El presente artículo son las conclusiones de unas conversaciones que hemos tenido con nuestro amigo el PH.D Antonio Pérez Esclarin. Hablamos muchos de los cambios y necesidades de la Nueva Educación Presencial que debemos implementar después de la pandemia en donde nos preocupamos de muchas cosas técnicas, grandes teorías pedagógicas, metodológicas y discursos, pero nos olvidamos de las cosas esenciales que verdaderamente necesita la educación, deuda pendiente antes de la pandemia y que hoy se agrava en plena campaña política que busca votos y no una verdadera innovación educativa. Ojalá el futuro ministro de educación lo tenga en cuenta. Fabricio Alaña. E, sj.
La Educación Necesaria
Necesitamos asumir con más criticidad y creatividad las profundas crisis que vivimos y trabajar con mayor radicalidad por una educación orientada esencialmente a gestar un mundo más humano. La covid19 ha puesto de manifiesto muchas de las carencias de nuestra sociedad y, en especial, de la educación. Esta pandemia ha señalado su fragilidad, la brecha de desigualdad que existe entre nuestros alumnos y el escaso poder de innovación que posee nuestro sistema educativo. Ante esta realidad, urge que reflexionemos y nos planteemos en serio cómo educar en estos tiempos tan inciertos e inseguros.
No es fácil responder una pregunta tan seria, pero pienso que en primer lugar, habría que hacer todos los esfuerzos necesarios para garantizar a todos educación que es el medio esencial para el desarrollo personal y social. Esto exige defender la educación pública, de calidad, como derecho fundamental y combatir la mentalidad que quiere hacer de ella una mercancía. La educación moldea vidas. La cantidad y calidad de la educación que una persona recibe influyen en su productividad, sus ingresos y su bienestar. A todos nos conviene tener más y mejor educación y que todos los demás la tengan. Junto a esto, debemos abandonar de una vez esa educación que enseña a responder preguntas intrascendentes y ajenas a la realidad e inquietudes de los estudiantes, y trabajar por una educación que nos enseñe a interrogar permanentemente la realidad de cada día para descubrir los mecanismos de opresión y discriminación, y promueva el pensamiento crítico y autocrítico.
Educación que nos enseñe no a repetir información, sino a procesarla y analizarla. Educación para resolver problemas, para saber reconocer y desmitificar las propuestas mágicas de certidumbre que nos llegan de los centros de un poder que no buscan precisamente transformar el mundo, sino mantenerlo en su injusticia e inhumanidad. Educación que nos enseñe a desaprender, aprender y reaprender permanentemente; que promueva más que la enseñanza el aprendizaje continuo.
Educación que se integre y articule cada vez con mayor firmeza con las familias y las comunidades. Educación que reflexione sobre el uso poco adecuado y la excesiva mitificación de las tecnologías, que tiene el peligro de propiciar y fomentar una educación bancaria, transmisiva y no una educación que promueve el pensamiento crítico, el aprendizaje y coaprendizaje permanentes, el diálogo de saberes.
Hoy, por lo general, las tecnologías se están utilizando de un modo transmisivo, como los antiguos pizarrones o libros de texto. Es urgente que nos atrevamos a utilizar las tecnologías para la autonomía en el aprendizaje. Por ello, la dotación de tecnologías debe ir acompañada de formación pedagógica para garantizar un uso apropiado de ellas.
Pero más allá de todo esto, la educación debe retomar con fuerza su esencia humanizadora y orientarse a la formación de los valores humanos esenciales que nos permitan realizarnos como auténticas personas, convivir con los otros diferentes, y defender la vida humana, animal y vegetal donde quiera que esté siendo amenazada, maltratada y destruida. Educación que considere la diversidad como riqueza, fortalezca la cultura democrática, y combata los comportamientos racistas, discriminatorios y excluyentes.
De ahí, en breve, la necesidad de una educación que promueva el pensamiento crítico, el desarrollo de habilidades comunicativas y creativas, las capacidades para sustentar la disciplina del aprendizaje continuo y del trabajo en equipo, y sobre todo, la formación humana. Educación que enseñe a conectar corazón, cuerpo y cerebro y cultivar el mundo interior. A desarrollar una inteligencia emocional y espiritual que permita comprender, modular, y transformar las emociones y entender los sentimientos de las personas y desarrolle la empatía y la comprensión.
Educación en breve que nos enseñe a vivir, a convivir con los otros diferentes y con la naturaleza, a defender la vida donde quiera que esté amenazada y a dar la vida para gestar un mundo donde todos podamos vivir con dignidad y libertad. Por Antonio Pérez Esclarin Fe y Alegría - Venezuela. PARA PENSAR ¿QUÉ DEUDA TIENE LA VERDADERA REFORMA EDUCATIVA? La educación que enseñe a conectar cerebro con corazón, cuerpo y mundo interior.
¿Qué NOS IMPIDE HACER LOS CAMBIOS ADECUADOS? Podemos detectar la ceguera de las ideología, intereses económicos, el tradicionalismo.
¿Quién DEBE TENER EL TIMÓN DE LOS CAMBIOS? Los docentes, que son a los que menos escuchan los políticos.
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