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LA ESPERANZA DEL 2022: SER GUERREROS DE SUEÑOS


¿Por qué lucharás este 2022? era el tema del PARA TI JOVEN del 26 de diciembre 2021. Una llamada a una valoración del año, de mi vida, de mis sueños y proyectos. Hoy 2 de enero, el Primer Para Ti joven del año es un intento de respuesta. Es personal pero contextualizada al momento histórico en que vivimos como personas en una sociedad, país, como comunidad creyente –Iglesia- y desde mi profesión más que como cura, como educador de una juventud que desafía cada a día a saber conectarme con sus intereses y anhelos, más que necesidades y al proyecto país al que deben servir cuando sean profesionales. Es un simple ensayo personal, ojalá te inspiren. Lo será si le dedicas unos minutos en silencio y soledad y en compañía y profundidad a hacer tus respuestas y compartirlas.


Lo primero en el marco de la intención y de mi personalidad es no dejarme aplastar los sueños. Mientras hay vida, hay lucha, hay esperanza. No se trata de ser idealista, ni optimista, ni prudente virtuoso o peor ingenuo. Sino ser, simplemente ser. Lo propio del ser es vivir siendo, moviéndose, buscando la plenitud, que es el desarrollo del ser, su autenticidad, el encontrar su lugar en el mundo, su ser con otros. Los achaques, las enfermedades, los virus, la maldad o envidia son limitaciones o amenazas, pero no aplastan al ser.


Mi primera gran lucha será continuar siendo católico, sacerdote, jesuita. Es el medio que me ayudó y ayuda a ser quien soy. No dudo de sus grandes limitaciones o aberraciones. Comenzando por las mías. Mis propios pecados y errores. La Iglesia es de Jesús y no de los hombres. La hacemos los hombres y mujeres. Alguien definió a la Iglesia, como “casta meretrix”. En el apostolado con prostitutas he podido vivenciar grandes mujeres que desean crecer, salir de la miseria. El vivirla no es sinónimo de una clase especial, sino de cubrir una carencia. La dignidad de sus hijos, el darle comida y educación hacen de ellas, “guerreras de sueños”.


La Iglesia hoy como institución tiene el gran desafío que nos ha planteado el Concilio Vaticano II, ser Pueblo de Dios. Y el Papa Francisco desde la revolución de la ternura nos dice que lo será si sabe “sinodear”, si sabe ser sínodo. Asamblea de iguales, comunidad de fe que discierne su futuro y adecua sus estructuras a una Iglesia Sinodal, que toma sus decisiones en comunidad. Es una “Iglesia en salida” no burocrática en papeleos y reglamentos, sino que busca al pobre, da su lugar a la mujer, al migrante, al niño, al joven. Esta Iglesia me huele a evangelio, a ser buena noticia y testigo del “poeta de la compasión de Dios”. El salirme o abandonar todo revelaría mi pusilanimidad y mi mezquindad de no apoyar esta propuesta por más que prime aún el clericalismo, el centralismo y la catequización en vez de contagiar con la evangelización de razones para el cambio, de la juventud de Latinoamérica para aportar otro modo de ser cristiano, de la cercanía incondicional del Dios Padre/Madre de tod@s. Prefiero pelear dentro. Intentarlo es el camino, la meta un simple aporte para la transformación.


El segundo gran sueño es ayudar a los testigos del Evangelio e inspiradores de la fe y de la humanidad como son los santos y grandes hombres y mujeres de buena voluntad como me enseña el testimonio esperanzador del sacerdote oblato P. Bernard Ménard OMI, en su artículo: “¿Por qué sigo siendo sacerdote oblato?” (recuperado en www.feadulta.com): “En la historia del mundo, a menudo han sido adolescentes sin medios poderosos los que han provocado grandes cambios. Piensa en David y su honda para derrotar a Goliat. María de Nazaret y su bebé en un pesebre. Juana de Arco liderando el ejército francés a caballo. En Malala, que a sus 14 años lucha por el derecho de las niñas y mujeres de Pakistán a ir a la escuela. En Greta que pide a los líderes de las naciones que salven el planeta. Esperamos a los jóvenes en la iglesia para embellecer la imagen de nuestras celebraciones”, y yo añadiría para construir una Iglesia más viva y una sociedad más humana. Me uno por eso en este sueño de HISTORIZAR LA FE Y HUMANIZAR LA HUMANIDAD a las propuestas del Papa Francisco en Laudato Si y Fratelli Tutti, desde Evangelium Gaudium de cuidar la casa común y construir comunidades universales de hermanos, recreando la fraternidad abierta, que construyamos un mundo de amigos y hermanos. Enfatizando, que el único camino para construir un mundo mejor es el camino de la “amistad social” y de la fraternidad humana. Repetiremos como Isabel “Dichosa tú porque has creído”.


Y el tercer gran sueño, antiguo sueño en mi trabajo con niños y jóvenes es simplemente, tomando las palabras de Isak Dinesen “anhelo que todos leyeran, no para volverse literatos o poetas, sino para que nadie sea esclavo”. “Para ser libres nos liberó Jesús” (Gal 5:1). Y lo que más me revela la juventud y sociedad posmoderna es esclavitud, de pensamiento, de poder, de deseos, de la tecnología, entre otras. Yo quiero ayudar a formar hombres y mujeres pensantes, que sepan dar razón de su actuar y contagiar sueños y alegrías con un trabajo profesional bien hecho y no mediocre. “Hombres y Mujeres libres que exigen libertad”, como dice el canto.




Por

P. Fabricio Alaña S.J.



PARA PENSAR


¿PUEDES ESCRIBIR TUS TRES SUEÑOS?

Menos es más. Comienza por tu profesión: por qué elegir, no solo el para qué.


¿QUÉ TIPO DE SOCIEDAD ANHELAS VIVIR?

Analiza cómo eres en tu familia, barrio, colegio o universidad.


¿CUÁLES SON LAS COMPETENCIAS/TALENTOS QUE POSEES?

Solo lo descubrirás en el servicio y en el ejercicio de la verdad.

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