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“Entusiasmantes oportunidades y graves riesgos”


La vida está llena de emocionantes oportunidades, como de lamentables riesgos. Sin embargo, hoy, los riesgos son mayores que las oportunidades: La destrucción del planeta por el calentamiento global y guerras, la contaminación del carbono, la explotación de recursos naturales y su agotamiento, la delincuencia organizada, los capitales financieros volátiles, las distintas pandemias que hemos pasado y podemos pasar. Entre otras alarmas de todos los días y no tomamos medidas sanadoras ¿Qué futuro dejamos a las nuevas generaciones? ¿qué conocimiento productivo y significativo están aprendiendo nuestros jóvenes en los centros educativos? ¿Para qué mismo estudias, querido joven?

El gran problema del ser humano es tratar de entenderse y descubrir cuál es su misión en la vida. Y eso es tarea de la familia, de la sociedad, no solo de los educadores. Pues, se vive en un contexto y desde allí se ofrecen propuestas para cuidar, embellecer, transmitir vida. Pero, parece que lo contrario también es una oferta formativa, dejar destruir el planeta, repetir soluciones arcaicas, consumir, consumir, consumir, producir, producir, producir es la consigna del libre mercado y de la democracia liberal. Su contrario, el socialismo, se aprovecha de lo mismo y no da alternativas. Es decir, se piensa diferente, pero se vive igual. Todos quieren poder, bienestar, pocos transformar la realidad.

El ser humano hoy desarrolló la ciencia y la técnica en su máxima capacidad y puede matar miles de personas en tiempo record con un dron. También puede sembrar árboles en tiempo fabulosos y abundantes. La técnica no es el problema, sino el para qué la usamos. Hoy se añade la INTELIGENCIA ARTICIAL. Urge desarrollar la DIMENSIÓN ÉTICA DEL SER HUMANO que dé razón humana de su actuar, que es irremplazable en la construcción, conservación, cuidado y embellecimiento del plantea y sus recursos, de la vida en todas sus manifestaciones. Hoy se habla en Inteligencia Artificial de ALGORÉTICOS, pedir a los sabelotodos de la ciencia y la técnica que pongan éticas en los algoritmos para que este actuar no sea meramente mecánico y se piense en el bienestar de la humanidad. El discurso del PAPA FRANCISCO el primero de enero (2024), por la paz nos invita a ello. He aquí algunas propuestas.

La inteligencia artificial (IA) está transformando profundamente nuestra sociedad. Los asistentes virtuales –como Google, Siri (de Apple), Alexa (de Amazon), ChatGPT– integran la vida cotidiana de buena parte de nuestras familias.

Los sistemas basados en IA, con su avance exponencial, nos sorprenden, impresionan, generan expectativas y asustan, todo al mismo tiempo. Aún no podemos imaginar la velocidad de su desarrollo ni su punto de llegada.

La Iglesia, el cristianismo, no están en contra del progreso humano o científico. Tengamos en cuenta que las primeras universidades han surgido en los monasterios e iglesias. Unos cuantos científicos han sido y son hombres y mujeres de fe. Uno de los impulsores de la teoría del big bang acerca del origen del universo fue un sacerdote jesuita… La Iglesia no es tecnofóbica


La IA nos trae numerosos beneficios y puede contribuir de manera importante a nuestro desarrollo: mejora de la producción de alimentos saludables y seguros, diseños de infraestructura más sustentables, fuentes de energía renovables más eficientes, diagnósticos médicos más exactos, sustitución de tareas rutinarias o peligrosas, predicciones meteorológicas, previsión frente a desastres naturales, mayor eficiencia operativa en industrias, gestión más rápida del tráfico en la vía pública, educación más personalizada.


Pero sin reglas efectivas y sin liderazgos éticos hay riesgo de que la IA genere perjuicios, cree nuevas desigualdades y amplíe las ya existentes. Sin la debida supervisión, puede ocurrir que algoritmos supuestamente diseñados para ayudar al sector público a gestionar prestaciones sociales terminen excluyendo a familias realmente necesitadas (por ejemplo, por discriminación racial), o el uso de reconocimiento facial aplicado para controlar adversarios políticos y perseguir masivamente a la ciudadanía, o la sofisticación de los armamentos usados para el crimen o la guerra. También se está ante el riesgo de incrementar la asimetría entre los actores (países y grupos privados) que dominan el desarrollo de la IA y el resto de la población, que permanece como espectador de un desarrollo desequilibrado y de escaso contenido ético.


La preocupación no es nueva ni solo declamativa. En el año 2020 se elaboró el documento denominado “Llamamiento de Roma por la ética de la IA” (título original: “Rome Call for AI Ethics”), firmado por empresas como Microsoft e IBM, en el ámbito de la Pontificia Academia para la Vida. Hacia el final de la carta explicitan que “los sponsors de esta convocatoria expresan su deseo de trabajar en conjunto en este contexto y a nivel nacional e internacional para promover los ‘algor-éticos’”, para lo cual definen algunos principios necesarios para el uso ético de la IA. El texto completo está disponible en internet.


Otro paso importante se dio en noviembre de 2021 al realizarse el “Primer acuerdo mundial sobre la ética de la inteligencia artificial”, consensuado y aprobado por los 193 Estados miembros de la Unesco, que se propone a todos los actores como guías de las políticas públicas a nivel regional y de cada país.


Por:

Fabricio Alaña E, sj


PARA PENSAR:


¿Qué futuro dejamos a las nuevas generaciones?

Ninguno si seguimos como vamos.


¿Qué conocimiento productivo y significativo están aprendiendo nuestros jóvenes en los centros educativos?

En el Ecuador el tradicional y muy poco el innovador, creativo. Prueba de ellos, son las carreras que eligen los neobachilleres, medicina, leyes.


¿Para qué mismo estudias, querido joven?

Transformar tu vida es transformar el mundo.

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