¿Cuál ES EL PRINICIPIO QUE NOS MOTIVA A ACTUAR, A ESTUDIAR, A REALIZAR UNA TAERA, UN PROYECTO? ¿LA MISERICORDIA O LA PERFECCIÓN? La respuesta la dará tu vida, el saber si es correcta o no, lo dirá la gente, cuando te admire o alabe, critique o juzgue ¿qué es lo que te hace grande?
El presente artículo que viene desde la reflexión cristiana de Sandra Estrada, tomado de Pastoralsj.org invita a pensar a los creyentes sobre la motivación última de su actuar en donde se pide revisar si nuestra fe en Dios estructura nuestro ser, pensar y actuar. Pero el tener claro las motivaciones de nuestro actuar no solo son religiosas, tiene un fin en sí mismo, preguntar ¿por qué hago lo hago? ¿lo que hago me hace más humano? Es vital para todos los que vivimos en este planeta y ponernos de acuerdo cómo vivir pero en especial como convivir relacionarme con el otro, en especial los que vivimos en un mismo territorio, en una vecindad ¿actúo por amor? ¿actúo por vanidad? ¿me mueve la compasión? 0 ¿me mueve la perfección, el sentirme mejor que otro?
Disfrutemos la lectura de este artículo, pero hagamos nuestra propia reflexión ¿cuál es el principio que me mueve a estudiar, crecer y ser? No hay duda que quienes decimos tener fe, debe haber un plus que de sentido a esa fe y una visibilidad que aterriza en acciones que dignifican la vida del que actúa en nombre propio y del Dios que pasó por el mundo haciendo el bien. La religión no se reduce a ética, pero sin ética no hay manifestación religiosas creíbles y dignas de un Dios que nos invita a amar la vida. Por Fabricio Alaña
Estos últimos días se me han atravesado varios compromisos, en los cuales sentí que di menos de lo que podría haber dado. El problema de vivir así es que te vuelves tu propio juez o policía. Dice Byung Chul-Han que esta cultura de sobreexigencia ha promovido que seamos nuestros auto-explotadores, como si cada mañana se activase esa voz que te dice “Pudiste haberte despertado antes… haber ido al gimnasio… haber hecho más”.
Estos días esa voz se hacía más fuerte sin darme cuenta. Pero de pronto recordé una nota que escribí hace tiempo en mi móvil: “Cuanto más perfecta quiero ser, más me pierdo de tu misericordia”.
Es que solemos trabajar demasiado para ser perfectos en lo laboral, en lo afectivo, en lo espiritual. Nos ponemos metas que parece nunca alcanzamos, hasta que terminamos odiándonos y alejándonos de Dios porque creemos que nos pide cuentas, que Él es esa voz aterrorizante que nos acecha… pero que realmente es, como diría San Ignacio, el mal espíritu. Porque es una voz que, disfrazada de “hacernos un bien”, de “ángel de luz”, logra lo opuesto: nos quita energía, autoestima, esperanza.
La misericordia no es “para mediocres”, es más bien para realistas, para humanos: es entrar a la lógica de un Dios para quien nada pasa desapercibido: “Tu Padre, que está en lo secreto, te lo recompensará” , que celebra cada esfuerzo por pequeño que sea y que, en lugar de juzgarnos desde una nube imaginaria, se pone a nuestro nivel y nos motiva. Dios no mira nuestros resultados en un Excel. Lo que mira son nuestros mínimos esfuerzos y deseos en lo secreto de nuestra recámara, estudio, gimnasio… para seguirnos animando. Él es nuestro mejor “coach”.
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR
¿QUÉ HACE GRANDE A UN SER HUMANO?
Sus acciones con sentido.
¿QUÉ HACE DIGNA A UNA PERSONAS?
No solo sus acciones valiosas, sino los motivos que lo impulsan a actuar.
¿CUÁL ES EL MEJOR PRINCIPIO DE ACCIÓN?
La misericordia como empatía social, damos el corazón en la acción.
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