Hemos comenzado la semana santa, la semana de la pasión dicen nuestras tradiciones. La semana que desemboca en el TRIDUO PASCUAL dicen mejor las reformar litúrgicas, es celebrar la combinación del jueves santo con el hacer memoria de “La Cena del Señor”, ¿qué quiso compartir con los suyos?, de su muerte en Cruz, que nuestro pueblo actualiza en la PASION con el vía crucis, terminado con el “Sábado de Gloria”, “Vigilia Pascual”, la “Resurrección”, concretando toda esa celebración con el sentido de nuestra experiencia de fe: “JESUS ESTÁ VIVO”.
¿QUÉ MISMO CELEBRAMOS? Al preguntarle a mis alumnos, respondieron en su mayoría la PASION DE CRISTO ¿Qué es lo que más nos llama la atención esa semana? Bueno a los que celebran los ritos, el dolor de los que sufren identificándolo con el rostro y figura de Cristo Sufriente.
En esta semana de la Pasión de Cristo, como dice nuestra gente ¿qué elección hace Jesús? Y ¿cómo su decisión incide en nuestra salvación? La única respuesta posible que puedo compartir y más si deseo que jóvenes me entiendan es que estamos tocando el MISTERIO DE LA VIDA ¿qué es lo que hace que haya vida en un mundo de muerte? ¿qué es lo permite seguir soñando e ilusionándose en una sociedad fracasada y cansada? Esta es la perspectiva que deseo compartir con jóvenes, y con todos los que puedan leer este artículo, que no va a explicar nada, pero sí quiere fundamentar el sentido de lo que hacemos aquellos que decimos creer en Dios como fuente de vida, como Padre y como fuerza vital para superar los males y el sinsentido.
Jesús de Nazaret ante todo trajo una BUENA NOTICIA, la podemos definir como ahora es el momento de tomar decisiones, seguimos como estamos o buscamos algo mejor, nos atrevemos a reconocer a Dios cercano, concreto y entre nosotros o lo dejamos arriba, lejos y fuera de nuestra realidad. Este es el planteo cuando en Marcos, las primeras palabras que pone en labios de Jesús fue: “El tiempo se ha cumplido, el reino de Dios está cerca, conviértanse y crean en el evangelio” (Mc 1: 15).
¿Cómo fue el final de la vida de ese predicador del Dios de la vida y esa buena noticia que predicó con dichos y hechos? El viernes santo, el día de la crucifixión encontramos una primera respuesta: ¿el silencio de Dios o la muerte del Hijo? Esto es lo que no solemos visualizar y por eso preferimos quedarnos con actos externos de devoción que iniciar procesos internos de transformación personal y de la realidad que nos rodea.
Y si algo debo aprender del Jesús humano que me revela la cercanía del Dios de la vida, es que ningún ser que ama puede quedar tranquilo ni quieto ante el sufrimiento del amado. La fidelidad de Jesús, entendida como el permanecer en pie, el perseverar en sus sueños y proyectos quedó truncada con la pasión y redimida, levantada con la Resurrección. Si Jesús no decide seguir adelante en su amor por el Padre y sus hermanos los hombres y mujeres, en sus sueños y proyectos de recuperar la creación y construir hermandad. Hoy no celebraríamos la resurrección, no tendríamos esperanza que las decisiones que tomamos, los sueños que realizamos no tendrían sentido ni posibilidad, viviríamos solo sufriendo, como antiguamente se decía, “en este valle de lágrimas” y no alegrarnos por el hecho que hay más ser que nada, más alegrías que tristeza, cuando amamos, cuando hacemos algo por construir un mundo mejor, por aliviar sufrimiento, por amar en vez de odiar.
En el evangelio de Juan del quinto domingo de cuaresma es una buena introducción a la semana santa y un adelanto a la comprensión del misterio de la vida que, sin asumir la muerte, sin enterrarnos en el fondo de la realidad no hay resurrección, no hay vida, ni esperanza. El misterio de la vida no lo resuelve la tecnología, sino el saber asumir las tensiones que son inherentes a esta dura realidad y a un amor real. Esto se refleja en las decisiones de amar o no, de ser fiel o no, de seguir o hundirme, de abrirme o cerrarme.
Por eso dice el evangelio esa paradoja que solo se puede vivir dándose, “si el grano de trigo no cae en tierra y muere no da fruto” (Juan 12: 24) Y Jesús al comprender que para dar vida hay que morir, toma la decisión de seguir hasta el fin: “¿qué hare? Huir. Si para esto he venido, para Glorificar tu nombre”. Esto es ser hombre de verdad, tomar las decisiones que hacen bien a otros, que corresponde al Amor.
¿Qué aprendo de Jesús? Que ser hombre es saber tomar decisiones. ¿Cómo sé que son correctas? Cuando asumo las dificultades y contrariedades que trae el ser fiel a uno mismo, ser fiel a la vida. Ante la cruz solo hay dos opciones o “huyo como cobarde, como muchos discípulos” o permanezco en pie como las mujeres del Calvario.
Querido Joven, ¿tienes claro qué te hace humano? ¿Qué te hace grande? Y si eres creyente ¿Qué te hace seguidor de Jesús?
POR:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
EN SEMANA SANTA: ¿QUÉ CELEBRAMOS LA PASION DE CRISTO O EL MISTERIO PASCUAL?
La pascua que da vida a través de la muerte.
¿CÓMO COMPRENDER EL MISTERIO DE AMOR QUE ENCIERRA LA PASCUA?
Desde el misterio de la vida, si el grano de trigo no muere no da fruto
¿CUÁL ES EL FRUTO DE LA FE EN LA RESURRECCIÓN?
Permanecer fiel al amor y generar esperanza en el dolor.
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