Carlos y Sofía discutían sobre el sentido del cristianismo en el mundo moderno. Carlos es un chico normal, alegre, respetuoso de la religión. Se queda con lo que le enseñaron en la casa y en el catecismo. La religión es para salvarse y nos salvamos cumpliendo los mandamientos y realizando los sacramentos. Sin embargo, la vida de Carlos es de un chico normal, como cualquier chico que no va a misa o no sea católico.
Sofía, discutía con Carlos, buscadora de la sabiduría haciendo honor a su nombre, interpelaba a Carlos, para ti, entonces ¿ser religioso es bautizarse, seguir ritos y tradiciones? ¿Qué tiene que ver tu religión con los problemas sociales, con las necesidades de hambre, salud, educación? –Ahy, Sofi eso es político, no te metas en eso que no vas a conseguir nada. Carlos, ¿ayudar a la gente es hacer política? ¿no implicarse en los problemas del mundo y la sociedad es lo mejor que un creyente puede hacer? –Yo creo que sí, ya que lo importante es vivir en paz. Y ¿puedes vivir en paz ante tanto sufrimiento? -Sofi, basta, vamos donde el padre Fabro para que te aclare y te saque esos demonios. Aunque el padre Fabro, a veces nos hace pensar mucho y no nos da soluciones. Señala horizontes. Vamos, pues.
Padre Fabro, hola, porfa controle a Sofía, pero díganos ¿Qué es lo más importante en la religión para conseguir la paz? Hola chicos, vinieron muy inquietos hoy: ¿de dónde sale su pregunta? De los cuestionamientos de Sofía ante un cristianismo tradicional pero respetuoso de cada cual. Ah ahora entiendo, es que Sofía estuvo en la misa del domingo pasado, donde se reflexionó sobre la parábola del Buen Samaritano (Lc 10). ¿Tú fuiste a misa? No padre, tenía fútbol. Pero sí me acuerdo algo de la parábola del Buen Samaritano, creo que era sobre ¿quién es mi prójimo?
Muy bien, Carlos, tienes buena memoria. Y qué conclusión sacas. Padre que hay que ayudar al prójimo. ¿Entonces? ¿Lo que Sofía cuestionaba no tenía razón? Bueno, padre, es que ella hablaba de cualquier persona, sin importar la religión, la raza y eso no es tan así. -¿Acaso eso no es lo que Jesús nos hacía pensar en la parábola del Samaritano quien era excluido de los judíos por ser de otra raza y religión?- Y señalando que el rodeo ante el que sufre en la historia, el caído que hizo el sacerdote y el levita, experto en la ley por ir corriendo al templo para alabar a Dios, bueno al dios que ellos imaginaban, es un mero –cumple i miento-. Ahy, padre Fabro, ahora sí que me despisté. Yo pensé que mi prójimo es el que yo ayudo cuando pueda. Umm Carlos, eso me suena a una simple caridad social o ayuda limosna para tranquilizar la conciencia.
Cuando Jesús hace pensar al experto en la religión cuando le preguntan ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna? Jesús le responde ¿qué dice la ley? –entendida como Biblia-la Torá, los cinco primeros libros que eran la sabiduría y el ordenamiento religioso de los judíos- El escriba le responde amar a Dios y al prójimo- Jesús le dice. HAZ Y ESO. El escriba se sintió desenmascarado en su simpleza, quería aclarar sus principios, Dios era lo primero y el hombre lo segundo. Jesús narra la parábola del Buen Samaritano.
El gran planteo de la parábola del buen Samaritano es ¿qué es lo que me hace humano y me acerca a lo divino: la projimidad o la proximidad? Entiendo por projimidad el entender que el prójimo es el que está cerca mi raza, religión y cultura y por ello yo lo ayudo. Tengo al prójimo como OBJETO DE MI BENEFICIENCIA, así tranquilizo mi conciencia. Jesús me cambia de paradigma: Prójimo es el que está más lejos y me acerco. La única forma de acercarse, en especial al que sufre es la COMPASIÓN, sentir con. Lo que importa es levantar al ser humano de sus desgracias y despertar el cristiano para revelar lo mejor de sí. Proximidad es reconocer la dignidad. Esa es la utopía del cristianismo.
-Uto- ¿qué? Padre Fabro Utopía, la capacidad de pensar, idear otro mundo posible en donde suframos menos y aprendamos a amar a quien lo necesite. Para ello debo aprender las estrategias de crear proximidad para constituir hermandad, como me enseñó el Samaritano: mirar, compadecerme, acercarme, curar y cuidar sin esperar recompensa.
Lo esencial de la enseñanza de Jesús es hacernos pensar que el verdadero amor es salir de sí, ir más allá de mis intereses. Solo así podremos construir una comunidad social que se respete y organice, vaya más allá del mundo de los socios, no moverse solo por interés, a un mundo de hermanos. La amistad social y el amor fraterno es posible si aprendemos amar incondicionalmente. Como dice Papa Francisco en la Fratelli Tutti (89):
No puedo reducir mi vida a la relación con un pequeño grupo, ni siquiera a mi propia familia, porque es imposible entenderme sin un tejido más amplio de relaciones. Mi relación con una persona que aprecio no puede ignorar que esa persona no vive sólo por su relación conmigo, ni yo vivo sólo por mi referencia a ella. Nuestra relación, si es sana y verdadera, nos abre a los otros que nos amplían y enriquecen. El amor que es auténtico, que ayuda a crecer, y las formas más nobles de la amistad, residen en corazones que se dejan completar. La pareja y el amigo son para abrir el corazón en círculos, para volvernos capaces de salir de nosotros mismos hasta acoger a todos.
Por:
P. Fabricio Alaña E, SJ
PARA PENSAR:
¿ES POSIBLE ACERCARME AL EXTRAÑO?
Sí soy compasivo, claro.
¿ES POSBIBLE SUPERAR UN MUNDO DE SOCIOS?
La utopía del cristianismo dice es posible.
¿ES POSIBLE UNA COMUNIDAD DE HERMANOS?
Saliendo de sí y creando comunidades abiertas, sí.
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