Los estudiosos hablan de la necesidad de un aprendizaje significativo y no repetitivo como lo viene haciendo la educación tradicional. Esto quiere decir, a mi modo de ver, que el mayor desafío de la educación es que le sirva para la vida en el aquí y ahora que le toca vivir a los jóvenes hoy, y no meramente que los prepare para la universidad o la vida del futuro. Entender hoy el mundo y el buscar cuidarlo, hacerlo mejor es una tarea que solo se hará si se transforma el currículo que pase de ser de contenidos a ser algo vital, que ayude a dar respuestas a los problemas de hoy, por eso debe ser flexible, que incluya la vida en el aula, que sea multicultural, interdisciplinar y plurilingüe. Esto será posible si se conecta al joven con su “elemento” con lo que lo motiva, lo impulsa y lo hace crecer.
Antonio Pérez Esclarin, en su libro ya analizado la semana pasada, “Aportes para Una Educación de Calidad” nos cuestiona a los educadores: “¿es posible educar desde el acaparamiento de la palabra y la verdad? Los jóvenes quieren ser reconocidos en su individualidad. En un mundo de incertidumbre: ¿qué sentido tiene un autoritarismo que impone por la fuerza sus verdades? En un mundo globalizado ¿qué sentido tiene una escuela encerrada en sí misma? En un mundo de culturas híbridas y carcomido por problemas tan graves como el terrorismo, contaminación ambiental, la miseria ¿qué sentido tiene una educación cuyas preocupaciones esenciales parecen ser los aritos y el corte del cabello?”.
Antonio Pérez, entonces nos invita, para educar no es solo necesario entender el contexto y el mundo en que se vive, además hay que comprender al ADOLESCENTE EN SÍ, y esto solo se puede hacer si los miramos con el corazón y somos capaces de conectarnos con sus intereses vitales creando puentes que nos ayuden a convivir y a cuidar la “casa común” y encontremos nuestro espacio para ser nosotros mismos, ser auténticos, ser más y mejor.
La apatía y rebeldía de muchos jóvenes, nos dice Pérez Esclarin, es una forma de rechazar el mundo que han construido los adultos, una política destructora y oportunista. Los jóvenes como demuestran muchos casos son sensibles a lo ecológico, a la solidaridad, a la igualdad, hay búsqueda de verdadera libertad, de autenticidad. Pérez Esclarin nos aconseja “no seguir repitiendo que ADOLESCENTE viene de adolecer, de falta de madurar, carecer. Es verdad que los jóvenes están en etapa de maduración, de crecimiento, de cambio, pero en realidad la palabra adolescencia viene del término latino “ADULESCENTIAM”, que significa “hacia arriba”. Ser joven es ir hacia arriba y la educación les tiene que llevar a ello”.
Estas son unas primeras recomendaciones que nos da Antonio Pérez Eclarin a los padres y educadores de hoy para que respetemos y ayudemos a los chicos a ser los líderes del mañana que los harán los responsables del mundo mejor que soñamos. Construir puentes y no muros es la clave de la educación de ciudadanos responsables. Aprovechar la conectividad electrónica para hacer la conexión vital con los problemas del mundo y los interés de los chicos, sobre todo entender la adolescencia no como dolencia de una etapa sino como oportunidad de crecimiento de un proyecto de vida. ¿Tenemos claro el desafío educativo?
Por:
Fabricio Alaña SJ
Reflexionemos:
¿Qué dificulta entender los desafíos educativos hoy?
El no crear puentes con los jóvenes, el no aprovechar la conectividad
¿Cuál sería el mayor desafío de un educador o Padre de Familia?
Que Adolescencia no es adolecer, sino Adulescentiam, crecer hacia arriba
¿Cuáles serían los desafíos educativos hoy?
Crear un currículo vital, una metodología de problemas y un proceso de diálogo generacional.