¿Por qué debemos felicitar hoy 8 de marzo a la mujer?
La respuesta no es solo histórica por una lucha que dignifique su puesto en la sociedad y su rol en el mundo, la historia nos lo señala. Vivencialmente, religiosamente hay mucho por qué decir: gracias mujer, gracias compañera.
Las presentes líneas no quieren dar respuestas ideológicas, aunque son necesarias. No hay que tener miedo de ello, el problema con la ideología es el querer absolutizar e imponer y no ofrecer y reconocer simplemente que son eso, un conjunto de ideas que ayudan a tener una visión para concretar el pensamiento.
Este pensamiento se enriquece con la vida, con la historia, en donde se nos dan multiplicidad de razones y argumentos para desterrar cualquier idea de que la mujer es inferior al hombre, que la mujer es solo para las tareas del hogar, que la mujer vale por su cuerpo o belleza exterior, que un modelo de mujer que respondió a su época debe ser el mismo en todas las épocas y lugares. Falso, eso es absolutizar las ideas y caer en ideologismos que han impregnado la religión, la cultura y la sociedad en muchos lugares y muchas épocas.
Las presentes líneas solo quieren reconocer la necesidad de la reciprocidad y complementariedad de la compañera, de la amiga, de la madre, de la mujer trabajadora.
Dentro de la multiplicidad de trabajos que puede hoy ocupar la mujer deseo destacar a la mujer educadora. Esta no es cualquier profesión, no es un mero requisito para complementar un presupuesto familiar, tampoco se reduce a la “profesora”, docente, catedrática que imparte unas horas de conocimientos, recreación o reflexión con sus alumnos sean niños, jóvenes o adultos.
La mujer educadora es cualquier mujer que comenzó la aventura de armar un proyecto de vida, de ser alguien, de realizar un aporte al mundo con su proyecto que se concretó en el esposo, amigo y compañero, en los hijos y en los hijos de los hijos. Por lo tanto,
- La mujer educadora comienza en casa para construir un hogar, y ese hogar que viene de hoguera sabe que el fuego calienta y anima cuando sentimos frío y se nos paralizan las ideas.
- La mujer educadora anima a la lucha, a la consecución de los sueños, a sacar adelante la familia, el trabajo, a caminar con esperanza porque sabe que no todo se puede verificar y reducir a leyes empíricas.
- La mujer educadora enseña a trascender la vida, a señalar un horizonte, este se revela con el reconocimiento de las fuerzas de la vida, conectándose con la fuente de la vida, que muchos llamamos Dios, y es gracias a una mujer que muchas veces nos testificaron ese camino y comenzamos a rezar y a buscarlo en los signos y símbolos que nos dejó ese Absoluto que solo se expresa en la contingencia de la vida.
- La mujer educadora nos enseñó que orar es comunicarse con un Padre/Madre común y que ser religiosos es humanizar la vida y caminar con otros a la casa de ese Padre/Madre.
- La mujer educadora no es solo la que tiene hijos o un esposo. Es la que sueña, es la responsable del cuidado de la vida y sacar adelante esa vida.
Hoy esa mujer educadora es soltera, casa, divorciada, se ha vuelto a casar, su estatuto legal cambiará, pero su rol y función jamás. Con más fuerza debe educar transmitiendo esa sabiduría de la vida que enseña que la vida no termina sino que se transforma, en donde sus sueños se concretizan en el cuidado de la vida, de los suyos y en el saber sentirse persona a plenitud por la multiplicidad de aportes que su ser mujer.
Para quien es mujer profesional de la enseñanza, que hoy ocupan el 80% o más en los centros educativos, su tarea diaria es demasiado grande, demasiado hermosa que lamentablemente un sueldo no lo compensa. Tu ejemplo de perseverancia al asistir día a día no es rutina, es trascendencia, pero sobre todo su pasión por construir en las personas, pequeños, medianos o grandes que tienes como alumnos, es la gran ayuda y aporte que hace para que los alumnos sean personas con proyectos de vida, por encontrar un por qué para vivir.
“Una amiga educadora de Fe y Alegría, movimiento de educación popular, me compartió su mensaje del día de la mujer, diciéndome No me Felicites, lucha conmigo”. Yo digo amén.
Por:
Fabricio Alaña Sj.
Reflexionemos:
¿Por qué celebrar el día de la mujer?
Porque lo necesitamos para ser agradecidos.
¿Cuál es el aporte de la mujer a la sociedad e historia?
El cuidado y la sabiduría de la vida.
¿Cómo celebrar este día?
Uniéndonos en sus luchas y esperanzas