¿Para qué sirve rezar?
Es una pregunta que no la hace el incrédulo que no encuentra sentido a los actos religiosos de muchas personas que piden y piden y nada. No hay justicia en este mundo, nos dicen. La razón o mi esfuerzo es lo que me ayuda a salir adelante o luchar. Pero no solo el incrédulo, el científico o el filósofo cuestionan la fe. El creyente también: ¡Señor! ¿hasta cuándo? ¿por qué no bajas y exterminas a nuestros enemigos? ¿Por qué no me sano? ¿por qué hay tanto mal en el mundo?
La historia nos ha demostrado que las únicas respuestas que valen son las que vienen avaladas por una vida coherente con sus principios. Hombres y mujeres que no han claudicado porque saben que la fe es creer en aquello que no se ve, por eso se lucha, se mueve el corazón, la esperanza y el amor son la clave para complementar la fe. Una fe que no fomente la esperanza no es fe, una fe que no haga las cosas por amor sino por ideología o por interés, es eso ideología e interés.
¿Cómo unir los intereses humanos con los divinos?
Ese es nuestro gran desafío en donde mi fe debe dar pistas o pautas más no soluciones. Lo que hemos vivido en nuestro país y hoy se vive en varios lados como Chile, Bolivia, Venezuela, Nicaragua no lo resuelven cadenas de oración lanzadas al ciberespacio para que alguien se conecte a ver qué pasa y en donde no se ve ninguna acción concreta por buscar la paz, la justicia y la unidad de un país, de nuestros pueblos
¿Para qué sirve rezar?
No es una pregunta retórica, que se la plantean analistas sociales o críticos de la fe. Es la pregunta auténtica del creyente que dialoga con su Dios y sabe que no puede fallar, pero sabe que las soluciones a los problemas humanos y sociales solo pueden tener soluciones humanas e inspiraciones divinas. Lo Divino está allí en el ser profundo de lo humano para mover desde dentro lo mejor de nosotros: el amor, la creatividad, la energía que hermana y supera tensiones. Solo así se alaba al Creador cuando se es fiel a sus dones. Por ello, copio unos párrafos de un escrito de José Antonio Pagola, uno de los creyentes contemporáneos que nos ayuda a repensar la fe en tiempos de crisis:
“Lo importante para el hombre moderno es la acción, el esfuerzo, el trabajo, la eficacia, los resultados. Y naturalmente orar cuando tenemos tanto que hacer nos parece perder el tiempo. La oración pertenece al mundo de lo inútil. Pero, inútil es el gozo de la amistad, la ternura de unos esposos, el enamoramiento de unos jóvenes, el descanso en la intimidad del hogar, el disfrute de una fiesta, la paz del atardecer ¿cómo medir la eficacia de todo esto que constituye, sin embargo, el aliento que sostiene nuestro vivir? Por ello, estos cuestionamientos nos ayudan a descubrir el verdadero sentido de la oración cristiana.
Sería una equivocación pensar que nuestra oración solo es eficaz cuando conseguimos lo que hemos pedido a Dios. La oración cristiana es “eficaz” porque nos hace vivir con fe y con confianza en el Padre y en actitud solidaria con los hermanos. La oración es eficaz porque nos hace más creyentes y más humanos. Nos abre los oídos del corazón para escuchar con más sinceridad a Dios. Va limpiando nuestros criterios y nuestra conducta de aquello que nos impide ser hermanos. Alienta nuestro vivir diario, reanima nuestra esperanza, fortalece nuestra debilidad, alivia el cansancio.
El que aprende a dialogar con Dios y a invocarlo sin desanimarse como lo hace Jesús, como lo hace la viuda del evangelio que pedía justicia al juez injusto y lo consiguió con su perseverancia, va descubriendo dónde está la verdadera eficacia de la oración. ¿Para qué sirve rezar? Simplemente para vivir”.
Por:
Fabricio Alaña E
Reflexionemos:
¿Por qué pedimos a Dios que resuelva nuestros problemas?
Muchas veces por la inmadurez de la fe, otras por lo ineficaz de nuestros esfuerzos.
¿Cómo visualizar el sentido de la oración en nuestros problemas?
Cuando nos conectamos y despertamos lo mejor de nuestro ser: la inteligencia, la creatividad y el amor.
Rezar: ¿Para qué?
Simplemente para vivir.