José un chico de un colegio católico de la ciudad, de una familia muy tradicional conversaba con Nidia sobre cómo rezar con más fe para superar los efectos de la epidemia que hoy padece el mundo y nuestro país. Nidia que fue a estudiar al exterior a un “primer mundo muy civilizado”, que hoy sufre lo mismo que nosotros ante un pequeño virus, vino con ideas más seculares, del mundo moderno, libertad, igualdad, democracia, feminismo, y una religión light o a la carta, le decía a Ignacio que aprenda a madurar y que la fe está bien para los niños o para la gente sin estudios. Hoy debemos investigar por nosotros mismo y si se puede ganar más dinero mejor así podemos ayudar a los pobres. José prefirió callarse, valoraba la amistad que hubo entre ellos cuando eran estudiantes de la secundaria.
El planteo parece simple, pero no lo es. No se trata de una fe de niño y luego de un adulto, pues casi la pierde o se ve que es más infantil de lo que se piensa. Si los ilustrados piensan que a Dios se lo puede encerrar dentro de los límites de la razón, como era el proyecto del siglo de las luces XVII, hoy en día eso queda trasnochado y la aparente madurez humana refleja más complejidades de lo que parece, pues Nidia necesita de una religión light, algo que le de paz, tranquilidad, o un “dios” que lo use cuando se siente mal, eso es lo que llamamos a la carta. No niega a Dios, simplemente que en su crecimiento social no lo necesita, en la parte humana cuando le convine.
Hagamos el esfuerzo de clarificar qué imagen de Dios se tiene cuando ha habido catástrofes o epidemias a lo largo de la historia. Una parte de la historia de las religiones nos habla de dos tipos de Dios que se revela en esta compleja historia de la humanidad, que como dice Pablo Mella, sj:
“En este momento de pandemia cualquier persona de buena voluntad puede ser víctima fácil de una religiosidad desbordada. Podemos caer de rodillas ante las imágenes del Dios castigador y del Dios milagrero. Podemos pregonar con mucha inconsciencia, desde el sadismo espiritual, “que quien se contagió es porque Dios lo castigó”, o desde el milagrerismo afirmar eufóricamente que “a quien tiene fe en Jesucristo no se le pega el coronavirus”, (Rev: AURORA 2020, No 2).
Ni culpabilidad ni ingenuidad serán buenos consejeros para levantar al país. Hoy necesitamos verdaderas mentes amplias, que sepan comprender que la razón no solo es análisis, juicio sino que reflexiona sentimientos, aprecia afectos y crea símbolos que fomentan creatividad, sueños y utopía. Nuestra razón es sentiente, comunicativa y dinámica, el día que una realidad la encierra en conceptos, estos no son eternos, reflejan un contexto y evoluciona su particularidad que refleja una vida o realidad que renace, se reinventa, “nadie se baña dos veces en el mismo río” decían los antiguos. Si alguna característica tiene Dios, nos enseñaron los musulmanes, es que tiene mil nombres.
Para no naufragar en el abismo mi referencia religiosa es la humanidad de Jesús de Nazaret cuya historia me mostró el camino hacia el Dios vivo y verdadero que no le evitó problemas ni conflictos, ni la muerte, a quien llamó ABBA (papito) con el sentido profundo de una persona religiosa que fundamenta su existencia. Esa relación auténtica, sentida, discernida le permitió tomar las decisiones que lo unían más al Padre Dios y lo hacían más libre de leyes y prejuicios, tradiciones o manipulaciones de lo sagrado: “El Espíritu sopla donde quiere y nadie sabe de dónde viene ni a dónde va” (Juan 3: 8ss.).
Jesús nunca usó a Dios para manifestar grandeza, ni fama, superó las tentaciones del desierto apartando esos malos pensamientos (Mt 16). Al enfrentarse con los conflictos de la vida, y el mayor conflicto de todo humano, la muerte, tomó su decisión y dijo: “no se haga mi voluntad sino la tuya” y libremente la enfrentó entregándose a los que los iban a matarlo: “vamos, levántese, se acerca el que me entrega” (Mt. 26: 46). ¿voy descubriendo qué debo discernir? ¿para qué me sirve la fe?
El poeta expresa el sentir de una fe madura y expresa la razón en búsqueda de solución:
“Pedir y buscar unidos: Como el inspirar y el expirar/ Pedir nos abre el corazón
Al don de Dios y su surgir / En su crecer y en su sazón.
Buscar nos activa enteros/ Para salir y encontrar el don
Que ya crece entre nosotros/ Al ritmo y forma de lo humano.
Dios sabe que lo necesitamos/ Y ya ha empezado a dárnoslo
Antes que se lo pidamos / Y es mayor que nuestros sueños…
¿Qué NUEVA HUMANIDAD SE ESTÁ GESTANDO EN ESTA TIERRA QUE GIME SU EMBARAZO? No le pidamos a Dios impacientes/ Que presione el vientre de la historia
Y acelere el parto. Es tiempo/De silencio servicial y expectante.
(Benjamin González-Buelta).
Reflexionemos:
¿Qué imagen de Dios suele haber en pandemias?
La de un dios Juez o la de un dios milagrero.
¿Qué imagen de Dios me revela Jesús?
La de un Dios padre que sabe formar y la de un Dios compañero de camino.
¿Cuál será la real pregunta que necesitamos reflexionar?
¿Qué Nueva Humanidad se está gestando en esta tierra que gime su embarazo?
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