVIDADES:
1.- ¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA VIDA?
Una vida que dé frutos de amor y sentido.
2.- ¿POR QUÉ HOY ENTENDEMOS VIDA FRUCTIFERA COMO PRODUCIR BIENES?
Por la pésima educación y falta de trascendencia.
3.- ¿QUÉ HACER PARA VIVIR FRUCTIFERAMENTE?
Pasar del yo al nosotros.
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