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HACIA LO ALTO

  • Writer: fabroparatijoven
    fabroparatijoven
  • 3 days ago
  • 4 min read

¿Se puede ser joven, alegre, deportista, apasionado por la vida y al mismo tiempo santo? La vida de Pier Giorgio Frassati, nacido en Turín, Italia el 6 de abril de 1901 nos dice que SÍ. Que, entre amistades sinceras, escalando montaña y un corazón encendido por la fe, viviendo una vida normal, pero con un amor extraordinario por Dios y por los pobres se puede ser santo.

 

El lema que él repetía a sus amigos y familiares como expresión de los deseos de su corazón era SIEMPRE HACIA LO ALTO, el símbolo fue escalar montaña, hacerlo con su grupo de amigos y con mucha frecuencia, perseverar hasta el final, llegar a la meta, plantearse objetivos altos y aterrizar luego a la dura realidad para ayudar y contagiar esperanza.  

 

A Pier Giorgio Frassati hoy la Iglesia, con el Papa León XIV al canonizarlo, lo presenta como ejemplo para todos aquellos que buscan un sentido a su vida, un marcar la diferencia, un mostrar que la juventud está hecha para grandes cosas. A pesar de haber vivido tanto solo 24 años. Murió en 1925.

 

El camino que le tocó construir y recorrer a Frassati fue muy distinto al que sus padres habían recorrido y que compartían con su hijo lujos y comodidades, buenos negocios en el mundo de la comunicación, entre otros. Los sueños que tenían para su hijo eran diferentes. El camino de Pier Giorgio fue a contracorriente de su familia. Algo duro, nada fácil.

 

Giorgio, no era brillante intelectualmente, tampoco quedado. Pudo ingresar al instituto social de los padres jesuitas, donde recibió una sólida formación espiritual. Después al obtener el bachillerato se inscribió en ingeniería mecánica con especialidad minera. No buscaba riqueza ni prestigios, sino compartir la vida de los mineros. Aquellos hombres en su época eran los más explotados. Luego, permaneció un buen tiempo con su familia para, gracias a su oración diaria, su devoción a la eucaristía trabajar por los pobres, mezclarse con ellos, era su pasión, y la muestra de su real amor a Dios.

 

Las tensiones con su padre y familia fueron duras y muchas. Pero, Pier Giorgio, jamás contestó a su papá. Si su padre lo llamaba holgazán, Giorgio mostraba con ellos, que no lo era: cargaba sacos de carbón, regalaba su ropa a los pobres. Su mirada reflejaba el rostro de Cristo, sabía ver en cada pobre al mismo Jesús. Luego se inscribió en varias asociaciones católicas abiertas a los laicos: La conferencia de san Vicente Paul, la Acción Católica, La Conferencia universitaria católica italiana. Allí donde hubiera necesidad, allí estaba él. Siempre llevaba a la casa de los pobres: comida, ropa, carbón. Cada moneda que recibía de su familia, la transformaba en moneda para los necesitados. Se acercó también a la espiritualidad dominicana, convirtiéndose en terciario.

 

Entró en contacto con el padre Carlson a quien llamaban el san Francisco Alemán. Ese encuentro lo llevó a pensar en la vida sacerdotal. Reflexionó seriamente que su camino era el laical encontrando en los pobres, en la amistad y en las montañas su camino HACIA DIOS. También experimentó el amor sincero en una joven que no era de su clase social. Laura Hidalgo, joven inteligente y bella que se enamoró. Pero aquel sería un amor imposible. No llevó más adelante esta linda relación. Estaba convencido que el verdadero amor, el eterno, lo aguardaba en el cielo.

 

El 30 de junio de 1925 comenzó a enfermarse. Cayó en cama, le dio una poliomielitis, probablemente contraída en los barrios pobres. Y el 4 de Julio entregó su alma a Dios. Con apenas 24 años.   

“Pier Giorgio Frassati —explica el prefecto del Dicasterio— encarna el modelo de laico ofrecido por el Concilio Vaticano II. Es aquel que, plenamente comprometido con la vida, experimenta diversas realidades del mundo; eso que el Concilio llama la índole secular del fiel laico, vivida en plena sintonía con el Evangelio e integrada en cada aspecto de la existencia”.

Para el cardenal, Marcello Semeraro acaba de publicar el libro Pier Giorgio Frassati, alpinista del espíritu (Ediciones Messaggero Padova 2025), dice la discreción del joven turinés recuerda lo escrito en la Carta a los Efesios de san Ignacio de Antioquía: “Es mejor ser cristianos en silencio que proclamarlo y no serlo”. Ese hacer el bien sin ostentarlo se reveló en el impresionante número de pobres, marginados y personas olvidadas que acudieron a su funeral, sorprendiendo incluso a su propia familia, que ignoraba su entrega silenciosa a los más necesitados. “Su muerte fue una epifanía”, subraya Semeraro, para quien “Frassati se acercó a los pobres porque antes se había encontrado con Cristo”.

El Papa Francisco refiriéndose a la gran cantidad de gente buena, entregada y que sirve en situaciones dura de la vida los llama: “los santos de la calle”, aquellos que viven en su mundo cotidiano, jóvenes comunes que están en la puerta de al lado

 


POR:

P. Fabricio Alaña E, SJ

 

PARA PENSAR

¿ES POSIBLE QUE LOS JÓVENES SEAN SANTOS?

Siempre. La cuestión lo dirá un corazón abierto y unas acciones sinceras y libres por los que sufren

¿POR QUÉ LOS PADRES DE GIORGIO FRASSATI ENTRARON EN CONFLICTO CON GIORGIO?

Tenía muchos bienes y otros sueños para su hijo

¿Cómo LOS HIJOS PUEDEN CONTRUIR UN FUTURO GRANDE?

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