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TE ADMIRO JUAN JOSÉ


Las siguientes líneas simplemente quieren expresar la profunda admiración que sentí al escuchar las palabras de un hijo en plena misa de despedida en el velorio su madre, Juan José C. otro de mis alumnos graduados hace tres años.

El resto lo dirá la vida que lleve Juan José y la profunda misericordia y presencia discreta pero real de ese Dios que llamamos Abba Papito, que lo sentimos como nuestra fuente de vida, energía amorosa que nos lleva por estos rumbos de la historia hasta que nos abrace su amor eterno.

No lo podía creer recién había sido publicado un artículo en el Para Ti Joven en honor a José P. Cuando comienzan los whatspp, llamadas y los recados: “Ha muerto la mamá de Juan José C”, “hace menos de un año había fallecido el papá”, “usted padre presidió esa misa de despedida, los conoce, por favor, ayude a Juan José”. La piel se me erizó, el estómago se me revolvió. La gran pregunta que me hago en cualquier velorio es cómo acompañar el sufrimiento de los que tienen que despedirse de sus seres tan amados, cómo dar esperanza en medio de tanta oscuridad, más cuando no eran personas tan mayores.

Siempre digo que solo el silencio solidario y la oración sincera es la mejor manera de acompañar. Pero a mí como sacerdote se me pide una palabra de esperanza ¿Cómo hacerla real? ¡Padre si hay otro mejor que yo, que lo diga, que presida o predique! Pero no aparece nadie, y debo hacerlo, que no debe ser mero servicio funeral sino real testimonio de nuestra fe en la resurrección, hijos de un Dios que llamamos Padre y experimentamos bueno, no nos puede fallar, ni dejar solos en el dolor. Somos hijos de la eternidad y estamos llamados a ser testigos de ese amor cósmico, en donde nuestro paso por esta historia conflictiva no opaca la luz del fuego amoroso que nos dice de dónde venimos y a dónde vamos. Así que me lancé, como otras veces, a compartir mi fe en la resurrección, eso es una misa de velorio para mí.

Pero el caso de Juan José, como el de otros, complica cualquier palabra de consuelo o compartir un dolor que es personal por más solidaridad que queramos expresar. Hace un año perdió a su padre, él es hijo único, está recién en tercero de universidad, y ahora en menos de un año de partida de su padre, pierde a su madre. La liturgia de despedida de una madre nos pone el texto de Juan 19: 25-27, en dónde nos recuerda las palabras de Jesús en la Cruz: “hijo allí tienes a tu madre. Madre allí tienes a tu hijo”. Para mí no es una simple palabra de consuelo, sino la certeza que en este mundo que mata profetas, desprecia gente que piensa, desecha lo humano como le pasó a Jesús en su tiempo, no se puede vivir en soledad y que necesitamos la ternura de una Madre y la cercanía de un Hermano. No dije nada más. Le tocó el turno a Juan José, que al final dijo sus propias palabras. Sus compañeros de promoción estaban presentes en gran proporción, uno de ellos tocó con emoción.

Juan José C, nos compartió los sentimientos de su madre en este año y los propios de él. Sin lágrimas, con una paz profunda que nos transmitía y hasta haciéndonos reír nos decía:

“alguien dijo que más que preguntar por qué pasan las cosas, hay que saber visualizar para qué sucede lo que sucede. Hoy ha sucedido lo que mi madre quería, no podía vivir ya sin mi padre, quien murió de una enfermedad y ella ahora de otra y fuertes dolores, solo decía que ya no quiere vivir, que desea estar con su amor, con su esposo. No puedo ser egoísta, no puedo pedir que se quede, ella merece paz y la felicidad eterna. Yo estoy contento por eso, se cumplirá su deseo. Ahora le toca a mi papá aceptarla”.

Las palabras de Juan José eran muy ciertas le toca a su padre aceptar lo que ya había aceptado en el sacramento del matrimonio. Qué coraje, qué madurez de un joven como Juan José.

Me llena de alegría poder compartir la belleza del alma de jóvenes como José. Gracias por tu testimonio de vida.

Por

Fabricio Alaña

Reflexionemos:

¿Qué debemos admirar de los jóvenes?

No solo su creatividad, sino la profundidad de vivir la vida alegremente.

¿Cómo acompañar a los jóvenes en el dolor?

Un abrazo sincero y un reírse de sí mismo, recordar para madurar.

¿Qué es lo que un joven debe valorar más de sus padres?

El amor que ellos se tienen, eso es lo que lo forma en el sentido de la vida.


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