Oye Jorge, mi querido amigo de 17 años, déjame preguntarte: ¿Qué es lo primero que te llama la atención cuando miras a una mujer? Responde, -Ahy Fabro, no pregunte eso, Pero, por qué, me da vergüenza decirlo. Jorge, ¿qué pasa? ¿nos da vergüenza decir qué admiramos de una mujer que puede ser nuestra madre, hermana, familiar, amiga, enamorada? Tranquilo no es tu culpa, no te han educado en la admiración de la belleza sino en el uso de los cuerpos, como se usa todo en la sociedad. Pero estás a tiempo, eres joven puedes aprender a desarrollar el talento de amar, gracias a tu talante de admirar la verdad, la bondad y la belleza de las personas y la vida. Ya, Fabro ¿y usted? ¿qué es lo primero que admira cuando mira a una mujer?
Te respondo, Jorge con gusto. Lo aprendí intuitiva y sensitivamente cuando al nacer mi madre, mi padre, mis tías me acogían en su brazo con abrazo y me sonreían, nos comunicábamos por la mirada, esa mirada maternal que acoge una vida en su seno, y desde allí me dio la confianza básica para enfrentar la vida. De niño uno, se fijaba más en las cosas que me provocaban alegría pasajera y que había que conseguir una y otra vez, juguetes, regalos, no había interés en lo femenino. No hay duda que en la adolescencia uno desviaba la mirada, como muchos amigos, nos fijábamos más en los cuerpos, las dimensiones, alguno en su simpatía más que elegancia. ¡vio Padre Fabro por qué no quería hablar! Tranquilo es un aprendizaje y siempre podemos aprender si reflexionamos nuestras experiencias.
Desde que aprendí a mirar a la Madre Dolorosa, en un colegio de solo varones de los padres jesuitas, más que mirarla me sentía mirado, pero no era una mirada de reproche, sino de ternura, de animo y de coraje para ser más auténtico y no repetir los esquemas machitas de nuestra cultura. Y eso me ha acompañado toda mi vida, en especial cada 20 de mes, desde que en los colegios jesuitas hacemos memoria de un 20 de abril de 1906, que en un contexto anticlerical y de mucha pugna social los hombres de nuestro país no nos poníamos de acuerdo para forjar un Proyecto Nación. Y eso hasta hoy.
Entonces padre Fabro ¿para qué le ha servido su amor a la Dolorosa y fomentar esa espiritualidad, que en muchos se queda en ritos y ceremonias, a lo mejor en una estampita o en un cuadro? Gracias Jorge, esos cuestionamientos son los que necesitamos profundizar si queremos ser hombres y mujeres del siglo XXI.
Lo primero es para fomentar la esperanza. La esperanza como dijo bellamente san Agustín, tiene dos manos, la ternura y la valentía. Esperar ser mejor persona y no uno más del montón solo es posible si reavivo cada día en una profunda acción de gracias por el don de la vida que mis dos Madres me dieron la terrenal y la eternal, y recupero esa mirada misericordiosa.
Acoger la vida es la mejor manera de dar gracias. No es fácil acoger la vida en medio de un mundo tan violento y destructivo. Inseguro, e inhumano. Por ello, la mirada misericordiosa de María llena de ternura en la cueva de Belén, y llena de coraje al pie de la cruz dio pie a la comunidad de los discípulos del amor; al estar cerca de los primeros creyentes en Jesús, que solo desde la compasión surge la unión, surge el renacer, amanece el sol, se construye un país.
Lo segundo que me ha enseñado, es esa capacidad de relacionarme con María, La Dolorosa, que es la espiritualidad mariana de los jesuitas del Ecuador, que no solo me mira con compasión, sino que me cobija en su manto. Esa ternura compasiva despierta mi creatividad y el coraje para vivir con pasión, enamorado de la vida, como don y tarea para dejar este mundo un poco más bello en las relaciones humanas, en el cuidado de la naturaleza en el cariño a los que sufren, en el respeto por el extranjero, por el enfermo de droga o de desorientación en la vida. Esto me hace más vulnerable, como Jesús, el Hijo de María, que expuso su amor y su convicción al mundo de su tiempo, pero no le creyeron, no le creyeron. Pero ese Dios vulnerable en la pasión, manifestó la nueva creación que nos trae la resurrección.
Lo tercero que me ha enseñado “esos ojos misericordiosos” es que puedo caminar con fe, esperanza y amor, si fijo mi mirada en el Señor. Aprender a centrarme en lo esencial, el proyecto humanizador y libertador de Jesús de amar hasta el extremo, solo será posible si me sé despojar de todo: prejuicios, ideologías y autosuficiencia, para descentrar mi ego y centrarme en el otro, en el amor.
¡Ay Fabro! No se me olvide de la primera pregunta, cuando era no tan joven, en la etapa madura del humano, ¿en qué se fija cuando ve a una mujer? -En sus ojos, porque allí me transparenta le verdad de su ser, la ternura de su personalidad y la belleza de su espiritualidad
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿QUÉ ES LO PRIMERO QUE TE FIJA CUANDO VES A UN MUJER?
En sus ojos.
¿POR QUÉ?
Me transparenta la belleza de su ser.
¿LA MUJER Y MADRE DOLOROS QUÉ TE ENSEÑA?
A sentirme amado y acoger la vida para vivir con pasión.
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