top of page
Writer's picturefabroparatijoven

JOVEN: ¿TE INTERESAS EN TU CRISTIANISMO?


¿Qué significa ser cristiano hoy? ¿Hacia dónde se dirige nuestra Iglesia? ¿Cómo encontrar a Dios en tiempos cada vez más violentos, secularizados? ¿Puede nuestra fe aún hablar a los jóvenes? ¿Dónde hallar esperanza? Para abordar estas cuestiones necesitamos no solo conocimiento sino sabiduría. (P. Arturo Sosa, en la Universidad de Zurich, 2019. Tomaré unas veces fielmente, otras libremente parte de este discurso para hablarles a los jóvenes y no tan jóvenes de mi ciudad, provincia y país).


En el libro de la sabiduría en la Biblia leemos: “Porque ella (la Sabiduría) es un reflejo de la luz eterna, un espejo inmaculado de la obra de Dios, y una imagen de la bondad de Dios. Aunque es una sola, puede hacer todas las cosas, y permaneciendo en sí misma, renueva todas las cosas, en cada generación pasa a las almas santas y las hace amigas de Dios y de los profetas, porque Dios ama a la persona que vive con sabiduría” (Sab 7, 25ss).


Nuestro pueblo identifica persona inteligente, sabia con tener muchos conocimientos, información, datos, que muy pocos saben procesar y aplicar para el bien de la sociedad y del avance de la humanidad. La vida nos enseña que muchas personas inteligentes son un fracaso en su vida personal o en las relaciones interpersonales, muchas veces solo se escucha a sí mismo. En la Biblia hay dos tipos de personas, las necias que se cierran y las sabias que se abren a la realidad y otras perspectivas.


La persona sabia que hoy necesitamos es aquella que “sabe leer los signos de los tiempos”, que ve una luz en la oscuridad, una oportunidad en los riesgos. Cada vez nuestra cultura es más secular. ¿Esto qué quiere decir? Que en la configuración de la sociedad y de las relaciones prima la razón instrumental como eje de resultados científicos y técnicos, o el relativismo de los valores como expresión de una libertad y primacía de los sentimientos. Si antes se decía, “pienso, luego existo”, hoy se dice, “siento luego existo”. El parámetro de verdad es el ego, por ello la organización secular no acepta valores ni principios que los consideran metafísicos, abstractos. Si bien, eso ha traído una madurez en el pensar –sapere augere- también ha traído una cerrazón al creer que nos salvamos por el conocimiento. Si este no se lo sabe aplicar a la vida y a las relaciones, trae todo tipo de absolutismo, autoritarismo.


Hay algo muy bueno que ha traído el secularismo, el revalorar lo laico, como una autonomía funcional. Las realidades terrenas se explican por sus leyes físicas, pero el saber relacionarnos con la creación es entender la vida desde el respeto y el encontrar una finalidad en nuestras acciones y en el manejo de lo que es común a todos. Debemos dar razón de nuestro actuar, aprender a convivir con otros, de cualquier raza o credo, pero esto no quita que yo tenga mi identidad cultural y religiosa como símbolo de las distintas dimensiones del ser humano. Lo trascendente solo lo puedo impulsar desde un saber valorar la vida y aprender de otros para encontrar sentido y gozo en esta existencia e historia que nos toca vivir, cuidar y construir. Mi fe en Dios, revelado en Jesús me aporta humanidad y me ayuda a ver más allá de la materialidad y de la inmanencia de las cosas.


En esta sociedad necesitamos organizarnos laicalmente, pero desde los valores, por ello la ética no puede estar desligada de lo público y común. Nuestra ética debe ser cívica, crítica, dialógica y propositiva, no hay duda. Desde aquí tener claro quiénes somos y qué queremos conlleva a resignificar los valores que amplíen intereses personales y fomenten la magnanimidad, la generosidad, la amabilidad y la esperanza de un futuro mejor. Le fe en el Dios que me revela la humanidad de Jesús y su manera de comportarse con los que sufren, con las mujeres, con los niños, con los pobres dignifican lo humano y señala la voluntad de un Dios Creador y Padre y no amo-señor que se relaciona con esclavos.


La verdadera acción creyente es valorar la vida, es compartir esperanza y acompañar procesos para hacer crecer a las personas. Nos damos cuenta de que, al crecer en un mundo que cambia rápidamente, muchos jóvenes se preguntan qué es lo que puede dar valor y significado a sus vidas. Muchos se sienten perdidos y sin esperanza, pero al mismo tiempo llevan dentro de sí la semilla de una nueva visión y una nueva forma de vivir nuestra fe. El reto para los creyentes adultos es ¿cómo acompañar a los jóvenes? ¿cómo contagiar esperanza? Y cómo aprender a trascender, dejar huellas. La Iglesia se define no por sus dogmas, sino por los procesos de humanidad, libertad y esperanza que crean sus miembros a ejemplo de Jesús de Nazaret, que se mostró cercano con el extranjero, el caído, el vulnerado en sus derechos, Lucas 10, La Parábola del buen samaritano, es el mensaje más actual de Jesús, nos señala un amor incondicional y transformador.


POR:


P. Fabricio Alaña E, SJ


PARA PENSAR:


¿QUÉ ES LO QUE HOY PROVOCA LA JUVENTUD?

Esperanza y repensar la sociedad.


¿CÓMO CONSTRUIR SOCIEDAD?

Desde la práctica de un ética dialógica, civil, crítica y propositiva.


¿QUÉ ESPACIO HAY PARA LA TRASCENDENCIA?

Mucho si actualizamos el ejemplo de Jesús. Lucas 10.


22 views0 comments

Recent Posts

See All

Comments


bottom of page