El futuro solo tiene sentido, para mí, si tenemos sueños y proyectos que ya estemos realizando o gestando en el presente. Por lo tanto, para saber responder a la pregunta formulada en futuro, debo hacerla en presente: ¿Por qué estoy luchando ahora?.
Pero, Fabro, me dicen los empresarios y pedagogos innovadores: ¿cómo puedes gestar algo nuevo si piensas de la misma forma siempre? ¿si haces lo mismo hoy no podrás hacer algo nuevo mañana? En parte tienen razón, pero si algo me enseña el ser educador es que el pensamiento no es estático, sino dinámico. Esto quiere decir que para comprender la realidad solo lo puedo hacer si capto lo dual y lo dialéctico. ¿Qué quiero decir?.
Lejos de mí, el dármela de filósofo o teórico del conocimiento. Lo cierto es que yo no puedo valorar si hay vida después de la muerte si no valoro la vida presente. No puedo gozar del sol que me da el día, si no disfruto de la noche que me da la luna.
Uno me hace pensar en lo otro, pero lo que me mueve a actuar o despierta mis neuronas para gozar y aprovechar el día o lo noche es cómo puedo superar los límites que cada día se me presentan en ese espacio de tiempo. Y siempre me quedo corto, pues como dice el Papa Francisco, “El tiempo es superior al espacio”. Mis sueños y proyectos solo llegan a la plenitud si doy el primer paso para su realización. Si inicio procesos, no meramente si consigo productos.
La vida me enseña, que no es suficiente soñar, diseñar, planear. Hay que luchar. Lo primero que me encuentro son mis propias limitaciones, luego los obstáculos de los demás o de las mismas condiciones de posibilidad, entre ellas, la maldad no tanto de lo gente, cuanto de la dura realidad sea histórica o natural.
Cada fin de año formulaba propósitos, que se convertían en quimeras nunca alcanzables. O diseñaba proyectos que alimentaban mi ego o mis recursos, pero no cambiaban mi realidad ni la de los demás. Todos los años realizamos proyectos de educación, de superación de la pobreza, de inclusión, entre otros, la cosa sigue igual o peor.
Hoy ante la dura pandemia que nos toca vivir me pregunto: ¿cómo viviré los últimos minutos del 2021 y los nuevos segundos del 2022?. Me surgen más preguntas que respuestas: ¿con esperanza o escepticismo?, ¿indiferencia o compromiso?, ¿resistencia o rendición?, ¿pasión o pasividad?, ¿angustia o ilusión?.
“Cuando parece que no hay esperanza, cuando parece que todo está perdido, siempre hay motivos para creer y esperar. Siempre hay que luchar y confiar que el bien puede vencer al mal, que lo bueno en la vida es más y mejor que lo malo. Últimamente parece que tenemos que creer que el hombre es malo por naturaleza, que vivimos en un mundo que cada día es peor… pero no debería ser así, tenemos que vivir desde la esperanza que el mundo está lleno de gente estupenda que trabaja diariamente para humanizarlo un poco más. Ojalá aprendamos a vivir desde esta esperanza”.
Recomiendo la creativa película el “Señor de los Anillos”, el diálogo entre Sam y el señor Fredo: -“¿cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad que ha sufrido?. Al final todo es pasajero. Incluso la oscuridad se acaba para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún… Los protagonistas de estas historias siguen adelante para que todos luchen por algo”.
“¿Por qué luchas tú, ahora Sam? –Para que el bien reine en este mundo, señor Fredo. Se puede luchar por eso”. (Tomado de pastoralsj).
Feliz y esperanzador 2022.
Por:
P. Fabricio Alaña S.J.
PARA PENSAR
¿CÓMO RECIBIREMOS EL AÑO NUEVO?
Sé sincero, a solas unos segundos: ¿con esperanza o con escepticismo?.
¿POR QUÉ FRACASAN MUCHOS PROPÓSITOS O PROYECTOS?
Nos falta audacia.
¿POR QUÉ LUCHAS TÚ AHORA?
Si eres joven: ¿qué te dicen tus estudios?. Si eres adulto: ¿cómo aportarás a la sociedad?.
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