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¿SOMOS CAPACES DE REJUVENECER EL MUNDO?


La pregunta del presente artículo requiere una respuesta de todos aquellos que vivimos en el mundo y desde todos los campos disciplinares, sociales o religiosos, entre otros. Como tamaño evento no se puede dar por ahora y tampoco queremos que se parezcan a las grandes reuniones de los líderes mundiales en la ONU o el COP26, que hagan grandes y valiosos análisis de lo que pasa en el mundo con grandes declaraciones para corregir los sus males, que a nivel de realizaciones quedan en simples enunciados que se registran en bellas fotos, lejos del mal o de la miseria que viven la mayoría de nuestros hermanos más pobres.


Conversando con varios jóvenes de la universidad o de colegios, hijos de amigos me manifiestan UN MIEDO ATROZ, desean irse del país. Cuando conversamos son tantos los males que nos asustan o vivimos que no sabría decir cuál es el principal ni por donde enfrentarlo: ¿la corrupción? ¿la mediocridad del gobierno y de la Asamblea? ¿la violencia? ¿la inseguridad? ¿el maltrato a la mujer? ¿la falta de insensibilidad ante los migrantes o nuestros hermanos de la calle? ¿la prostitución? ¿la evasión de impuestos o poner dinero en paraísos fiscales? entre otros.


¿Por dónde comenzar? ¿cómo hacerlo honestamente con la realidad? ¿con coherencia con la propia conciencia? ¿con eficacia? como se puede leer no es fácil una respuesta. Intentaremos dar una simple opinión buscando si la Academia, la Sociedad Civil, las Comunidades de Fe y la misma juventud nos despertamos y buscamos organizarnos para dejar un mejor futuro a nuestra niñez y para vivir con dignidad. Para rejuvenecer el mundo. Para mí, uno de los indicadores de dignidad es vivir sin miedo.


Miedo es lo que prima en nuestra sociedad hoy en día. Esto hace que los ecuatorianos vuelvan a dejar el país y abandonados los campos, que nuestras mentes más lúcidas se vayan, que sigamos instalados en la mediocridad esperando que las nuevas tecnologías producidas en el exterior o los nuevos productos que tienen valor agregado vengan del exterior, a pesar que nosotros seguimos proporcionando la materia prima.


Hoy en día, se dice que el principal miedo es el terror que nos provoca la violencia del narcotráfico en sus expresiones y estrategias para controlar el mercado de la droga, en específico, el micromercado. No sé si los expertos del neoliberalismo que hablan del libre mercado para regular el comercio y el desarrollo tengan algo que opinar al respecto. O si la proclama de la libertad que predican es sinónimo de individualidad y relativismo.


Entonces, “todo está permitido”, “el fin justifica los medios”, llegando a la negación absoluta de Dios o de cualquier indicador de trascendencia de la vida o energía personal y amorosa superior que funde y promueve una libertad y desarrollo diferente al vigente. Por eso, escribo para que los que decimos tener fe nos despertemos y aportemos ideas y soluciones de cómo queremos vivir en sociedad: ¿con miedo? ¿bajo la sombra de los poderosos del mal moral o económico, de la mediocridad o cerrazón de actuar solo por intereses utilitarios? Toda idea o anhelo de libertad, verdad, fraternidad ¿es ideología o infantilismo? parece que prima la fuerza de la materialidad de los valores e intereses, que es lo que verdaderamente mueve al ser humano.


Cuando leo el evangelio, y se me aparece la figura de Jesús de Nazaret, más allá de la discusión si es o puede ser Dios o solo un gran hombre. Su historia me revela que lo decisivo en la vida es el amor, la justicia, el actuar con verdad. Por haber muerto en la cruz, lo que históricamente es evidenciable, sella con su muerte la coherencia de su vida y señala la bondad radical que existe en quien vive para los demás.


Nosotros nos parecemos al ciego de Bartimeo (Mc. 10: 46-52) no vemos salida, estamos sentados al borde del camino y no en la rectitud, esperamos que alguien venga a levantarnos, así pasó años. Hasta que escuchó que pasaba Jesús. ¿Cuántas veces hemos dejado pasar a Jesús en nuestra sociedad y vida? el encuentro con Cristo ayuda a vivir de una manera nueva, gozosa, digna. Por ello, J.A. Pagola, proclama la bienaventuranza de la vida: “Dichosos los que creen, no porque un día fueron bautizados, sino porque han descubierto por experiencia que la fe hace vivir”.


La libertad de Jesús para hacer el bien, sin mirar a quien, para dar vida sin esperar beneficio y para seguir con su misión creativamente sin violencia, en compañía de hombres y mujeres es lo que hoy nos hace falta a los creyentes para enseñar a los jóvenes que se puede construir otro mundo, a lo mejor sobre las ruinas morales del actual, pero con la certeza que la bondad, verdad y belleza es lo que da libertad y felicidad. Intentemos ser mejores, encerrando el miedo, la mediocridad y corrupción. Paremos el tren del consumo. La llamada reactivación económica no llegará si no nos paramos y sentamos a ver los rostros de los que sufren y dejarnos interpelar.


Por:

P. FABRICIO ALAÑA S.J


PARA SEGUIR PENSANDO


¿CUÁL ES EL MAYOR MAL DE NUESTRA SOCIEDAD?

El miedo.


¿QUÉ NOS PRODUCE MIEDO?

El instalarnos en la mediocridad.


¿CÓMO REJUVENECER EL MUNDO?

Para el tren de la historia y sentarnos a mirar los rostros para reconocer la fraternidad.

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