Hay dos tipos de personas, mejor diríamos de personalidad. Aquellas que tienen sueños y aquellas que carecen de sueños. Evidentemente, aquí entran otras subclasificaciones. Aquellas que saben interpretarlos y aquellas que no. A su vez, aquellos que buscan que otros los interpreten, así su vida dependerá del profesional de turno o del chantajista a la mano, como aquellos que se paralizan, asustan y no saben qué hacer con los sueños, qué hacer con la vida.
Lo cierto es que todos tenemos sueños, y estos son capaces de ilusionarnos, emocionarnos, levantarnos cada mañana y ayudarnos a encontrar razones para vivir, razones para creer, razones para la alegría. Cuando nuestros sueños cumplen las características de SER REALISTAS, CONCRETOS Y AUDACES.
Un sueño realista es el que tiene que ver con la vida personal, de tu comunidad, grupo o institución, y social el que aporta al país en el que vives. Un sueño concreto que te ubica en tu contexto personal, comunitario y social, vas viendo resultado porque el sueño realista y concreto te obliga a planificar, proveer, ahorrar, multiplicar actitudes y propuestas. Pero sobre todo, los sueños son AUDACES, aquellos que nos hacen marcar la diferencia en la vida e historia, no solo alcanzar la meta. Por ello, los verdaderos sueños son trascendentes, te invitan a soñar “más allá”, para quienes creemos en el Dios de la vida, que no solo nos creó, sino que nos acompaña en nuestras luchas cotidianas, contradicciones y anhelos del corazón, como a José en sus dudas existenciales, los sueños lo salvaron, lo ilusionaron y lo hicieron trabajar por la familia, la sociedad y el mundo (Evangelio de Mateo 2: 13-23).
Es verdad no estamos en los tiempos de hoy: modernidad tardía, postmodernidad o como quieran llamar al momento cultural que vivimos en esta sociedad globalizada por la economía neoliberal, que produce una masa que no solo se excluye sino se descartan a las personas más pobres (Papa Francisco) que en plena época de la tecnología y comunicación produce 51 millones más de migrantes, hoy 2019 contamos con 272 millones, (datos de las Naciones Unidas) por poner solo un ejemplo de la cruda realidad que interpela a cualquier soñador y a cualquier creyente que profese su fe en un Dios Padre de todos. Lo difícil no significa imposible y la audacia es la clave para que nuestros sueños trascendentes sean realistas y concretos. Hoy necesitamos soñadores audaces que vean la realidad y al cerrar los ojos sientan en su corazón el anhelo de un mundo mejor y conecten con lo mejor de su ser para la creatividad y la imaginación.
Un niño hoy en día, y lo digo por lo que me comparten en la misa de niños que suelo dar en este tiempo de navidad y fin de año lo que más sueña no es solo su juguete, sino la unión familiar y la paz en la sociedad. Un joven ¿qué sueños tienen? Aquí me pierdo en el consenso, su creatividad e imaginación está en plena ebullición, pero sus deseos no contrastados le impiden la concreción y audacia en esta etapa maravillosa de la vida. Un buen papá, una buena mamá y un buen educador o educadora, como vecino del barrio podrán ayudar si se conectan con la realidad interior del adolescente. Sería bueno que este tiempo de fin de año podamos compartir nuestros sueños audaces, más que nuestros simples deseos de prosperidad y año Nuevo. Te comparto los míos:
1.- Señor, ayúdame a que no pierda el horizonte de mi vida.
2.- que sepa remar mar adentro, para conectarlo con mis actitudes, aptitudes y capacidades, y 3.- sobre todo que aprenda a ser audaz como tú aceptabas la petición de Pedro de caminar sobre las aguas, como símbolo de la resurrección, del triunfo de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal y de la creatividad audaz que me hizo soñar lo imposible para hacerla verdad.
Esto requiere de mi un trabajo interior de reconectarme con tu propuesta humana, de reenamorarme de ella en estos tiempos líquidos o lights que se disuelven o se viven momentáneamente, pero sobre todo que sepa reimaginar para redescubir que soy capaz, que puedo reinventarme, que puedo dar lo mejor de mí.
En este sentido mis sueños reales, concretos y audaces serán realidad si mis estudios, trabajos y proyectos innovan mi familia, mi entorno y mi país. Un articulista dijo que el Ecuador para crecer necesita las “7 emes”:
1. Más emprendimiento,
2. Menos intereses,
3. Menos impuestos,
4. Más educación digital,
5. Más solidaridad,
6. Más Ecuador (Eduardo Salgado, el Universo, 26 de Diciembre del 2019).
Yo realista, concreta y audazmente trabajaría este 2020 desde mis sueños personales para que haya más Ecuador, si es que hay mejores educadores, más chicos que desarrollen su creatividad y más solidaridad. Feliz 2020.
Por
Fabricio Alaña
Reflexionemos:
¿Es posible soñar?
Siempre
¿Cómo soñar?
Con los ojos abiertos
¿En qué soñar?
En la mejor versión de ti y tu país. Reimaginarse.