Es incorrecto hablar de “hacer el amor”. Es mucho mejor decir: “El amor nos hace”. La esencia del ser humano es amar. Que las evidencias empíricas y la manera de cómo resolvemos los conflictos sociales en nuestro país nos revelen que no sabemos amar, es otra cosa.
La esencia del amor es comunicación y donación (S. Ignacio de Loyola) ¿Qué comunico y cómo? Es nuestro desafío, personal, comunitario y social. Ese es el fracaso de nuestra historia humana. Pero es la tarea que más debe ocuparnos en las prioridades de nuestros procesos de ser personas, de educar, de construir familia, mucho más de construir un país.
Cuando un niño o niña pregunta a su papá o mamá cómo se hacen los niños, la mentira y la ficción no ayudan, mucho peor dejar sin respuestas. El niño no entenderá, en principio conceptos o biología, pero entenderá las caricias entre los papás, su ternura y respeto, algo real y creativo. Cuando un adolescente, chico o chica necesita conversar sobre cómo manejar las pulsiones, las hormonas que lo motivan a buscar desahogar la presión no solo interna, sino externa de la sociedad erótica, individualista y hedonista que hoy vivimos, lo que menos deseará es conversar con papá o mamá, salvo que vivan en un clima de confianza y diálogo. Buscará el amigo, que está en los mismos deseos o el internet que lo llevarán a explorar todo tipo de género, posturas, prevenciones, entre otras.
¿Habrá algún educador, educadora que hable de la esencia de lo humano como la capacidad de amar? ¿está en el currículo? ¿Alguien contará cómo descubrió al amor de su vida? Novelas, historias bonitas las hay. La capacidad de amar hace soñar, despertar lo mejor de nosotros. Y el que ama entiende que cuando sabes amar, sabes respetar, comunicar la verdad, deponer intereses, aprender a mirar al otro más allá de un instrumento o enemigo, es un tú que en su alteridad es irreductible a mi antojo o manera de comprender. Es otro, es diferente, es un misterio que me atrae y me invita a dar, dar lo mejor para crecer juntos y volar, construir sueños y proyectos.
La crisis social que hoy vivimos no es una simple crisis de valores. Es la incapacidad de amar y respetar al otro, el entender la vida solo como búsqueda de mis intereses personales o de grupos. No darnos, es no entender el término gratuidad, sino lo que me beneficia lo que hago, me da réditos o ganancias. Tanto tienes, tanto vales es el slogan de muchas personas. Con mi cuerpo puedo hacer lo que me da la gana. Lo que importa es lo que yo deseo y nadie tiene que meterse en mi vida. Y lo que es peor no tienen referente. Perdón lo tienen: “taba con alguien, ya estoy free…” “nos podemos escapar y prender”. ¡Que chimba se siente hacer el amor con otro… somos libres sin papeles, así cero corazones rotos! Es lo mejor dicen ahora.
¿Podremos salvar al Ecuador? Si no vivimos el amor, y solo queremos hacer lo que nos produce placer y bienestar, si no me doy desinteresadamente es imposible ni salvar ni pensar construir un proyecto nación, que no lo tenemos y estaremos cada vez más desprotegidos y en menor capacidad de vivir la ciudadanía global que la ciencia, la tecnología, las comunicación nos han descubierto como el proyecto que siempre fuimos seres diversos, ricos en talentos, culturas, lenguas, ideas que la pequeña aldea global nos invita a repensar la humanidad no solo lo que hoy hace un país.
Despertemos y descubramos nuestra capacidad de dar y darnos. Y no ridiculicemos la vida ni nuestras potencialidades, mucho menos ser indiferentes a lo que le pasa a otro. Contentarnos con filmar desde el celular cuando insultan o patean a un viejito, un migrante, como pasó en otro país y luego viralizarlo en redes sociales y poner like no es la mejor forma de comunicar ni dar amor.
Es el ETHOS, lo que nos hace ser pueblo, lo que forja nuestro carácter y lo que hace a nuestro comportamiento capaz de vivir con otro, capaz de dejar una huella en la historia, capaz de aportar un granito en un horizonte de vida, justicia y dignidad. El ethos de un pueblo siempre se visibilizará en su capacidad de amar, de dejarse forjar en la escucha, la comunicación vital de necesidades y el saber mirar más allá. Como dice el PAPA FRANCISCO:
La construcción de la paz es un esfuerzo con un diseño maravilloso arquitectónico y una elaboración artesanal entre todos: Frente a un determinado objetivo común, se podrán aportar diferentes propuestas técnicas, distintas experiencias y trabajar por el bien común. El camino hacia una mejor convivencia implica siempre reconocer la posibilidad que el otro aporte una perspectiva legítima, al menos en parte, algo que pueda ser rescatado, aun cuando se hayan equivocado o actuado mal: nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerado por la promesa que lleva dentro de él, promesa que deja siempre un resquicio de esperanza. (Fratelli Tuttin. 228).
Por:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR
¿PODREMOS CANSARNOS DE INTENTAR AMAR?
Nunca se puede aplastar la esencia de lo que somos y nos hace.
¿PODREMOS ENSEÑAR AMAR?
Solo con actos y actitudes de humanidad, respeto y donación.
¿Qué PODEMOS HACER PARA AMAR NUESTRO PAÍS?
Hacer que el amor nos haga ecuatorianos.
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