“Papá, me puedes bendecir”, es la frase de un adolescente de bachillerato. Nos parece una tierna y necesaria petición. Pero, si investigamos un poco para qué le pide la bendición – el hijo responde- “para conquistar a la chica del curso que me gusta, papi” – Ah pues, responde el papá, eso es fácil unos cuantos versos de Mario Benedetti hijo, dilo con suavidad y claridad y verás cómo cae rendida ante ti. “Miro su sonrisa y siempre lo supe…esa es la sonrisa que quería ver al despertar para el resto de mi vida”. Y solo le dio ese consejo, porque no se acordaba cómo bendecir con la izquierda o derecha. Era lo de menos la bendición. Lo importante es aconsejar y su visión de conquistar.
Ramiro, el adolescente, insistió: -Papá bendíceme, de niño lo hacías. Sé que ya no vas a la Iglesia, pero para mí fue muy importante salir de casa sintiendo tu compañía en mi caminar- Bueno, hijo, gracias, siempre tendrás mi compañía, no necesitas mi bendición. Pero papi, es una fuerza especial que me transmitías que me hacía pensar más en ti, tenerte presente, en especial en tus buenas acciones, en tus ganas para luchar y surgir en la vida. –Tienes razón hijo, yo sentía lo mismo cuando tu abuelita me bendecía de niño.
¿Por qué dejaste de darme la bendición? Bueno, hijo, primero porque yo mismo dejé de pedirla a mis padres, y mis padres por el ritmo de trabajo ya no estaban mucho tiempo con nosotros. Luego la universidad me hizo más crítico de las cosas de Iglesia, parecen supersticiones, mis amigos del barrio decían que eran cosas de mujeres.
Lo siento hijo, a veces dejamos nuestras creencias que, si bien no tienen un fundamento similar al científico, tienen sentido y ayudan a conectarnos con lo mejor de nosotros los seres humanos, nuestra capacidad de relacionarnos, de desarrollar nuestra interioridad cuyo núcleo es lo espiritual. El ser humano cree que la personalidad lo define porque así lo ven los demás cómo se presenta en el mundo, pero no lo conecta con su raíz, su verdadera identidad. Lo que hace ser sí mismo al ser humano es lo vital, lo que lo une a lo real, como fuente donde va descubriendo quién es y para que estás en el mundo.
Entonces papá, qué es bendecir. Vamos donde tu madre, ella no deja de bendecirte, se la pidas o no se la pidas, y en especial de noche se la da tus hermanos pequeños antes de dormir. Mónica, porfa en pocas palabras dinos qué es bendecir, pues deseamos recuperar esa costumbre que manifestaba mayor amor a nuestros hijos. Para mí, dijo Mónica es muy sencillo, simplemente es recordar lo que Jesús siempre hizo toda la vida: bendecir: hablar bien de su Padre Dios y hacer las cosas cómo le enseñó: abrazar a los niños, acoger a los enfermos y pecadores, tocar a los leprosos, lavar los pies a los que eran sus discípulos y en especial cuando después de la resurrección “ascendió” al cielo, es decir se sentó a la derecha del Padre Dios para estar de donde salió. Con la bendición a los suyos ese día les dijo dos cosas: “yo estaré siempre con ustedes” y “confío en ustedes que quedan, realicen y concreten el sueño de nuestro Padre Dios: su reino, un lugar donde todos quepan, a nadie le falta nada y sean felices, les vaya bien y hagan el bien.
Lo esencial de nuestra fe, esposo e hijos, no son los gestos, estos nos llevan a lo fundante de nuestra relación con Dios Padre. Lo esencial es el encuentro personal con Dios en Jesús y sentirnos tan amados, tan bendecidos por el don de la vida, el amor, la libertad, el trabajo, el estudio, que es necesario acordarse siempre de su mensaje, de sus deseos y de sus sueños. El gesto de la bendición en la Ascensión, fue el último gesto que hizo Jesús para los que amaba, para que lo tengan presente y continúen su caminar con sentido, con alegría.
La vida, queridos amores, me ha enseñado que hay dos tipos de personas las que se sienten bendecidas y bendicen a los demás; y las que se sienten maldecidas y son maldición para los demás. ¿Qué mismo es bendecir mamá? Es lo que yo deseo todos los días para ti y tus hermanos: que te vaya bien, que hagas el bien, que te salgan bien las cosas, que hagas un trabajo bien hecho de manera incondicional y sin reserva. Quiero tu bien, tu alegría, tu saber superar dificultades y problemas. Bendecir, querido hijo, es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que bendice aleja de su corazón actitudes negativas, agresivas, todo miedo. Nadie puede bendecir y criticar a otros, condenar, odiar. El que bendice no hace sino evocar, desear y pedir la presencia bondadosa del Creador, fuente de todo bien. Los que decimos seguir a Jesús, somos portadores y testigos de la bendición de Jesús al mundo.
Ramiro se arrodilló ante sus padres, hacía años que no lo hacía y les dijo: ¡Papá, Mamá! ¿pueden bendecirme? Y no dejen nunca de hacerlo.
Por:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR
¿POR QUÉ LOS JÓVENES NO PIDEN LA BENDICIÓN A LOS PADRES?
Los padres respetan demasiado a los hijos y ya no se la dan. Son otra generación.
¿A DÓNDE PUEDE LLEVAR LA PERDIDA DE TRADICIONES?
Si no son recreadas o superadas por otras mejores, a la pérdida de la sabiduría humana.
¿QUÉ ES BENDECIR?
Es aprender a vivir desde una actitud básica de amor a la vida y a las personas.
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