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¡SOMOS MÁS QUE 120 ACIERTOS!


Miguel se preparó con esmero para la prueba nacional Ser bachiller, que la toma el Instituto Nacional de Evaluación (INEVAL), ente autónomo creado por la Constitución Nacional para medir y fomentar la calidad educativa.

Es la segunda bandera de su colegio; ha estado por más de seis años allí; viene desde la primaria. Es un chico que en las pruebas del Bachillerato Internacional, (institución mundialmente reconocida que maneja estándares internacionales) dejó en alto al Ecuador, su país, al sacar de seis materias del diploma, cinco con estándares que superan la media mundial. Pero Miguel, por un error del sistema, por una muestra aleatoria, tiene que volver a repetir sus exámenes. Los fariseos o falaces de turno que detentan el poder, hablan de “reprogramación”.

Todos sabemos que no es lo mismo reprogramación que repetición de un examen. Reprogramar como todos lo hemos experimentado es volver a programar algo que no se pudo hacer, que aún no está listo, se reprogramó su cita nos dicen los encargados del Call Center, del Seguro Social, y te dan la cita para dos o tres meses después. Pero un examen que ya se dio, que hay evidencia, que al finalizar la jornada te arroja equis cantidad de aciertos y que por fórmulas luego informan a los centros educativos, sus rectores, las notas alcanzadas sobre un total de mil puntos, y jerarquizan a los chicos y los colegios en función de esos puntos gracias a los aciertos de múltiple elección, poco razonamiento y mucha repetición, es la misma prueba desde las 8 de la mañana cuando son puntuales y les funcionan las cosas hasta las 10 de la noche. Normalmente cada chico da esos exámenes en tres horas.

Miguel dio el examen en su colegio, dos horas después de lo programado, pues las claves, el aplicador, el monitor, el responsable de la sede, los correos electrónicos o whatsaap que enviaban de Quito no coordinaban bien sus programaciones, aún así ellos no tuvieron que “reprogramar”. Pero Miguel esperó con todo el estrés que eso produce para él y sus compañeros. Dio la prueba Ser Bachiller 2019. Sacó la mayor cantidad de aciertos. Al parecer, alguien hackeó la Web del INEVAL y justo la 55 y por muestra aleatoria a varios colegios, la mayoría privados y católicos, les decidieron “REPROGRAMAR” la prueba a los chicos que habían sacado mayor puntaje y que les había tocado esa prueba.

Se irrespetó todo el debido proceso; nunca se evidenció que los chicos elegidos aleatoriamente hayan comprado esa prueba 55. Simplemente, saltándose la línea de mando y considerándose cual “pantocrátor” o leguleyos, dictadores de turno, ejercen su poder constitucional para que REPITAN LA PRUEBA, en el día y hora que ellos, “los expertos evaluadores del INEVAL” decidan sin consultar las conveniencias de los chicos y sus centros educativos que ya tienen programadas sus actividades, otros exámenes. En el caso de Miguel, tenía que viajar al exterior, ya había comprado el pasaje para rendir examen en una universidad en USA; no hay reclamo, no hay nada que valga, los sabios de Quito dicen que no afecta para nada su psicología ni su proceso de graduación, ¿será?

¿Qué es pasar una prueba? ¿Qué se evalúa con Ser Bachiller? Hoy esa prueba vale un treinta por ciento de la nota final de graduación, cuando el chico ha estado seis años o más razonando, presentando proyectos, respirando una filosofía que responda a un perfil de país para amarlo, servirle y potenciar un desarrollo humano integral sustentable. Una prueba estandarizada, de contenido memorista, de un currículo lleno de datos y fechas tiene más peso que un proceso de formar personas que es lo que verdaderamente hace un centro educativo. Evaluar no es sobre el aprendizaje sino para el aprendizaje.

Los sistemas educativos, y lo que hace el INEVAL es muestra de ello; tienen tres características que limitan o coartan la creatividad y el pensamiento crítico.

1) Están obsesionados por desarrollar ciertas habilidades, entre ellas, las palabras y los números. No comprenden que la Inteligencia humana es mucho más que eso.

2) Jerarquizan las materias. Dividiéndolas en principales y secundarias, las duras o las blandas, la carga horaria es muestra de ello. Las artes, las humanidades son las blandas o secundarias.

3) La dependencia de cierto tipo de evaluación. La educación de masa nació en el siglo XVIII y XIX en plena era de la revolución industrial. Por ello, las competencias en matemáticas, lenguas y ciencias eran imprescindibles. Como dice Sir Ken Robison: “este planteamiento coarta una de las habilidades que más necesitan los jóvenes en el exigente siglo XXI: el pensamiento Creativo” (El Elemento, 2009, pág. 36).

Señores del INEVAL, nuestros chicos son más que 120 aciertos.

Por:

Fabricio Alaña E, SJ

Rector UE Javier.

Reflexionemos:

¿La historia de Miguel es única?

No, hay cientos de casos.

¿Se tiene claro que se debe evaluar?

No. Estamos en paradigmas antiguos, puros contenidos.

¿Cómo evaluar?

Es lo que debemos sentarnos todos los interesados a pensar.


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